Jornada Anual de Bioética de la AEBI. 30 de octubre s2 2020
Conclusiones
Finalizada la intervención de los ponentes y tras el coloquio con los participantes, la
Junta Directiva de AEBI adopta las siguientes conclusiones de la Jornada de AEBI 2020:
1. Ante la persistencia de la pandemia producida por el virus SARS-CoV-2 se requiere
una evaluación constante de la propagación del virus con parámetros adecuados y, para
ello, disponer de los medios personales y financieros. Se trata de un deber primordial
de las autoridades sanitarias pues la toma de decisiones políticas tiene que basarse
sobre datos que muestren la realidad de la pandemia en cada momento con la mayor
precisión que sea posible.
2. Se requiere de los poderes públicos reforzar el sistema sanitario, con la conciencia de
que, por un tiempo aún por determinar, tenemos que atender una nueva enfermedad
junto a la asistencia sanitaria habitual. El manejo de la COVID-19 requiere de medios
específicos de protección para los profesionales, así como de otros relacionados con el
tratamiento de los síntomas y signos clínicos de sus pacientes. Es fundamental no
exponer a los profesionales sanitarios a un grado de esfuerzo en sus tareas que los lleve
al agotamiento, al desaliento o a la pérdida de su salud psíquica. Respecto a esto último,
es muy importante no someterlos a tensiones continuas de carácter ético debidas a
escasez de medios.
3. Junto a la obligación ética de conocer lo mejor posible la realidad de la enfermedad y
disponer de los medios adecuados para paliar sus efectos, también conviene anticipar
los escenarios éticos que pueden conllevar más dificultad de resolución. Corresponde a
las autoridades sanitarias aprobar los criterios básicos para su solución respetando la lex
artis, la legalidad vigente y habiendo escuchado el parecer del Comité de Bioética de
España o, en caso de problemas de alcance autonómico, los correspondientes Comités
Autonómicos de Bioética. Todo ello porque las decisiones sanitarias o políticas no sólo
deben atender a la necesaria evidencia científica sino también a consideraciones éticas
que busquen como fin último el bien común y el respeto a la dignidad de la persona.
Repensar el sistema sanitario requiere incluir siempre la dimensión ética en todas las
medidas que se tomen. Todos los ciudadanos, debe participar activamente en las
decisiones bioéticas que deban adoptarse en estos próximos años en el ámbito de la
sanidad y la biomedicina.
4. Las autoridades sanitarias también deben prestar atención al efecto que, en las
personas y en la sociedad, pueden tener las diversas medidas que se adopten para
mitigar o contener la difusión del virus. No sólo por el efecto sobre la actividad
económica, sino también por el no menos importante en la salud física, psíquica y
espiritual de las personas. Mientras no esté en juego gravemente la salud publica hay
que generar medidas que, en lo posible, no perturben las relaciones interpersonales,
pues son esenciales para el pleno desarrollo de las personas.
5. La crisis social en la que nos encontramos no debe llevar a incrementar más el
individualismo social en el que estábamos anclados sino, más bien, a tomar conciencia
de la interdependencia en la vivimos y que es propia de los seres humanos. Es una
oportunidad de abrirnos a los otros, de configurar una humanidad en la que todos nos
cuidamos y acompañamos. No sólo los profesionales tienen la responsabilidad de la
salud de las personas sino todos los ciudadanos.
6. Después de la experiencia habida en la primera ola de la pandemia convendría
disponer de los medios y los protocolos para que las personas que ingresan en los
hospitales o que viven en residencias de mayores puedan estar acompañados y no
sufran la soledad, que puede llegar a ser tan perjudicial para la salud o incluso para la
vida, como el propio virus SARS-CoV-2.
Madrid, 30 de octubre de 2020