Días de solidaridad y recogida de alimentos.

Misterios y enseñanzas de la naturaleza.
02/12/2019
A veces llegan cartas…
02/12/2019

Por José Manuel Belmonte, Dr. En Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa. Publicado en su blog Esperando la luz el 21 de noviembre de 2019.

Desde hace 40 años (1979), la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) celebra el 16 octubre el día de la alimentación, con la doble finalidad: 1) concienciar sobre el problema alimentario en general y  2) potenciar-en la medida de lo posible- la solidaridad con las personas que sufren hambre o malnutrición.

1) Concienciar sobre el problema es urgente.

El drama es real ya que según cálculos de la organización, más de 820 millones de personas continúan padeciendo hambre o carecen de alimentos suficientes para comer. Por eso el tema propuesto por la FAO este año ha sido y es tratar de implicar y concienciar:  «Nuestras acciones son nuestro futuro. Una alimentación sana para un mundo #HambreCero«.

Lo que sucede es que «a pesar de los esfuerzos realizados en las últimas décadas» no se consigue llegar a muchas personas necesitadas en muchas partes del mundo.

En realidad el «HambreCero», no es que sea una utopía, -porque según los organismos internacionales se producen alimentos para 12.000 millones de personas y ahora somos 7.500- pero es verdad que el problema no se ataja de un plumazo. La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible quiere ir poniendo en marcha el programa en muchas partes del mundo.

Imaginemos que un extraterrestre llegara para descubrir las causas del hambre…

No se puede olvidar porque es muy duro, que casi una séptima parte de la Humanidad padece hambre. Que para atajarla no es suficiente tomar conciencia, también se requiere generosidad, individual y colectiva: más inversiones públicas y privadas destinadas a fomentar y facilitar la inversión en los propios agricultores y en la distribución de los alimentos que producen. No podemos quedarnos en las cifras, con ser terribles los números; es preciso imaginar el sufrimiento humano que el hambre provoca, en los niños, en las madres, en las familias, y en los asentamientos donde viven.

Un programa que se puso en marcha, hace 40 años, para atajar el problema del hambre y que sin embargo no ha disminuido… o, se desborda y aparece en otros lugares, puede tener una causa que ni individual ni colectivamente se atreven a afrontar, pero hay que hacerlo. Nadie se atreve a decir la gran verdad, (el gran descubrimiento -más valioso que el descubrimiento del fuego o la invención de la rueda), que muchos perciben: «la realidad exterior,  depende y está en función de la realidad interior«.

Los sentidos perciben hambre, violencia, guerras, pero ignoran la causa. Quienes intentan atajar lo que se percibe por los sentidos, sin poner remedio a las causas que los originan, no ponen mas que parches. Concienciar es tratar de sensibilizar. Sensibilizar es llamar la atención, mediante un «golpe a los sentidos», una información o una campaña para  «alertar» de que hay un problema: hambre, contaminación, deshielo, etc. Algo que llega a las entrañas. Dicho de otro modo: que no sigamos en la insensibilidad, cerrazón o endurecimiento.

Si en el mundo actual, con crisis o sin ella, tenemos los conocimientos precisos para hacer algo con respecto al hambre y también tenemos la capacidad de reunir dinero para resolver problemas cuando los consideramos importantes, si no se hace… algo falla.  Es verdad que también hay otra posibilidad: donar alimentos para quienes, se encuentran cerca y los necesitan (lo veremos a continuación). Las estadísticas pueden ofrecer datos, pero la realidad profunda se sitúa en otro plano: el de la consciencia, la realidad que somos y compartimos con esas personas, sus familias y los seres vivos.

Aunque todo esfuerzo es bienvenido porque la generosidad palia, en parte, los males, se constata que no existe el cambio de tendencia, ni existirá, sin no se profundiza en la evolución consciencial. «Somos ellos».

Algunos achacan el hambre a la falta de alimentos, porque las guerras impiden a los ciudadanos (hombres y mujeres) sembrar para poder comer.

2) Potenciar la solidaridad alimentaria.

La nutrición es importante: 1) para no morir de hambre, porque según los expertos hay más de 820 millones de seres humanos que pasan hambre; pero también 2) porque hay 700 millones de personas con sobrepeso, víctimas de una alimentación inadecuada (no solo en países ricos, sino también en países de renta media o baja) donde se comen poco  o se come mal, (con hábitos poco saludables).

Tan perjudicial puede ser «la carencia» de alimentos, como el «exceso» de ellos. La «malnutrición» puede acarrear, en unos, la muerte por inanición, pero también, en otros, por alejarse de las conductas de alimentación saludables: comida basura, obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares, alcoholismo, drogas, bulimia, anorexia, etc.

Los alimentos son necesarios. También una alimentación equilibrada. La creación ofrece generosamente sus frutos.  Pero no es suficiente. Hay que hacerlos llegar a quien los necesite.

Para ello ha lanzado La Jornada Mundial de la Alimentación  que se hace eco cada año del grito de quienes siguen sufriendo las tragedias del hambre y la malnutrición. El Banco de Alimentos(BdA), del 22 al 24 de noviembre  ha lanzado la campaña Gran recogida de alimentos 2019 en muchas ciudades para que, con la colaboración de numerosos centros comerciales, quien lo desee pueda donar alimentos solidarios. El BdA hacía también un llamamiento porque se necesitan voluntarios, que donen su tiempo, para poder recoger esos alimentos.

Hay otras formas de solidaridad muy importantes, que inciden en nuestro modo de actuar en la nutrición, partiendo de la naturaleza y de lo que estamos haciendo:

3.A) Además de la contaminación atmosférica, la química, envenena.

Eliminar las armas químicas y los pesticidas que ponen en peligro los alimentos, el agua que bebemos y el aire que respiramos y con ellos la propia vida humana.

No hay solo pesticidas que matan las abejas, necesarias para la polinización; hay pesticidas, que están vinculados con el cáncer, los daños cerebrales y sistema nervioso (como el clorpirifos- y los diversos nombres con los que se comercializa-). Son un peligro vital.  Se han presentado denuncias y demandas en varios países alegando que el uso continuado de clorpirifos poseía un riesgo innecesario para los trabajadores agrícolas y sus familias pero también para los niños incluso en la fase prenatal.

Algunos países han prohibido las fumigaciones aéreas de clorpirifos dentro de ciertas zonas por el peligro para el salmón y  truchas. ¿Y los animales que están expuestos directamente?

«Es el secreto más indecente de la industria química ya que lidera las ventas en todo el mundo pero está lejos del foco mediático». La industria química es poderosa, pero poco controlada. De hecho, en 2007, las autoridades indias intervinieron las oficinas que lo distribuían en el país por supuesto soborno a funcionarios,  para que el clorpirifos pudiera ser vendido en el país.

En todo caso, se constata por primera vez un aumento de tumores cerebralescáncer, enfermedades raras y degenerativas. ¿Todo es casual?

3.B) Hambre climática solidaria.

Si no es una broma que 11.000 científicos en la revista BioScience, alerten de la «emergencia climática» a que se enfrenta la Humanidad, si persiste la tendencia actual… si avisan de que podemos enfrentarnos a «un sufrimiento sin igual», es para tenerlo en cuenta.

Los ecologistas y los jóvenes se posicionan. De hecho, el grupo ecologista Extinction Rebellion (XR) ha lanzado una huelga de «hambre climática» en 27 países (entre ellos España), en protesta por la falta de acción política.

Según el comunicado del grupo: «Es delito no responder a una crisis ecológica y de nuestra civilización que, de seguir su curso, puede suponer en última instancia la extinción de la especie humana y de millones de especies». «Nos declaramos en huelga en solidaridad con la gente que muere de hambre a causa de la crisis climática y ecológica… Cada vez serán más víctimas».

Conclusión:

Los alimentos son bienvenidos y deben ser consumidos con moderación (https://youtu.be/PDg77bnZ6KE); la solidaridad alimentaria es una forma positiva de colaborar en el bienestar y el progreso de la Humanidad, comenzando por los más necesitados. ¡La solidaridad, no debería quedar reducida a una jornada al año! En el fondo, todos somos lo que somos gracias a los demás. «Nuestras acciones son nuestro futuro» ( el de todos).

En una plaza de Benavides de Órbigo (León), hay un monumento a las manos que parten el pan con la siguiente inscripción, que hace pensar: «Dona lo que tienes y no te faltará lo que necesites«.

BELMONTE
BELMONTE
Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CíViCa