La autonomía como dilema bioético, analizada por expertos de diferentes universidades españolas

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El Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de Valencia (UCV) celebró el jueves 14 de julio, en el marco de los Cursos de Verano,  el congreso «Autonomía y libertad: Límites bioéticos», en el que expertos de diferentes universidades españolas realizaron un análisis bioético de los conflictos derivados de la aplicación del principio de autonomía del paciente en la sociedad actual.

Bases filosóficas y antropológicas

La jornada fue inaugurada por el rector de la UCV, José Manuel Pagán, y continuación se desarrollaron las diferentes mesas redondas que giraron en torno a las bases filosóficas y antropológicas para entender la autonomía, la autonomía en el contexto de la relación humana, o la autonomía como dilema bioético.

Eduardo Ortiz, de la Universidad Católica de Valencia, Sara Gallardo, de la Universidad Católica de Ávila, y Juan Manuel Burgos, de la Universidad Villanueva, lideraron la primera mesa redonda en la que se fijaron las bases filosóficas y antropológicas del concepto de autonomía.

Eduardo Ortiz presentó una propuesta de solución a la muy problemática heteronomía a que suele llevar el conflicto entre los ideales de la autonomía y la autenticidad, dos perspectivas desde las que se interpreta y se trata al ser humano desde la Modernidad. Según el profesor de Filosofía de la UCV, “heteronomía, entendida como una forma de imposición de otros sobre la voluntad propia, se sitúa en el lado opuesto al autocontrol que debe conducir a la autenticidad, dependiente del grado de libertad ante posibles coacciones internas y externas. Autonomía y autenticidad conducen a la integridad personal”.

Por su parte, Sara Gallardo abordó la cuestión desde la perspectiva Personalista de la relacionalidad, estableciendo que el fin de la autonomía del paciente es su propia protección, no debiendo ignorarse el impacto que la enfermedad tiene sobre la capacidad de elección del paciente. “Su libertad no es una forma de confrontación con el ejercicio de la libertad ajena, como si de un conflicto de intereses contrapuestos se tratara, ni una simple ausencia de obstáculos para la elección, sino que cobra su sentido si existe una motivación que la anima, una dirección de sentido que la orienta. La verdadera libertad, que da sentido a la autonomía, es relacional, dinámica, procede del encuentro con el otro, con los otros y tiende al amor que da sentido al acto y define el tipo de persona que construyo con mis actos”, afirmó la profesora de Filosofía.

Juan Manuel Burgos planteó la posibilidad de elección autónoma sobre la propia vida.“Cuando la decisión de terminar con la propia vida no parece afectar más que al sujeto que decide, ¿puede limitarse su autonomía?” Desde el análisis personalista, el filósofo afirmó que “la maldad de una acción, aquella que resulta dañina aún para el propio sujeto sin parecer implicar a otros, constituye per se en un límite a la autonomía del individuo”. Finalmente, Burgos concluyó que la vida constituye un don, no autoconcedido ni programado, lo que cuestiona la posibilidad de disponer de ella absolutamente. También, las decisiones que parecen quedarse en el ámbito de lo privado, como por ejemplo la propia muerte,  extienden su influencia a los demás y les afectan.

Autonomía y relación humana

La sesión matinal incluyó una segunda mesa sobre la autonomía en el contexto de la relación humana en la que intervinieron Rafael Amo, de la Universidad Pontificia de Comillas, Montserrat Esquerda, de la Universidad Ramón Llull de Barcelona y Julio Tudela, de la Universidad Católica de Valencia.

Rafael Amo comenzó afirmando que “el principio de autonomía, que ha presidido la bioética durante años, va viendo amenazada su hegemonía desde varios frentes como puede ser la incorporación de nuevos principios. Sin embargo, hay otra vía que está haciendo variar la comprensión de este principio. Es la incorporación de la relacionalidad. Así se empieza a hablar de la autonomía relacional en la bioética feminista, en el comunitarismo, en el personalismo, en la ética del cuidado, el multiculturalismo, la ética dialógica o de las virtudes”.

Pero, ¿qué implica el adjetivo relacional aplicado a la autonomía? Para ello Amo recordó que se debe conocer el concepto relación y su historia y señaló el protagonismo que esta categoría ha cobrado en los dos últimos siglos de la filosofía. “Del análisis de algunas corrientes y ramas de la filosofía reciente se concluye cómo han asumido el concepto relación, en concreto: la antropología cultural, la filosofía de la naturaleza, la ética del discurso, la nueva antropología filosófica del siglo XX, la fenomenología existencial y la filosofía hermenéutica”. El Director de la Cátedra de Bioética de la Universidad Pontificia de Comillas terminó formulando propuestas que invocan la necesidad de confianza en las relaciones y la integración de las decisiones en la propia biografía.

Por otro lado, Montserrat Esquerda siguió profundizando en el concepto de autonomía relacional aplicada a la práctica médica asistencial. Mostró como distintos modelos filosóficos y políticos han desarrollado una forma de entender a la persona, olvidando la dimensión relacional inherente al ser humano, para afirmar que toda persona puede llegar a desarrollar su potencial, no debido a su herencia genética, sino a la interacción, la relación y el ambiente. “El ser es básicamente `ser en relación´ o un ´ser con otros´. La relación, apostilló Esquerda, es la condición de posibilidad de toda autonomía, y la fragilidad y la vulnerabilidad promueven la relación y la hacen responsable. Por el contrario, la deshumanización, la crisis de confianza en la relación médico-paciente, el síndrome de ´burnout´ o fatiga asistencial dificultan el abordaje de la asistencia como una labor compleja”.

Julio Tudela abordó el problema de los factores limitantes que condicionan el ejercicio de la autonomía personal. Como afirmó el Director del Observatorio de Bioética de la UCV, “las decisiones de los pacientes con las que sin duda hay que contar para el abordaje clínico o la investigación, están abriendo el camino a prácticas inaceptables éticamente que pretenden justificarse en el respeto a su decisión autónoma”.

“Conflictos éticos como el aborto, la eutanasia, la gestación subrogada, el consumo legal de drogas de abuso, la medicina estética, el tráfico de órganos, la muerte provocada para la donación de órganos o los procesos de transición de género, promovidos por posturas que priorizan el respeto a la autonomía de los pacientes, generan multitud de situaciones dilemáticas donde la beneficencia de las intervenciones queda cuestionada, así como el grado de libertad de las personas que eligen sin conocimiento suficiente de las consecuencias de su elección o su simple capacidad para tomarla”, apostilló Tudela.

Asimismo, el experto afirmó que “se impone la necesidad de establecer un debate bioético bien argumentado sobre la necesidad de señalar límites a la autonomía de los pacientes confrontándola con el principio de libertad y responsabilidad personalista, con el fin de formular propuestas que contribuyan a resolver esta encrucijada”.

La autonomía como dilema bioético

En la sesión vespertina, Javier de la Torre, de la Universidad Pontificia de Comillas, Luis Echarte, de la Universidad de Navarra, Emilio García de la Universidad Cardenal Herrera CEU, y Luis Vivanco, del Centro de Investigación Biomédica de La Rioja, abordaron temas como la eutanasia, la vacunación infantil, la inteligencia artificial o la medicina estética, entre otros.

Javier de la Torre incidió en la cuestión de la autonomía del paciente en el contexto eutanásico.  “La eutanasia, paradójicamente, se fundamenta en la autonomía de los individuos y tiene como requisito que las personas que la eligen lo hacen con «absoluta» libertad. La realidad es bien diferente. Los condicionamientos sociales, psicológicos, familiares, culturales, económicos, hospitalarios son más que evidentes en la mayoría de los casos. Hay unas bases sociales en el deseo de morir que apuntan la necesidad de acompañar procesos para comprender los verdaderos motivos del deseo de morir, afrontar estrategias ante el sufrimiento y las dificultades y abrir alternativas reales siempre mejores en el proceso de humanización del morir. Esto apunta a otra concepción de la autonomía. El deseo de morir manifestado esconde, en realidad, una petición de atención y afecto. Más que morir lo que se demanda es vivir de otra manera”, apostilló de la Torre.

A continuación, Luis Echarte analizó el problema de la Inteligencia Artificial, sus ventajas e inconveniente en su aplicación a la práctica médica. Trató cómo los algoritmos de caja negra –nuevas figuras seculares de los oráculos de la antigüedad– pueden llegar a inducir experiencias deterministas en la toma y recepción de decisiones a menos que se inserte dicha tecnología en una narrativa en la que la persona sea clave como elemento diferenciador y a la vez integrador entre los conceptos de computación e inteligencia, por un lado, y de autonomía y responsabilidad, por el otro.

Luis Vivanco abordó el problema de la autonomía en el contexto de la vacunación infantil de la Covid-19. Estableció la necesidad de no simplificar un problema complejo como es el conflicto entre la autonomía de los padres de cara a la vacunación de sus hijos y el resultado de Salud Pública que de ello puede derivarse. Insistió en la necesidad de hacer un análisis individualizado de los casos evitando generalizaciones que pueden conducir a errores en la práctica.

Emilio García trató el conflicto que suscita el ejercicio de la autonomía del paciente en el área de la medicina estética. “A veces el solo deseo ´autónomo´ justifica llevar a cabo este tipo de operaciones no exentas de riesgos. Desde hace años, y debido a la alta presión social por aumentar el valor de la propia imagen física, muchas personas acuden a clínicas para someterse a operaciones de embellecimiento. Pero, al mismo tiempo, están aumentando los casos de personas que confiesan no ser del todo libres y autónomas en la decisión de operarse. Fundamentalmente, se trata de personas con baja autoestima corporal, complejos corporales, obsesiones, dismorfias, presión en el ámbito matrimonial, social y laboral, miedo a la exclusión y discriminación social. En estos casos ¿cómo podemos garantizar que la decisión de operarse sea totalmente autónoma y libre y que esté incontaminada de presiones?” García planteó finalmente la no conveniencia, desde las perspectivas médica y ética, de intervenir quirúrgicamente a personas vulnerables y con una autonomía debilitada.

Todas las sesiones pueden verse en estos enlaces:

Sesión matinal: https://youtu.be/OR4SV23gIDk

Sesión vespertina: https://youtu.be/y5NNJOkjch0