Por José Manuel Belmonte, Dr. En Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa. Publicado en su blog Esperando la Luz el 30 de octubre de 2021
Una vez más, algunos españoles nos han situado ante la realidad que vivimos, aquí y en el mundo, y la mayoría no es consciente o desconoce. Nos han puesto ante los ojos la realidad de las personas que lo pasan mal, necesitan todo, tienen rostro humano y dignidad. Siempre esperan acercamiento, respuesta desde el corazón, no limosna ni discursos.
Estamos últimamente tan acostumbrados a discursos, noticias interesadas, y manipulación, que cuando alguien brilla por la autenticidad y la verdad, sentimos su amable poder de atracción con alegría compartida.
Entre los galardonados con los Nobel, quise destacar a los de Física 2021, porque sus investigaciones implican a los seres humanos en el calentamiento de la Tierra y el cambio climático. ¡Era esencial tomar conciencia y actuar en consecuencia! Entre lo que se podría hacer personalmente para atajar el problema, señalaba a Joaquín Araujo, el naturista, escritor, conferenciante, plantador de árboles y agricultor, como un ejemplo viviente.
También los galardonados con el Princesa de Asturias 2021, acumulan razones y méritos para recibirlos. Reconociendo su importancia envío a toda mi enhorabuena, y que hoy, me permitan fijar mi atención en José Andrés, español mundialmente conocido y paradigma del bien hacer a favor de otros, y que habla con su vida, su acción y su palabra. Desde sus cocinas, el chef parece escuchar los gritos silenciosos de los necesitados y responde: “nuestro futuro depende de que el mundo se alimente mejor”.
Acostumbrado a acercarse a los humanos en los lugares donde suceden las catástrofes, acaba de acudir a la Isla de La Palma, donde el volcán, con muchas bocas, ha dejado a mucha gente sin vivienda, sin trabajo, y sin nada. Ha compartido su galardón con las mujeres y los hombres de su ONG World Central Kitchen que “dan de comer a los hambrientos y alientan a las comunidades gracias al poder de la comida”. Además, él y su mujer, han donado la dotación del premio para los damnificados. ¡Doble generosidad!
Los desastres naturales son imprevisibles y pueden suceder en cualquier lugar del mundo. Un cocinero atento, se dedica a salvar vidas del hambre, llegando primero con el corazón y luego, con lo que necesitan. El asturiano ha dicho, aquí, que en “la Humanidad, las personas sin voz y sin rostro, esas personas que parecen sombras en la niebla necesitan a personas que las cuiden. Necesitan a personas que las traten como personas. Esas personas no quieren nuestra limosna, quieren nuestro respeto y su dignidad”.
Pueden ver su discurso sincero -un reflejo de su vida-, lleno de empatía, humanidad y solidaridad con los necesitados, en el mundo. Tiene la humildad de reconocer que en todo lo que hace cuenta con la ayuda de su mujer, la dedicación, fuerza y entusiasmo que ponen las mujeres y los hombres de sus equipos de World Central Kitchen, tanto en la cocina como en la forma de potenciar y apreciar lo que encuentran en las zonas donde se despliega su labor.
«¡Ese es el poder que tiene un plato de comida!», capaz de transformar y cambiar vidas.
José Andrés, aprendió en su familia a sobrepasar los límites de su propia profesión para ayudar; y de su socio, en Estados Unidos, aprendió también que «desperdiciar comida está mal«, pero lo que verdaderamente está mal es «desperdiciar la vida de las personas«.
a) Importa su obra, más que sus palabras.
Al contrario de lo que venden muchos medios, que están directamente comprados o manipulados, su trabajo está ahí. No es populista ni cuando habla. Raúl del Pozo el 27-10-2021, escribió: «los políticos y su lenguaje cada vez más populista, por debajo de la media intelectual y moral».
Al premiado con el «Princesa de Asturias de la Concordia 2021», no le ha importado someterse a una rueda de prensa, para explicar lo que hace. Reconoce que, a nivel mundial, la ONU y sus programas –para mejorar la situación humana en el mundo y que no haya hambre-, deberían implicar a todas las naciones y que las distintas instituciones colaboren poniendo las cuotas necesarias. Tal vez se necesitan menos teorías en Los Objetivos del Milenio, menos discursos y que cuando hablen de acabar con el hambre, la emigración, la discriminación y la desigualdad, saber que «en esas grandes conferencias, nunca se invita, ni llevan ni escuchan a una persona que realmente pase hambre; no se da voz al emigrante, ni rostro a mujeres discriminadas».
Le preguntan sobre la paradoja de que el mundo pasa hambre y sin embargo se desperdician diariamente millones de toneladas de alimentos. Responde que, se viene hablando de ello, desde siempre, tal vez para seguir sin hacer nada. «La acción sobre el terreno es lo que falta…aunque eso sea una realidad, es una gran oportunidad… poner el acento en los alimentos que se desperdician, (tal vez es) no darse cuenta que lo que se desperdicia es el futuro de las personas, que lo que realmente importa es la gente».
«Si queremos cambiar el mundo tenemos que empezar a darle voz y poner rostro a quien no lo tiene», y para ello los países y las instituciones tienen que saber qué producen, y cómo lo distribuyen para que llegue a la gente, e incluso cómo lo cocinan. Con su pequeña organización, José Andrés, cuando llegan a un país con una situación de emergencia, se quedan allí… trabajan para ver lo que a nivel cercano y local se necesita, cómo se puede potenciar lo que produce para convertirlo en su propio alimento, sin que tengan que venir los alimentos de países lejanos, y se pueda deteriorar o echarse a perder.
b) «También hay que alimentar a quien ayuda»
Ciertamente hay que alimentar a quien pasa hambre o lo ha perdido todo, «pero también a quien ayuda, como hemos hecho en La Palma«, dice. Cuando la gente se implica, es generosa y está al pie del cañón, sean individuos, o instituciones, «hay que estar allí organizando y poniendo algo de lo que sabemos y podemos hacer, para revertir la situación en el plazo más corto posible y que puedan rehacer sus vidas«. A veces se olvida. En La Palma, la ONG del cocinero coordina con una empresa el reparto de comidas y cenas. Gracias a ellos llega también el sustento a los equipos de emergencias que trabajan sin descanso y que por fin pueden degustar un plato caliente.
José Andrés, el Chef hispanoamericano, reconoce que es un emigrante y tiene la suerte de ser un puente, (como todos los emigrantes). Es consciente y sabe de dónde viene y a dónde llega, y descubre las bondades y posibilidades alimenticias de las naciones a donde llega, pero también aporta, plato a plato, las bondades de nuestro país y su gastronomía. A su nivel y con un presupuesto mínimo, hace lo que puede en distintas partes del mundo y aportando algo como embajador humano y español.
c) Responder humanamente a lo esencial.
Para cualquier ser humano la vida, la salud, el trabajo, la dignidad, el tener un plato de comida y agua para beber, es esencial. Cuando las catástrofes climáticas o medioambientales o las guerras, privan a los humanos de disfrutar de lo esencial, cualquier persona, -esté donde esté y tenga la profesión que tenga-, debe hacer lo posible, para que nadie se vea privado de ello. Nadie estamos exentos, alguna vez, de padecer esa necesidad, ni en los países desarrollados.
Por eso hay que estar atentos y no volver la cara ante quien pasa hambre, sea refugiado, emigrante, discriminado o maltratado. Es simplemente ¡tener corazón y conmoverse!
¡Es bueno que de vez en cuando, algún premio nos recuerde que hay personas con un gran corazón que han respondido a las necesidades, como humanos! Seguro que, desde la cocina, cada día, hombres y mujeres, ayudan a que podamos seguir vivos. Desde la cocina también se hace civismo si se tiene un propósito y una trayectoria vital.
El fundador de Amazon, Jeff Bezos, lo dijo expresamente cuando otorgó 100 millones de dólares al chef José Andrés, como parte de un premio «al valor y al civismo» para aquellos que dedican sus vidas a ayudar a los demás.
Efectivamente, José Andrés es un gran chef y mejor persona. El premio que acaba de recibir en Asturias, también a nosotros nos llena de orgullo. ¡Enhorabuena!