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15/05/2016

Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa)

El Día de la Madre se celebra en todo el mundo, aunque cada país lo celebra en diferentes fechas.  España lo celebró el primer domingo de mayo. En Iberoamérica  se celebra el segundo domingo de mayo, es decir el día 8.No voy a repetir lo que ya dije el otro día. Solo intento hoy fijarme en las de allá.  Mi felicitación a todas y cada una.

Es un día festivo y familiar,  y de reconocimiento, para agradecer la vida y recordar algunas cosas. Es de bien nacidos reconocer a las madres como un don del que todos venimos y nos beneficiamos. Ser madre es un privilegio, Tienen más capacidad de amor, de entrega, de generosidad y de dolor, porque es la transmisora de la vida que fue creciendo en sus entrañas.

Toda mujer, se encuentre donde se encuentre tiene derecho a ser madre, ya que «ser madre es un plus«.  Haya salido de casa para incorporarse al mundo laboral o no lo haya hecho para poder criar a sus hijos, ser madre es el mejor trabajo del mundo, en el que nunca hay días libres. La sociedad no pude discriminar laboralmente a una mujer por el hecho de ser madre.  No siempre se valora y se reconoce; como tampoco la dedicación, el cuidado, la educación  y la fuerza  y los valores que transmiten diariamente, a su hijos, por el hecho de ser madres.

Una madre es todo: enfermera, limpiadora, cocinera, abogada, caminante, ejemplo, planificadora de la familia, los gastos,  amiga, consejera y corazón y fuente inagotable de sonrisas y cariño.  Resumiendo, son la fuerza de  sus hijos y quien siempre estará a su lado cuando logren el éxito y el triunfo, en cualquier profesión que escojan.

Si siempre debemos estar con las madres, más aún, en situaciones especiales.  La sociedad, la justicia, la administración, las empresas, todos, tenemos que saber son vulnerables, que necesitan ayuda y  que esas ayudas tienen que adaptarse a su situación concreta. Que la atención, la comprensión y el apoyo es más necesario cuando pasan por momentos de mayor dificultad. Si es justo que un trabajador varón cobre un plus por riesgo, etc. hay que recordar que también se dan situaciones de ese tipo en una madre soltera, una madre separada, una madre de familia numerosa sin trabajo, o una madre víctima de violencia de género. ¿Que nunca se encuentre sola en cualquiera de esas situaciones de desamparo!

Las madres desplazadas, inmigrantes o refugiados, también son especiales.  Cuando madres y niños, son obligados a dejar todo y huir de su hogar de origen, es porque se  ha producido una catástrofe o está cerca una tragedia. Nadie abandona todo por turismo. Forzadas por las circunstancias, las madres que proceden de otro lugar, se han enfrentado a la ruptura de su pasado y muchas veces sufren por el desarraigo, antes de enfrentarse a lo desconocido, y tal vez la incomprensión de nación que los recibe.

Si proceden del sur, en general,  han tenido que salir obligadas por la guerra, la sequía, el hambre o la persecución.  Han tenido que caminar sin descanso,-muchas veces por zonas desérticas- para atravesar fronteras, expuestas a peligros inimaginables como seres indefensos. Muchas han sufrido penalidades por falta de agua o abrasadas por el sol, durmiendo  a la intemperie, sin más cobijo por el sueño de una vida mejor para los suyos. Muchas no pretenden llegar a Europa, ni pueden. Tienen que conformarse con llegar a un Campo de Refugiados, en alguna nación vecina, porque tienen que huir no solo con un niño pequeño sino con varios,  y a veces, con algunos parientes vulnerables.

Sabemos algo de eso, gracias al personal de las ONG que atienden esos Campamentos, de Refugiados o por la Agencia de la ONU para los Refugiados (EACNUR). Cuando llegan ahí, cada una trae una historia. Como Maryam (30 años) que huyó de Siria con sus 4 hijos, a causa del hambre, y hoy son refugiados en Líbano, porque  “Literalmente nos estábamos muriendo de hambre” [enlace]

Desde Europa, cuanto más lejano es el lugar donde se encuentran, mas cuesta imaginar o comprender su situación. Pero las caras de los inmigrantes tras las alambradas, son de seres humanos que gritan el horror de este mundo. Difundir esa imagen, es en un intento de sacudir conciencias de Europa  y del Mundo, para que despierten y les acojan.

Y cuando por fin están en nuestro país el drama cambia, sin haber terminado. Lleguen en un barco abarrotado, una patera de las mafias o escondidas como polizones en un camión o en un pesquero que las recogió en el mar cuando llevaban varios días a la deriva, traen un pasado de angustia y grandes cicatrices en el alma. Sean inmigrantes o exiliadas, en muchos casos han visto morir a algunos de los que con ellas intentaron la aventura de la libertad. Otras, en su huida, fueron secuestradas y quedaron en poder de los captores como esclavas. ¡Cuando van a detener las malditas guerras!

Quiero decir que hay organizaciones mafiosas o redes se extienden por varios países y  las explotan  en su país, o durante el viaje e incluso cuando llegan al destino. Algunas veces, como ha publicado El Heraldo del Henares(3 de mayo), los fuerzas y cuerpos de seguridad desarticulan algún grupo: «Tres detenidos por explotar laboralmente a inmigrantes«. «Las víctimas se encontraban en España sin documentación, ni contrato de trabajo, sin percibir salario… (así) provocaban un aislamiento social que les impide comunicarse, salir de la explotación y regresar a su país de origen».

Si proceden del otro lado del Atlántico y piensan que la lengua que comparten será su salvación, tampoco lo tienen fácil. El país a donde llegan, no suelen salir a darles la bienvenida, entonando la «Oda a la alegría» de Beethoven.

Al poco de llegar, tienen que abrirse paso como pueden, y no siempre se sienten comprendidas. Cuando llegan, con sus hijos intentan esconder su dolor o su hambre. Solo quieren una vida mejor para sus hijos.  Hay ONG que intentan informarlas y ayudar. También alertarlas de los peligros de los depredadores. Cruz Roja o Cáritas, prestan ayuda con alimentos y también capacitándolas para encontrar trabajo. Un servicio, doblemente útil.

Si encuentran pareja o se casan aquí, la aventura de la vida de las madres no termina. O sí, pero tristemente. La esperanza que traían, la confianza con que se entregaron y los sueños, algunas veces terminan en tragedia, como el caso de Carolina (32 años) en la localidad de Cifuentes. Ahí está su lápida y el recuerdo de sus hijos.

Sin llegar a esos extremos, reproduzco una conversación real, aunque…(por motivos obvios) no puede ser completa. Y la traigo como homenaje, en el día de la madre,  a las que el domingo celebran en su país, un día tan hermoso.

Estoy sola aquí en España. Mi familia está en mi país. Se me estropeó el coche y no tengo ni para arreglarlo. Mi marido solo me da de comer y las cosas de casa. Ahora estoy sin trabajo, sin dinero, sin poder volver allá, ni  separarme de él, porque no puedo sacar adelante a mis hijos. Dormimos en habitaciones separadas. Ya ni sexo ni amor. No me quiere, o ya no me quiere. No le importo. Callo, lloro, porque no quiero discusiones para que los niños no se enteren. Y no se lo digo a nadie, ni a los míos de allá, porque no me gusta hacer sufrir a nadie. Tengo un nudo en la garganta. Ya no tengo, no me quedan, lágrimas. ¿Qué sabe nadie?

-¡Qué situación tan dura y difícil!

Ni te lo imaginas. Es duro ser mujer, es duro ser emigrante, es duro ser madre, pero lo más duro es estar sola en cada una de esas situaciones. Y además, como no he podido trabajar mucho por cuidar a los niños, soy indigente, estoy a merced de todos y de nadie. No sé a quién acudir, ni puedo pedir un crédito porque ni estoy sola, ni separada, ni tengo trabajo. No tengo más que a los niños, la luz del día, y la negrura de mi depresión.

-Deberías salir, hablar, dejarte aconsejar.

Me encerré como un animal herido. Sólo tengo a los niños y cualquier queja puede llegar a saberse, y me los pueden quitar.  Eso sería mi muerte. Por lo menos mientras les hago la comida y los llevo al cole me dan vida. Ahora, como es fiesta, estoy con ellos en el parque.

No reflejo el número de hijos, ni edades, ni sexo, ni el lugar. Pero,  los lectores  saben que no miento. Si la transcribo es para alertar a la sociedad, a los funcionarios, asistentes sociales, abogados, policía, médicos y jueces de estos casos especiales. Detrás de estos hechos hay un corazón roto de madre destrozada.

La situación socio-política de los países de donde proceden, aunque no estén en guerra, la corrupción y el populismo dictatorial o los desastres naturales, hacen difícil el regreso al país de que proceden. Su familia está lejos, y muchas veces, ni se entera.  Y si se entera y proceden de un país arruinado,  poca ayuda pueden recibir desde allí. Con lo cual quedan atrapadas entre dos mundos, solas, el cielo arriba y el negro abismo a sus pies.

¿Seguro que en el siglo XXI nadie, vecinos, amigos, maestros, médicos etc., nadie  ve nada, ni puede hacer nada?

Que mi denuncia, sea un sincero homenaje de aprecio y de cariño a esas madres. También a las de allá. Y a las madres de las madres, las abuelas que, como ángeles, velan por sus hijos de allá y por los que vieron partir con dolor, hacia una vida mejor, acá.

BELMONTE
BELMONTE
Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CíViCa