La interesada confusión entre mujer embarazada, útero grávido, y persona en gestación: una coartada mercantil

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Por el Dr. Esteban Rodríguez (Presidente de la Comisión Deontológica de Ginecólogos DAV, Miembro de CïViCa)

Pese a que algunas definiciones de la gestación o embarazo adoptadas por sociedades científicas- como la FIGO-SEGO-, o político sanitarias,-como la OMS- que redefinió su concepto en 1970 estableciendo que el embarazo  humano comienza con la implantación y termina con el parto o el aborto, no cabe duda de que ya hay vida  humana en el embrión humano que vive en una trompa uterina -o en una placa de Petri -antes de la implantación.

Es un hecho biológico que la vida de toda persona adulta comenzó a gestarse con la fusión de los núcleos de los gametos femenino y masculino, prosiguió durante los días siguientes en el medio natural tubárico -o  artificial in vitro- y continuó durante meses en la cavidad uterina hasta el parto. Incluso cuando esa fusión ha sido artificial, no se transfieren embriones no humanos o muertos al útero de las mujeres. Luego, incluso esos complejos seres vivos tan personales llamados artificiosamente “preembriones” por la industria de la reproducción artificial, ni dejan de ser seres humanos ni se les insufla vida al conseguir implantarse.

Por el Dr. Esteban Rodríguez (Presidente de la Comisión Deontológica de Ginecólogos DAV, Miembro de CïViCa)

Pese a que algunas definiciones de la gestación o embarazo adoptadas por sociedades científicas- como la FIGO-SEGO-, o político sanitarias,-como la OMS- que redefinió su concepto en 1970 estableciendo que el embarazo  humano comienza con la implantación y termina con el parto o el aborto, no cabe duda de que ya hay vida  humana en el embrión humano que vive en una trompa uterina -o en una placa de Petri -antes de la implantación.

Es un hecho biológico que la vida de toda persona adulta comenzó a gestarse con la fusión de los núcleos de los gametos femenino y masculino, prosiguió durante los días siguientes en el medio natural tubárico -o  artificial in vitro- y continuó durante meses en la cavidad uterina hasta el parto. Incluso cuando esa fusión ha sido artificial, no se transfieren embriones no humanos o muertos al útero de las mujeres. Luego, incluso esos complejos seres vivos tan personales llamados artificiosamente “preembriones” por la industria de la reproducción artificial, ni dejan de ser seres humanos ni se les insufla vida al conseguir implantarse.

Así que, aunque se diga que el embarazo comience con la implantación, es un hecho científico demostrado por la embriología, que la vida humana comenzó varios días antes. Pero, aun admitiendo que el cuerpo uterino quede “establemente” grávido cuando el embrión de una persona se implante en el endometrio del útero de su progenitora, la gestación de un nuevo ser humano es un proceso que afecta a todo el organismo femenino y no sólo a una porción de uno de los órganos de su aparato reproductor como es el endometrio del cuerpo uterino. No faltando ni a la verdad ni al rigor científico debemos asumir que lo que una gestante está gestando es una persona y que es esa persona la que está en su proceso de gestación cuando su madre está embarazada o incluso antes si está en una inhumana placa de petri los primeros días de su vida.

Desde la fecundación natural, tanto en el organismo de las personas en su fase de vida embrionaria como en el de la madre que lo gesta, comienzan la serie de procesos y cambios biológicos que caracterizan al embarazo de la hembra humana y a la gestación y desarrollo embrionario-fetal, que generalmente darán lugar al nacimiento de al menos un ser humano  único, irrepetible y personal. Tanto es así que, nuestro código deontológico (art.24.1) habla  de seres humanos embriofetales cuando exige para ellos el mismo trato que para cualquier otra persona enferma o paciente.
Resumiendo, lo que una madre gesta desde el principio es un hijo; una persona. Lo que queda encinta es la mujer en todo su ser; no sólo su útero. La gravidez uterina natural comienza -coincidiendo con el momento originario de la vida de uno o varios seres humanos-, con la fecundación natural que tiene lugar en la región tubárica del útero, y la gravidez uterina artificial con la implantación tras la transferencia embrionaria. 

En un embarazo normal el embrión humano no está muerto durante los días en que mora en la región tubárica del útero ni cobra vida cuando se implanta establemente en la región endometrial. Por ello, no se ajusta a los hechos científicos, a pesar de la SEGO, la FIGO o la OMS, definir el inicio del embarazo natural de una mujer, y mucho menos el inicio de la vida humana, en el momento de la implantación. Esa definición, siendo fieles a la ciencia, solo es cierta para el embarazo que ha sido conseguido tras la producción artificial de varios embriones humanos si han conseguido sobrevivir en un medio no natural, una vez seleccionados los más aptos han sido inyectados en el útero, y han logrado arraigar en el endometrio materno.

Nicolás Jouve de la Barreda
Nicolás Jouve de la Barreda
Catedrático Emérito de Genética de la Universidad de Alcalá. Presidente de CiViCa.