Hoy «amor» y… siempre “Sy”, Madre.

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Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa)

Descubrir con el arte, el niño o la niña que somos, es la vida. Aunque hayamos crecido, hoy,  es un día para sentir y dejar salir lo mejor que hay en cada uno.  Si por haber crecido, no podemos pasar, digamos como Unamuno: "Si no me agrandas la puerta,/achícame, por piedad,/ vuélveme a la edad bendita/ en que vivir es soñar".

Descubramos primero, que a veces lo mejor de nosotros está encerrado en los barrotes mentales de la incomprensión que dificultan la comunicación. Lo ha mostrado de forma tangible y palpable el escultor ucraniano Alexandrer Milov.

Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa)

Descubrir con el arte, el niño o la niña que somos, es la vida. Aunque hayamos crecido, hoy,  es un día para sentir y dejar salir lo mejor que hay en cada uno.  Si por haber crecido, no podemos pasar, digamos como Unamuno: «Si no me agrandas la puerta,/achícame, por piedad,/ vuélveme a la edad bendita/ en que vivir es soñar».

Descubramos primero, que a veces lo mejor de nosotros está encerrado en los barrotes mentales de la incomprensión que dificultan la comunicación. Lo ha mostrado de forma tangible y palpable el escultor ucraniano Alexandrer Milov.

En el interior, somos niños transparentes, que podemos comunicarnos a través del enrejado. Incluso, cuando llegan los tiempos oscuros, se pueden mejorar las cosas, porque el niño interior, inocente, se ilumina en la oscuridad o en las dificultades.

La escultura, pretende hacer pensar. Para el escultor, liberar al niño es posible. El título de esa gran obra: «Love».  Hay que sentir al niño que llevamos dentro. «AMOR».  Somos  exactamente «amor». Es posible la libertad de amar y comunicar, a pesar de las corazas, contradicciones o prejuicios. El niño interior es «la inocencia».

No importa el tiempo que tengamos. El mundo exterior cambia, si cambiamos de actitud. El interior revela que el tiempo no cuenta en esa dimensión. Podemos comunicarnos, dar y recibir. Podemos amar.

De «esa edad bendita/ en que vivir es soñar», surge la luz y un grito, en cualquier idioma, en todos los idiomas. Del hijo del «amor»,  brota la música, la belleza, la poesía, el cariño, la respuesta.

El poema: «madre».

En 2014 fue seleccionado en España como el poema ganador del I Premio Internacional de Poesía Jovellanos “El Mejor Poema del Mundo”.  Es del autor paraguayo Cristian David López y lo titula: «Sy«.

Habían recibido 1.893 obras de más de 40 países, en 21 idiomas. Fue entregado en la Casa Natal de Jovellanos, en Asturias, el mes de junio de ese año.

La obra, un breve poema,  fue valorada por el jurado por su carácter “profundamente simbólico y universal”.  La “pueden entender hombres y mujeres de toda condición y cultura al referirse a elementos primigenios como son la maternidad y el descubrimiento del habla y la escritura. El autor sitúa el nacimiento y la especial relación que se establece entre madres e hijos como origen de la lengua”, expresó el jurado.  Se destacó, además, que hubiera sido escrito en idioma guaraní.

» Sy,(en guaraniMADRE) “.
Ahai nde resa
ha mitãnguéra oma’ẽ.
Ahaí nde juru
ha mitãnguéra opuka.
Ahai nde réra
ha mitãnguéra oñe’ẽ.

Dibujo tus ojos
y los niños miran.
Dibujo tu boca
y los niños sonríen.
Dibujo tu nombre
y los niños hablan.

Las  madres, todas las madres.

Cada poema dedicado a la Madre es un canto agradecido a quien nos dio la vida. Pero cada una es distinta. Todas son únicas, aunque para cada hijo la suya es especial.

Son de carne y hueso, humanas, pero sobre todo son todo corazón. Con errores, por supuesto. Por eso son tan grandes y cercanas. Tienen un proyecto y un propósito. Son de aquí y ahora, pero son de todos los días porque son de siempre. A veces están solas, a veces compaginan trabajo y maternidad, y otras prefieren dedicar un tiempo a cada cosa.

No todos entienden  y respetan sus decisiones porque en ninguna época fue fácil ser madre, llevar una casa, criar los hijos y poner en ello alma, corazón y vida. Y también alguna lágrima. Las madres solteras, han recorrido parte de ese camino. Pueden no saberlo, pero no están solas, ni lo estarán nunca. Acaso la mano de la vida apartó lo que no le convenía.

Cuando su hijo dicen «mamá»,  la besa o abraza, su corazón rebosa de alegría. La madre ha aprendido, con sus hijos, lo esencial: responder a mil preguntas, sortear mil inconvenientes, enfrentarse a lo imprevisto, triunfar en la cocina, en medicina, en contar aventuras, a estar siempre sin estar presente y ganarse el amor y la confianza de los suyos, con amor. Es el lenguaje del amor.

Una madre, desde casa aprende casi todo lo que se enseña en el colegio y en la universidad. Por asombroso y desconcertante que parezca, sin hacer una tesis, ni haber sacado un máster, está tan preparada que puede, en cuanto lo decida si lo decide, incorporarse a la vida laboral, porque: «Ser Madre es un Plus».  Algunas empresas son capaces de entenderlo, otras … sólo ven inconvenientes.

La sociedad ha decidido, que el domingo primero de mayo sea, en esta parte del mundo, el día de la madre. Pero…su día tiene 24 horas y es 365 cada año.

Tan es así, que siempre tienen la antena del corazón conectada. Parecen distraídas, mientras viajan en cualquier transporte o disfrutan de un alto en el camino. Pero, en cuanto escuchan el llanto de un niño o lo ven atemorizado y aunque esté en brazos de una mujer o de una pareja… si el niño o la niña, grita: «quiero a mi mamá», sus entrañas se conmueven, se pone alerta. Y son capaces de avisar al conductor, o marcar el número de la policía, y evitar un secuestro o un maltrato. Heroínas anónimas que velan por la humanidad, noche y día.

Lo cuenta una madre que reaccionó rápidamente, y evitó un secuestro: «No pensé en lo que hacía en su momento. Lo único que sé es que terminé con mucha angustia, rabia y una adrenalina espantosa. Antes de nada soy madre y me muero si a mi hija le pasa algo así… Si ven algo parecido, no tengan miedo y actúen».De esa fibra y ese nervio están hechas las madres. Dando a luz o ayudando a la vida. Tiernas pero…lobas.

Su día.  Por lo menos un día.

Con lo dicho, quiero homenajear a todas las madres del mundo. La mujer especial, en la que nos encarnamos y nos trajo a este mundo, hoy y siempre, merece nuestra respuesta agradecida. No importa que alguno tengamos ya a la nuestra, esperándonos en otra dimensión. Allá donde esté, recibirá el detalle que brote de nuestro corazón, como cuando éramos niños. ¡Gracias por esperar siempre, aquí y también más allá!

Los ojos de vuestros hijos ven lo que hacéis, porque  vosotras sois su ejemplo en la vida. Recibid el más cálido beso y todo su cariño, para que seáis felices hoy y siempre, valientes, humanas, estéis donde estéis, «madres».

BELMONTE
BELMONTE
Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CíViCa