Por Javier Delgado, publicado en Páginas Digital el 3 de septiembre de 2023.
No es raro que Pedro Sánchez quiera dar lo que haga falta para repetir como Presidente del Gobierno, lo extraño es que algunos piensen que va a conseguir la paz social deseada.
Aestas alturas de la película ya todo el mundo sabe que Pedro Sánchez no tiene un pelo de tonto y llevará hasta sus últimas consecuencias su manual de resistencia. Lo que sorprende es la ingenuidad de algunos que creen que dando algunas prebendas al nacionalismo estos se van a conformar.
En las memorias de Leopoldo Calvo-Sotelo. Por si hay algún lector joven que no lo conozca y nadie se lo haya enseñado, fue el presidente durante los años 1981-1982. El ex presidente fue un gran intelectual, hombre de vocación europea y actor principal de la integración de España en la OTAN y la UE. Luego el felipismo culminaría su obra de integración en Europa, con gran entusiasmo y refrendaría la entrada en la OTAN a regañadientes.
Pues contaba en en sus memorias un encuentro informal entre el, en aquel momento, Rey Juan Carlos I, el entonces Presidente de la Generalitat, Jordi Puyol y el propio Calvo-Sotelo. El Rey preguntó al catalán que cómo estaba a lo que el molt honorable contestó: “aquí siempre arreglando líos con Madrid”, el ex presidente intervino diciendo: “Si no fuera por eso, ¿de qué vivirías?” ante lo que el Rey (en su saber estar e imparcialidad) no pudo evitar mostrar una mueca de sonrisa.
Pues esta anécdota de hace cuarenta años explica muchas cosas. El nacionalismo vive de generar un sentimiento, más o menos real, de agravio con Madrid, viven de una victimización constante. Le puedes dar la amnistía, le puedes perdonar la deuda, le puedas dar las competencias que quieras… ellos viven del sentimiento de ser víctimas. No son los únicos en esta época de fenómenos identitarios. En una viñeta del genial Daniel Gascón uno de sus personajes le preguntaba a otro: “¿Te acuerdas de quién dijo: la definición de la locura es hacer lo mismo y esperar un resultado diferente?” y el otro personaje respondía: “No, pero esto se soluciona dando más dinero a los nacionalistas”.
Este sentimiento de agravio constante es malo para Cataluña porque mata la creatividad e innovación que históricamente la ha caracterizado y es negativo para el resto del país porque genera una tensión continua que nos hace a todos más egoístas. Además nos hace perder de vista los problemas reales de todos también de los catalanes: educación, integración de los inmigrantes, bolsas de pobreza, vivienda, medioambiente…
La solución que algunas cabezas razonables proponen de un acuerdo de mínimos entre PP y PSOE es casi imposible no tanto por la diferencia ideológica entre ambos partidos, que no es tanta, sino porque los grandes partidos son agencias de colocación de empleo. Hay mucha gente detrás esperando enchufarse y mucha gente que estará dispuesta a apoyar al líder mienta o cambie de opinión.
Sánchez seguirá con su manual de resistencia y los nacionalistas seguirán con sus victimismo. Menos mal que en la vida cotidiana tenemos amigos socialistas, catalanes, de derecha… y nos queremos igualmente.