Reconocer el rostro sufriente de Cristo

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Dr. José Mª Montiu de Nuix, sacerdote, Misionero de la Misericordia, socio de CiViCa

Los más cristianos nos muestran que el cristianismo ha superado las mayores cimas en la atención a los dolientes. La clave de ello estriba en la concepción cristiana de la dignidad humana, en el misericordioso amor cristiano y en la ayuda divina.

Dr. José Mª Montiu de Nuix, sacerdote, Misionero de la Misericordia, socio de CiViCa

Los más cristianos nos muestran que el cristianismo ha superado las mayores cimas en la atención a los dolientes. La clave de ello estriba en la concepción cristiana de la dignidad humana, en el misericordioso amor cristiano y en la ayuda divina.

Para el cristiano la dignidad de la persona humana es tan excelsa que ha llegado a costar la sangre de Quién es verdadero Dios. La admiración embarga el corazón cristiano al considerar que Cristo, perfecto Dios, ha dado su vida, muriendo en la cruz, para la salvación de los hombres. Cada alma ha costado su muerte en cruz. Dignidad personal, ésta, que se encuentra también en los que parecen más repugnantes. Más aún, el cristiano, en los dolientes, en los necesitados,…, descubre la presencia de Cristo. Ya que, lo que hagáis a uno de estos sufrientes, lo hacéis a Cristo. De aquí que los grandes enamorados de Dios, ardiendo en un amor sobre todo amor, sin reparar en esfuerzos, hayan llegado a hacer tanto en pro de enfermos, sufrientes,… Dios los ha sostenido con su fuerza. Siguen algunos ejemplos de almas misericordiosas para con los dolientes.

San Juan de Dios(1495-1550), patrón del personal hospitalario: se le considera el creador del hospital moderno. No se limitó a atender enfermos, se ejercitó en todas las obras de misericordia. No teniendo medios suficientes para realizar tanto bien, hacía más de lo que podía. En consecuencia, se endeudaba. Pero, cuando se endeudaba, lo hacía confiando en que la divina providencia, que multiplica los panes y los peces, solucionaría el problema. Logró así realizar un ingente bien a enfermos, dolientes,…

San Camilo de Lelis(1550-1614), patrono de los enfermeros: principalmente exigía a sus colaboradores que tratasen a sus enfermos con ternura. Quería que lo hicieran como una madre trata a sus hijos enfermos. Varias veces exclamó: ¡quiero ver más afecto materno! Sabiendo que en el enfermo está presente Cristo, tomaba a los enfermos en brazos con afecto y diligencia tales que parecía manejar a Cristo. De aquí que se arrodillara ante un pobre enfermo. Lloró considerando que en los pobrecitos se encuentra presente Cristo. Ayudando a los dolientes, ayudaba al rostro sufriente de Cristo.

San José Benito Cottolengo(1786-1842): es universalmente conocida su “Casa de la Divina Providencia”. Estaba abierta a todos los que no tuviesen dónde poder estar. Se encontraba abierta a todos los necesitados, también a los más repugnantes e incurables. En la misma eran tratados con caridad, con amor, como en familia. Para poder atenderlos se confiaba en la ayuda de la divina Providencia. La clave de todo su actuar estaba en reconocer en los pobres la presencia de Cristo. Así, pues, procuraba servirlos, considerándolos como patrones suyos, principalmente los que fuesen más repugnantes. Había que servirles, pues, con amor, con entusiasmo, con alegría.

En suma, sólo el cristianismo ha sido capaz de acariciar al doliente de una manera tan sublime y hermosa.