Por Roberto German Zurriaráin, Doctor en Filosofía. Licenciado en Teología. Profesor de Didáctica de la Religión de la Universidad de La Rioja, publicado en Blog de Roberto Germán Zurriaráin el 4 de Noviembre de 2017
Los Cuidados Paliativos nacieron en los hospices británicos en los años 60 de la mano de la enfermera Cecily Mary Saunders: organizaciones de carácter no lucrativo a la búsqueda de soluciones específicas para cubrir las necesidades básicas de los pacientes en fase terminal y sus familiares.
Estos hospices consiguieron desarrollar un modelo de atención integral y de organización interna, con un trabajo interdisciplinar, innovador y con resultados excepcionales de efectividad y satisfacción, centrados en las últimas semanas de vida de los enfermos, con cobertura pública relativamente escasa.
Desde los años 90, los servicios, equipos y programas de Cuidados Paliativos se han extendido rápidamente en los países desarrollados con referentes de todo tipo y en todos los ámbitos de los Sistemas de Salud. Este proceso de expansión constituye el hecho cualitativamente más relevante en la evolución del Sistema Sanitario Español convirtiéndose en una consolidada área médica. El desarrollo en la red del Sistema Salud de Unidades de Cuidados Paliativos suficientes está provocando un descenso de las peticiones de eutanasia o de suicidio asistido.
En este sentido, la definición de la O.M.S. subraya que los Cuidados Paliativos no deben limitarse a los últimos días de vida, sino aplicarse progresivamente a medida que avanza la enfermedad grave y en función de las necesidades de pacientes y familias. Por esta razón, la medicina paliativa se va extendiendo paulatinamente no solamente a los enfermos terminales oncológicos, sino también, a los enfermos afectados por otras enfermedades no curables.
Dicho de forma sumaria, el servicio médico de Cuidados Paliativos atiende al ser humano de manera integral con el objetivo de proporcionar bienestar físico, psicológico, social y espiritual al enfermo terminal y no sólo la ausencia de enfermedad física.
Por tanto, es fundamental tener en cuenta que cada una de estas dimensiones, interrelacionadas entre sí, influyen decisivamente en el estado de salud general del paciente, de tal modo que una alteración en el estado de cualquiera de ellas repercutirá, indudablemente, en las restantes.Hay que afirmar que la solicitud de atención profesional cálida y respetuosa con los derechos del enfermo en situación de enfermedad terminal encuentra una respuesta comprometida en los Cuidados Paliativos.
Por eso y conforme a estas apreciaciones sobre los Cuidados Paliativos, una comprensión antropológica correcta sería aquella que considera que el ser humano, cuando enferma, enferma no únicamente en su dimensión biológica, sino el ser humano integral.
Ciertamente, la enfermedad y el dolor, como expresión de la fragilidad y limitación de los seres humanos, no son asuntos puramente físicos. Por consiguiente, no es suficiente una medicina que luche exclusivamente contra la enfermedad física, sino que se precisa de una medicina que trate la enfermedad desde la realidad humana en toda su integridad: y a esto es a lo que se dedica el área médica de los Cuidados Paliativos.
Luego, los cuidados paliativos son la forma más humana de morir, porque establecen principios y valores en el sistema sanitario centrados en las necesidades y demandas de los enfermos y sus familias.
Además, esta “nueva” área médica se fundamenta en la toma de decisiones basada en la ética clínica, en el respeto por los valores y la dignidad en la atención.