«¡No cambies, aunque escuches el estruendo de las armas»

La autonomía como dilema bioético, analizada por expertos de diferentes universidades españolas
16/07/2022
Boletín de CíViCa, Nº 84, 18 de julio de 2022
18/07/2022

Por José Manuel Belmonte, Dr. En Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa. Publicado en Esperando la Luz el 6 de julio de 2022.

Las aves, que alegran nuestro mundo, lo conectan gracias a su ciclo migratorio. Los humanos solemos concretar esos desplazamientos en dos veces al año: primavera y otoño. Pero ellas, -las que migran-, realizan el primero, al renacer de la naturaleza, para concluirlo cuando comienzan los fríos. Ha sido así durante años o tal vez siglos.

Gracias a un amante de la naturaleza que es además familiar mío, P. J. Monedero, el 5 de febrero de 2022 me referí a ellos: «El nuevo ciclo que las aves indican» (enlace)

 (mochuelo tenor)

 

Hemos vuelto a hablar y acordamos volver a publicar sobre los pájaros libres y hermosos, con algunas de sus precisas y bellas capturas, por doble motivo: 1) porque están en peligro; y 2) porque, sin saber bien por qué, le dije a Soco, una amiga poeta, que había hecho un comentario sobre las aves en mi blog: «¡No cambies, aunque escuches el estruendo de las armas». ¡No he dejado de pensar en ello!

  (pico gordo)

Quiero recordar que, además de la belleza de sus plumas, su canto y su respeto por la naturaleza, son seres con una inteligencia comparable a los primates e incluso a los humanos. Con el pequeño tamaño de cerebro pueden llegar a tener el doble de neuronas que algunos primates, y cuatro veces más que otros mamíferos, pero se valoran poco, y  no se suelen conocer en la naturaleza en plena libertad.

 (verdecillo cantando)

 

1)  Están en peligro.

 Por diversas causas, el número de la mayoría de las especies hace tiempo que viene disminuyendo. Se calcula que al menos ocho especies de aves habrían desaparecido en las últimas  dos décadas y, de seguir la tendencia actual, la mitad de las especies de pájaros se extinguirán en los próximos 50 años.

Habrá, pues, que estar atentos e intentar su protección porque los pronósticos no son muy optimistas.  Por su declive poblacional han escogido 31 especies para el Ave del Año. De ellas,  al menos tres han sido incluidas en el nuevo Libro Rojo de las Aves de España. Están amenazadas, en riesgo de extinción.  Las «tres especies ligadas a medios agrarios» presentan una importante disminución en sus poblaciones debido principalmente a la pérdida de elementos naturales en el paisaje  agrario, el uso generalizado de plaguicidas y las cosechas más tempranas». Se ha abierto una votación para elegir entre: «el aguilucho cenizo, el alcaudón común y el alzacola rojizo, especies candidatas para ser Ave del Año, ya en 2022″.                 

(trepador azul)                                

(enlace)

 

 No es  nuestro objetivo, al hablar de las aves amenazadas, lanzar exclusivamente una alerta sobre ellas.  Creemos más necesario que nunca tomar conciencia del peligro que están ellas y otras especies, incluidos los humanos. El cambio climático, la deforestación y los incendios son algunas de las grandes lacras que azotan a especies. El desprendimiento de parte de un glaciar en los Alpes italianos el día 3 de julio2022, es otro serio aviso de la Naturaleza, que viene a corroborar el último Informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Hay que actuar cuanto antes, para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a escala global  e intentar limitar el calentamiento global a 1,5 °C.

 (gavilán)

La gran empresa estatal que es CORREOS, en España, ha puesto a la venta «tres packs de sellos que incluyen cinco animales en peligro de extinción: el pack 1 está compuesto por el lince ibérico, el urogallo cantábrico, el oso panda, el koala y el chimpancé; el pack 2, por el lagarto gigante de El Hierro, el oso pardo, el águila imperial, la foca monje y el tigre de Sumatra; y  el pack 3, está formada por el atún rojo, el quebrantahuesos, la malvasía cabeciblanca, el oso polar y el rinoceronte blanco.

Han decidido hacerles visibles, sobre todo para los más pequeños y que tomen conciencia,  con una especie de puzzle tridimensional de gran formato.  No es que sean «difíciles de ver»,   (www.dificilesdever.com),  es que, de seguir por el camino que vamos, pronto no podrán verlos en absoluto, porque se habrán extinguido: ¡Más te va a costar verlos si desaparecen!

(Busardo ratonero)

 

 

 

 

 

Por eso, han dejado el video siguiente:

Los cambios climáticos pueden ser naturales, pero desde el siglo XIX, las actividades humanas han sido el principal motor acelerador del cambio, debido principalmente a la quema de combustibles fósiles, como el carbón, el petróleo y el gas, lo que produce gases que atrapan el calor, pero también los incendios, la industria de las armas y las guerras

(Abubilla)

2) ¡No cambies, aunque escuches el estruendo de las armas!

El 27 de febrero de este año, escribí exactamente eso, sin saber bien por qué, respondiendo al comentario de Soco, una amiga poeta.

Desconocía entonces que Putin 3 días antes, el 24 de febrero,  había ordenado el asedio y los bombardeos a distintas ciudades ucranianas por parte de las tropas rusas.  Desde entonces hasta hoy, 8 de julio (135 días), el estruendo de las armas no ha parado.

En su momento, el ministro de Exteriores ruso Lavrov, amenaza a la administración estadounidense diciendo a Joe Biden, que sabe que la única alternativa a las sanciones económicas contra Rusia es «una guerra nuclear devastadora», que provocaría una  Tercera Guerra Mundial.

Ni los esfuerzos diplomáticos, ni la movilización de la población ucraniana para salir del país, por el conflicto armado y desplazarse a otras naciones, ni la reciente cumbre de la OTAN en Madrid, han logrado detener la espiral de violencia que no ha respetado a niños, ni a heridos, ni civiles, ni hospitales ni supermercados, ni caminos pactados para huir. Los soldados muertos, de uno u otro bando, ni se cuentan, aunque Zelensky asegura que cada día mueren entre 60 y 100 soldados de su ejército.

(Martín pescador)

 

 El estruendo de las armas utilizado por los poderosos no ha servido más que para alejar la paz, desencadenar una crisis sin precedentes que, poniendo en peligro lo que hasta ahora funcionaba y provocar una recesión que nos alcanzará a todos, sobre todo a los más débiles. Más allá de mis razonamientos y mis palabras torpes, me atrevo a constatar que solo la industria armamentística ha salido beneficiada y desde ahora sus productos serán más sofisticados y potencialmente más destructivos. ¡Nos costarán más a todos, claro!

(abejarrucos entierra y aire)

Pese al esfuerzo de los altruistas, los acogedores de quienes han tenido que huir porque lo han perdido todo, la Humanidad está desorientada, dividida, dolorida y rota. Pero…como ha dicho acertadamente Mario Vargas Llosa en «La guerra del fin del mundo»«Multiplicado, el sufrimiento se vuelve abstracto. No es fácil conmoverse por cosas abstractas». ¡Qué terrible!

La guerra ha provocado el desabastecimiento de productos de primera necesidad y, la inflación, ha hecho saltar las alarmas en numerosos países. Los políticos, se apresuran avisar que se acercan tiempos difíciles.       

(Ceba de jilgueros)

3) ¿No se podría aprender algo  de los pajarillos?

Si fuéramos capaces los humanos, de fijarnos un poco en los seres con los que convivimos y con los que somos coetáneos, especialmente los pajarillos y en general las aves,  aprenderíamos algunas cosas y tal vez fuéramos un poco más felices.

Nacen desnudos, como nosotros. Aprenden muy pronto lo esencial, casi de forma innata. Van cambiando su vestido hasta encontrar los colores que mejor les permiten camuflarse o pasar casi desapercibidos. Con imaginación e ingenio, encuentran lo que necesitan para vivir.

(Arrendajo)

 

Conocen naturalmente los tiempos y los ciclos estacionales. Descubren dónde pueden encontrar alimentos y en su caso, esconderlos o ponerlos a recaudo para recordar luego y encontrarlos. Conocen lo que agrada o disgusta a su pareja. Sienten, a su modo, y solícitos cuidan y crían a sus polluelos. Los ceban y limpian a ellos y a su nido. Les proporcionan cobijo y abrigo, contra frío, con su cuerpo y así les defienden del viento y de la lluvia. Pacientemente les enseñan a ejercitar sus alas para volar y en su momento abandonar el nido, para ser independientes.

(Perdigones)   

(Buitre leonado)

Si, como a veces sucede, algún polluelo se cae de sus nido, les animan a hacerse oír para pedir ayuda. Como padres estarán siempre atentos, les buscarán y les llaman casi con frenesí, para llevarles alimento y ponerlos a salvo de peligros. Les enseñan a arropar con sentimiento al herido -sea de los suyos, o no-.  Les muestran la forma de acercarse al solitario que encuentran, y  en su caso, también al fallecido.

Son capaces de orientarse para viajar cerca y volver  a casa. También la estrategia para  guiarse, si necesitan migrar, sin separarse de sus guías. Se alimentan con moderación. Distinguen las plantas y semillas que les convienen. Conocen las fuentes, los manantiales y los cursos del agua, porque cerca hay vida. Se comunican entre ellos y cantan agradecidos. Saben defenderse si son molestados -ellos o los suyos-. Disfrutan al volar y ascender a lo alto, donde perciben la mejor perspectiva para lo que necesitan. Las estrellas y el Sol potencian su vitalidad y sus ganas de vivir.

(Pico picapinos)

(carbonero común)

Así que, por naturaleza, como escribe mi amiga Soco, en su libro «Como pájaros de alas mojadas»... intentan remontar el vuelo… Por su fuerza y su sensibilidad de madre y abuela, os dejo el grito de su poema:

«Antibélicos»:

Dices amor.
Escribes libertad,
y tachas guerra.
Avergonzada,
Se arrodilla la tarde
en los escombros.

Lloran estrellas:

cuerpecitos de niños
sobre las olas.
Luna en el mar:
Farola en el camino
de los sin patria.

Dónde los pájaros?
Dónde, dónde los niños?

Dónde la vida?…

Después de  contemplar el jilguero de Pedro José, ¿Quién puede responder a las preguntas de Soco en el último verso?

Termino con esos versos que interrogan, y la libertad silenciosa de las aves que P. J. Monedero atrapa con su cámara, para que -como referente- hagan pensar.        

 

 

(Herrerillo capirotado)                                              Pero, debe saber el lector, que esas fotos son fruto de un gran amor a la naturaleza, requieren mucho trabajo de campo y mucha paciencia para captar el momento preciso y, si no queda bien, desplazarse de nuevo, repetir otro día, otra hora y a otra luz. Cuando la luz, el ave y la cámara sincronicen el momento perfecto, se habrá logrado captar la vida, en movimiento o fija. No se trata de disparar un arma, sino de  atrapar, en la sierra o en el monte una estampa de vida, casi irrepetible, que anime a salir de casa a quien las vea y aprecie y si fuera posible, descubrir  al artista  y al  amante de la belleza natural y de la vida en libertad que tal vez esta dentro de uno mismo.

 

BELMONTE
BELMONTE
Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CíViCa