«Plantón» a la dictadura en Venezuela.

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Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa)

En las ciudades, la represión violenta del gobierno, con todo su aparato policial, militar y paramilitar, podía  lavarse las manos y echar la culpa a la oposición de todo. El pueblo ha encontrado una fórmula, visible para el mundo, de que la violencia sólo está del lado oficialista: "plantón" en las autopistas. En total más de 24 "plantones" en todo Venezuela.

Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa)

En las ciudades, la represión violenta del gobierno, con todo su aparato policial, militar y paramilitar, podía  lavarse las manos y echar la culpa a la oposición de todo. El pueblo ha encontrado una fórmula, visible para el mundo, de que la violencia sólo está del lado oficialista: «plantón» en las autopistas. En total más de 24 «plantones» en todo Venezuela.

La Fuerza del pueblo unido contra la tiranía del gobierno es ya imparable. La presión internacional y la rebelión interna han desbordado al gobierno y su justicia.  María Corina Manchado, a quien el Dictador ha mandado apresar, dice: «Sr Nicolás Maduro, ya se lo dije y se lo repito: estoy donde siempre he estado, en la calle, con los venezolanos. Esto no nos detendrá». Ella, ex-diputada, profesora e ingeniera, fundadora de  «Vente Venezuela» y cofundadora del movimiento Súmate, y también Lilian Tintori y Gaby Arellano, han empuñado la bandera de la libertad. Sus seguidores son cada día más fuertes y numerosos contra las mentiras, la corrupción y la infamia del gobierno comunista y bolivariano. En las calles, han tenido que compartir comida, vivienda, libertad y hasta el oxígeno, contra los gases y disparos de los defensores del régimen y sus tanquetas.

Ya son 26 personas fallecidas en el marco de las protestas de un mes. Hay cientos de heridos y afectados por los gases lacrimógenos. Con la represión actual, la cifra de presos políticos se ha disparado ya a 170. El más famoso de ellos, Leopoldo López, durante todo el mes de protestas ha sufrido castigos disciplinarios en la prisión militar de Ramo Verde. Y en las calles, recurren al «uso excesivo de perdigones, bombas lacrimógenas y gas pimienta», para dispersar a los opositores o evitar que movilicen hacia los bastiones oficialistas en diferentes ciudades. A ello se suma la violencia de los grupos armados afines al chavismo, llamados «colectivos», que intimidan a los ciudadanos con sus agresiones y saqueos.

Una vez más Amnistía Internacional insta al gobierno a «cesar de manera inmediata todo acto de persecución de personas que expresan su oposición a políticas del gobierno» y a «respetar y garantizar la manifestación política». Alerta del uso de la justicia para «silenciar» a la oposición tras las sentencias del Tribunal Supremo contra el Parlamento y la oposición, conocidas como el madurazo, cuando el brazo judicial del Gobierno asumió las facultades constitucionales de la Asamblea Nacional. Anistía denuncia las «graves violaciones de derechos humanos»; «algunos de los cuales constituyen crímenes de derecho internacional». La Asamblea Nacional (AN) de Venezuela, ha decidido tramitar una denuncia ante la Corte Penal Internacional (CPI) por delitos de lesa humanidad contra el presidente Nicolás Maduro. Decía, con razón, la ex-diputada Corina: «Nos jugamos la vida. Miren los hombres, Leopoldo López, Antonio Ledezma, Yon Goicoechea… y los Medios cerrados, los periodistas muertos… por denunciar las mafias de Maduro. Son riesgos, pero si no, perdemos la nación completa». No es que los varones (jóvenes y adultos) no cuenten, es que la violencia contra ellos, es tremenda. «Muchos» de los arrestados en las últimas semanas han sufrido «torturas y tratos crueles e inhumanos» de las fuerzas de seguridad, según el Foro Penal Venezolano.

Alguien añadía: «Nos lo han quitado todo. Y ya por quitar, nos han quitado hasta el miedo». La suerte está echada: «Aquí estaremos hasta que el cuerpo aguante, protestamos porque este Gobierno tiene que salir. El cáncer de Venezuela es Maduro». Así que, Daniel Antequera, diputado de la Asamblea Nacional, resumía la ambiciosa apuesta: “Saldremos a las calles cuantas veces sea necesario hasta recuperar nuestra libertad». Maduro, tiene miedo: «Si hace elecciones arrasamos, por eso no quiere hacerlas».

Maduro se esconde tras los magistrados del TSJ (Tribunal Supremo de Justicia) y se parapeta, tras sus pretorianos: la Guardia Nacional Bolivariana y la Policía Nacional Bolivariana. Pero la oposición está convencida de que más pronto que tarde, quienes sostienen al gobierno van a ver que ya no es posible hacerlo. Están machacando al pueblo, pero la gente vuelve, afronta la represión y vuelve. “Están poniendo en riesgo su vida para tener un mejor país. Sé que lo que desean es intimidarnos, quieren cansarnos y callarnos, pero no lo van a lograr, no nos van a callar jamás”. Maduro perdió la calle, y la batalla de las Redes Sociales que informan al mundo.

GRAN PLANTON ante el TSJ ( ver video)

Una madre cuenta: «Hoy fue uno de los peores días de esta represión brutal chavista. Mis hijos salieron a la marcha de hoy, como todos los días, como tantos miles de jóvenes. El más pequeño me dice que nunca había visto tantas bombas lacrimógenas sobre ellos. Y hoy justamente mataron a un estudiante de su misma edad, con apenas 20 años. Juan Pablo, se llamaba y pasará a la historia como uno de los héroes. Nuestros muchachos están dando la batalla de una manera nunca vista. Quienes tenemos hijos estudiantes nunca sabemos si ellos regresarán a casa cuando salen a pedir libertad. Sabemos que son nuestros hijos quienes nos librarán de esta terrible pesadilla y muy pronto participaran en la reconstrucción».

La vida cotidiana, en Venezuela es una batalla. Todos lo saben. Lo sabe la OEA y la ONU, lo sabe Estados Unidos, el «mediador español» Zapatero, y los políticos  de España y la Unión Europea, menos Podemos y algún genio de los suyos, como Garzón, que afirma: «En Venezuela protesta una derecha golpista y violenta» (textual de Maduro). El Parlamento Europeo pide elecciones en Venezuela «lo antes posible».

El 18 de abril, algunos militares se sublevan.       

El Gobierno pierde apoyos entre sus bases y no controla a los grupos armados chavistas.Mientras Maduro, el dictador está libre pero preso de sus miedos, de su justicia y de su fuerza, ha amenazado con apresar a Capriles y a Julio Borges, presidente de la Asamblea nacional. Borges le ha respondido: “No importa estar libre en Venezuela cuando en realidad estamos presos”.

 También Leopoldo López está «Preso , pero libre», según su libro. Su valiente mujer, Lilian Tintori, ha sacado tiempo para escribir una entrañable Carta a las fuerzas de seguridad  de Venezuela, y ha publicado el  diario La Razón  el 23 de abrily reproducimos por su interés.

 El futuro está en tus manos, no en tus armas.

«Te escribo como madre y como hija, no como esposa de un preso político ni como activista de derechos humanos. Te escribo como venezolana, como una persona más del pueblo, con los mismos padecimientos y tristezas, con las mismas alegrías y anhelos de todos los que como tú y yo también han tenido el privilegio de haber nacido en esta sublime nación que es Venezuela.

 Nuestra Venezuela, la tuya y la mía…Nuestra Venezuela, que llevo tatuada no sólo en mi piel sino en mi alma porque respiro y respiraré, como tú, siempre en ella.

Aunque las circunstancias históricas nos han puesto en escenarios diferentes, en esta hora difícil estoy convencida de que son más las cosas que nos acercan y hermanan que las que nos distancian.

Diversos actos venían aconteciendo desde el 1 de abril a raíz del golpe que el presidente Nicolás Maduro pretendió dar a la Asamblea Nacional destituyéndola de sus funciones. Pero no eran diarios.

 El hecho que dispersó las dudas fue la intensa represión ejercida contra los manifestantes el miércoles 19 que desembocó en la muerte de los jóvenes Andreina Ramírez, de 23 años, en Táchira, y Carlos José Moreno, de 17 años, en Caracas.

 Henrique Capriles anunció al final de ese día: “Mañana regresamos a las calles”. Con todo, la incertidumbre estaba presente entre los organizadores, pues el jueves 20 era día laborable.

 Los “colectivos”, grupos paramilitares armados y financiados por el gobierno, normalmente en motocicletas, rondaban el entorno, “cazando a traidores”.

 El pueblo respondió y ayer las calles se volvieron a llenar. En Caracas especialmente, donde hubo 26 puntos de reunión para partir hacia la Defensoría del Pueblo, en el Centro de la ciudad, la respuesta fue impresionante. Cientos de millares de venezolanos concurrieron y permanecieron en los actos a pesar de que la represión fue más intensa.

Desde temprano la Guardia Nacional Bolivariana y la policía se encontraban formando barreras en las vías que serían usadas por los manifestantes, especialmente en la región Oeste de la Zona Metropolitana de Caracas. Había también tanques, los temidos “rinocerontes”, con alto potencial de fuego y desde los cuales se lanzaban perdigones y bombas disuasorias y lacrimógenas.

 Al interior de la Mesa de la Unidad Democrática no había consenso. Consideraban un éxito que cientos de miles de personas les hubieran secundado en los 335 municipios del país en un día de asueto. Pero no todos consideraban que fuera posible repetir la dosis al día siguiente.

 Esta carta es para que reflexionemos juntos como venezolanos, sin ideologías, sin códigos legales ni rabias, como parte de una misma cultura, como parte de una misma tierra. Esta carta no es para hacer señalamientos, tampoco para levantar reproches, ni siquiera deseo hablarte del horror que son los crímenes de lesa humanidad, ni de las nefastas consecuencias que supone para aquellos quienes los cometen.

  Tú, igual que yo, tienes madre, probablemente tengas hijos o estés casada o casado, a lo mejor tienes hermanas y hermanos, y estoy segura que ellos, tu familia, igual que tú y que yo, están sufriendo injustificadamente los horrores que todos los venezolanos estamos sufriendo estos días, sin comida, sin medicinas, con el crimen desatado, con enfrentamientos políticos inútiles, con mucha desesperación y miedo. Sobre todo eso: miedo.

  Los últimos días que hemos pasado tanto tú como yo en la calle han sido de una dureza y de una crueldad desproporcionadas. Ver a aquella señora que podría ser tu mamá o la mía enfrentar a una tanqueta con su propio cuerpo como escudo, al joven desnudo que podría ser tu hermano o el mío levantando la Biblia como estandarte, mientras su cuerpo era acribillado a perdigonazos, a los jóvenes lanzándose al río Guaire para guarnecerse de los gases tóxicos o los cientos de testimonios de mujeres sumidas en un desgarrador llanto, rogando a Dios que nos libere de este profundo dolor que acompaña cada uno de nuestros días, nos tiene que hacer reflexionar por igual a ambos.

  Te pido que lo hagas, que reflexiones conmigo por un momento, como venezolanos. Sé que piensas que tu obligación es atacar al pueblo porque tus jefes superiores así te lo ordenan. Pero no lo es. Ellos te dicen que es para conservar el orden público pero lo único que quieren es conservar el poder para seguir enriqueciéndose y hacer lo que les da la gana.

  Hermano soldado, policía y guardia nacional, esos a quienes defiendes no les importas tú, ni tu familia. Te obligan a dañar, golpear y disparar contra el pueblo para conservar su dictadura.

 Ellos, quienes te ordenan que ataques a tu propia gente, a tus propios familiares y amigos, te usan como carne de cañón. Son unos criminales no porque lo diga yo, sino porque hay decenas de tribunales en el mundo que los están buscando por los crímenes que han cometido.

(Disparan a Lilian, – la autora de la carta-, mientras marcha con las manos en alto)

Hermano soldado, policía y guardia nacional, tú antes que nada eres parte del pueblo venezolano. Padeces la misma crisis económica que padecemos todos los que protestamos, tienes familiares o amigos enfermos que no consiguen medicinas, haces largas colas para conseguir alimento, temes que el hampa asesine a tus hijos. Todo eso es injusto y despreciable.

 No tienen piedad. No quieren elecciones porque saben que las perderían abrumadoramente, la gran mayoría de los venezolanos –como tú y como yo– estamos en contra del poder dictatorial, queremos votar, queremos elegir, no estar sufriendo en las calles ni en nuestro día a día.

En un país con tantos recursos naturales y con tanta riqueza como Venezuela, el caos actual y la crisis humanitaria son absolutamente injustificables. Quiero que sepas que los que luchamos en la calle lo hacemos para que esa ruinosa realidad cambie.

Esa es nuestra tristísima realidad. Ésa es la causa por la cual tantos venezolanos como nosotros, tantas madres, tantos hijos, tantos viejitos y niños, tantas amas de casa y trabajadores están luchando: queremos democracia, queremos igualdad, queremos que todos por igual tengamos los mismos derechos, queremos libertad.

Ya basta hermana, hermano, compatriota, te ruego que abras los ojos, bajes las armas,abras los brazos y cobijes con tu escudo a quien es como tú, al pueblo, no a los poderosos dictadores.

Estoy convencida de que juntos, tú y yo, nuestros familiares y amigos, ese pueblo admirable que lucha en las calles, nuestras hermanas y hermanos venezolanos, construiremos juntos esa Venezuela amable, alegre, humana que tanto anhelamos, donde los ciudadanos aplaudirán con orgullo al uniformado, donde nuestros hijos jugarán como antes a ser policía o militar.

Soldado, cuando me veas en la calle dame un abrazo de reconciliación y que el beso en la mejilla, sin cascos ni protección más que la piel venezolana,nos una simbólicamente en un gesto de perdón y hermandad como cuando en familia nos reencontramos para celebrar lo que somos y no lo que la maldad intenta imponer que seamos.

 Hasta mañana, hermano, hasta siempre, reflexiona esta noche, piénsalo en el silencio de tu hogar, te encomiendo al Señor para que sensibilice tu corazón y a nuestra Madre Santísima para que cubra con su manto de amor tu alma.

   En la fraternidad, en el reencuentro, tú podrías ser el héroe de la nueva Venezuela, el prócer de la nueva Independencia. Yo seguiré como madre, como hija, como esposa, pero sobre todo como venezolana, luchando junto al pueblo por tu libertad y la mía. Lucharé hasta el último de mis días por una mejor Venezuela.Espero que sea junto a ti. Hagámoslo por tus hijos y por los míos, por tus padres y los míos, por nuestro pueblo.

NOTA Detrás de este testimonio histórico, quedan las imágenes históricas en VIDEO.

BELMONTE
BELMONTE
Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CíViCa