Dr. José Mª Montiu de Nuix, sacerdote, Misionero de la Misericordia, socio de CiViCa
La canonización de Teresa de Calcuta el día 4 de septiembre de 2016 nos abre un sensacional interrogante: ¿qué representa el cristianismo en la historia del cuidado de los pobres más pobres? La misma Teresa de Calcuta, al igual que san Vicente de Paul y san Damián de Veuster, entre otros, nos aporta la respuesta. Su vida santa nos muestra que el cristianismo aporta la misericordia cristiana hacia los pobres más pobres.
Dr. José Mª Montiu de Nuix, sacerdote, Misionero de la Misericordia, socio de CiViCa
La canonización de Teresa de Calcuta el día 4 de septiembre de 2016 nos abre un sensacional interrogante: ¿qué representa el cristianismo en la historia del cuidado de los pobres más pobres? La misma Teresa de Calcuta, al igual que san Vicente de Paul y san Damián de Veuster, entre otros, nos aporta la respuesta. Su vida santa nos muestra que el cristianismo aporta la misericordia cristiana hacia los pobres más pobres.
Vicente de Paules universalmente considerado uno de los más grandes santos de la caridad. Aumentaba sus obras de caridad a medida que iba encontrándose con nuevos necesitados. Abrazó todo el abanico de las obras de misericordia. Fueron innumerables sus obras de caridad. Se ocupó de los pobres más pobres, de aquellos que cuesta atenderlos. Los atendía contento, feliz, alegre. Se consideraba muy afortunado de poder ocuparse de los niños abandonados, de los dementes, y de tantos otros miserables. Pero, ¿cuál era la clave de obra tan ingente? Como él mismo testimonió: la fuerza y la motivación de la misma era su amor a Cristo. Sabía que si se debilitaba este amor, disminuiría su caridad para con el prójimo.
San Damián de Veuster decidió irse a vivir a la isla de Molokai. Iba allí porque dicha isla era una colonia de unos ochocientos enfermos incurables: leprosos. Aquello era un infierno: los cuerpos se deshacían hasta morir; las almas se corrompían en medio de las mayores violencias. Fue allí a ayudar a aquellas personas. Pero, para ayudarlas, debía entrar en contacto, incluso físico, con ellas. Esto significaba que le contagiarían la entonces temible e incurable enfermedad de la lepra. No obstante, quería más el bien de ellas que su propia salud. No se echó atrás. Así: enterró a los muertos, ungió con el óleo santo a los enfermos, comió con ellos, les distribuyó la sagrada comunión, dejó que los niños se acercaran a él, etc. Finalmente, como es natural, devino leproso. Fue un leproso feliz, pues si estaba enfermo era porque había amado.
Santa Teresa de Calcuta: su vida quedó marcada por el episodio siguiente. Encontró a una mujer en un basurero, medio comida por las ratas, muy dolida de que un hijo la hubiera echado allí. Teresa de Calcuta se dedicará a los pobres más pobres. Se ocupará de enfermos sucios y peligrosamente contagiosos, de quiénes caen pesadamente por las calles sabiendo que van a morir, de moribundos, de alcoholizados, de enfermos mentales, de prostitutas, de drogadictos,… Todas las personas del mundo han sabido reconocer el grandísimo valor de Teresa de Calcuta. Ella explica su labor diciendo que ella misma y sus religiosas no son médicos ni enfermeras ni meras filántropas, sino que lo hacen por Jesús y sólo por Jesús. Así pues, sólo en Jesús se encuentra la explicación de vida tan heroica.
En suma, Teresa de Calcuta, como tantos otros, reconoce que obra tan grande de caridad, y tan beneficiosa para los pobres más pobres, sólo ha podido ser llevada a término gracias a Jesús. Así pues, el cristianismo aporta una mayor caridad, un mayor bien, un nuevo Sol, para los pobres más pobres.