Entre la llama y el que llama: un mundo ciego y sordo

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Por José Manuel Belmonte, Dr. En Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa. Publicado en su blog Esperando la Luz el 18 de abril de 2021.

Viajar, ver y escuchar, pueden complementarse y ayudar a entender, si se tiene deseo de aprender. Pero siempre hay que recordar.

«La llama» y «el que llama», están separados por cientos de kilómetros. Se encuentran en naciones diferentes. Pero tienen una misma finalidad: atraer la atención de quien llegue hasta allí, y… dedique un instante a pensar.

Además, «el fuego» ilumina, y la «voz» del que llama, sobre un pedestal, transmiten a su modo un mismo mensaje, en idiomas diferentes, pero fácilmente comprensibles para todos los humanos: la paz.

Tienen en común, que sea de día o de noche, en cualquier estación que se visiten, no cambian aunque pase el tiempo.

Curiosamente la llama a la que me refiero, se encuentra a la puerta misma de la Justicia, y la otra, a pocos pasos del monumento a la Victoria. Por extraño que parezca, su lenguaje es único y unívoco: llaman al mundo y a los humanos, sin palabras, son símbolos.

1) «La llama de la paz mundial» arde junto al Palacio de la Paz, en La Haya (Países Bajos). 

He tenido la suerte de haberlo visitado y escribir sobre ello en varias ocasiones. Ni el Palacio ni la llama están allí por casualidad. Tienen una causa al ser ideas de personas que soñaron lo imposible: la paz. En el siglo XIX unos visionarios anunciaron que el camino de las armas y la guerra no conduce más que a la destrucción y al colapso económico, tanto para los vencidos como para los vencedores.

Un hombre y una mujer, de países diferentes, tuvieron una influencia decisiva en Europa. J.S. Bloch, publicó «La guerra futura», donde “predijo” casi todo lo que sucedió en el s. XX, con la sola excepción de la bomba atómica.

En 1889, una austriaca culta, escritora, periodista y pacifista llamada Berttha Kinsky Von Suttner, a sus 46 años, publicó la novela Die Waffen nieder! (¡Abajo las armas!). Su influencia fue enorme y decisiva para promover la paz. En 1905 recibió el premio el Nobel de la Paz. En ese clima propicio a la paz, surgieron ideas para conferencias de paz, denominadas de «Unión interplanetaria». El Zar Nicolás II, a través de su ministro Muraviev, propuso a las naciones europeas la conveniencia de reducir los armamentos y de celebrar una conferencia de distensión. No fue aceptado reducir el armamento, y ahí estamos. La otra invitación de una conferencia internacional o interplanetaria, fue acogida con entusiasmo por los gobiernos europeos. La conferencia se celebró en mayo de 1899, en La Haya.

Como fruto de la Conferencia, las potencias occidentales acordaron levantar en La Haya el Palacio de la Paz con la intención de presionar a los parlamentos para que se firmaran acuerdos entre las naciones y aceptar someter sus conflictos al Tribunal de La Haya. Así que «La llama» llegaría allí, después de que el Palacio de la Paz existiera y se convirtiera en Palacio de Justicia, albergando al Tribunal Internacional de Justicia.

El Palacio de la Paz, sería financiado por el estadounidense Andrew Carnegie. Se convocó un concurso internacional por la «Fundación Carnegie». El diseño ganador fue del arquitecto francés Louis M. Cordonnier. En 1907 se colocó simbólicamente la primera piedra durante la Segunda Conferencia de la Paz de la Haya y la construcción se inició pronto.

Cordonnier y su socio holandés Van der Steur, tuvieron que ajustar el diseño al presupuesto, con algunos cambios. Pudo construirse, gracias a la Fundación patrocinadora, y a la colaboración de países de todo el mundo. Su estilo es neo-renacentista. La ceremonia de inauguración tuvo lugar el 28 de agosto de 1913.

En su interior, pueden apreciarse algunas de esas donaciones extraordinarias y el país que hizo la donación, si se tiene la suerte de acceder en visitas guiadas, donde muestran floreros, puertas, mármol, fuentes, alfombras, tapices, el reloj de la torre, las maderas y estatuas, bustos y retratos de personajes partidarios de la paz, de diferentes países y épocas.

Desde 1946, el Palacio de la Paz, es la Sede del Derecho internacional, pues alberga el principal órgano judicial de la Organización de las Naciones Unidas: La Corte Internacional de Justicia, la Corte Permanente de Arbitraje, la Academia de Derecho Internacional y la Biblioteca del Palacio de la Paz. La Corte Internacional de Justicia es la encargada de decidir las controversias jurídicas entre Estados.

La llama de la Paz Mundial encontró el enclave perfecto, a las puertas del Palacio de la Paz y Sede la Justicia. El principal objetivo del Palacio de la Paz, es hacer posible la paz mediante la justicia o el arbitraje. Una paz que no es justa no puede llamarse paz. Allí quedó instalada en 1999 como recuerdo permanente. Es una llama especial, venida de los cinco continentes que se unieron para crear Theworld Peace Flame.

En realidad la llama es un símbolo y un deseo, un camino que hay que andar, no una meta. No está ahí por los caídos de cualquier bando en las diferentes guerras, sino porque los vivos la necesitan. La paz es un estado, que aúna voluntad y justicia, todo en uno. Es búsqueda, es trabajo y además gozo. Es todo lo contrario de agitación, provocación o guerra. Fue entendido como camino, The World Peace Pathway. Y allí, junto a la llama, en todos los idiomas, se encuentra la palabra PAZ (Pude hacer algunas fotos).

Y camino real, porque la Llama de la Paz Mundial, en 2004, todos los países y regiones del mundo se unieron para construir el camino de la Llama de la Paz Mundial y crear una sola declaración de paz – la primera vez en la historia que esto ha ocurrido-. El magnífico Sendero de la Llama de la Paz Mundial fue construido alrededor del monumento de la Llama en La Haya. En un conmovedor despliegue de cooperación y solidaridad, embajadas y cancillerías y regiones del mundo contribuyeron con piedras propias que representaban el anhelo y compromiso de su nación por la paz. Para el camino resultante incluyó las contribuciones de 197 países y regiones y representan a toda la Humanidad.

Además, recuerdan que la paz es más un proceso que una conquista algo a lo que todos debemos aspirar; o mejor, conseguirlo entre todos. Pensaban, quienes la emplazaron allí y la mantienen encendida, que la voluntad de concordia y la justicia depende de los hombres que aspiran a la paz, pero no solo de ellos. Para abrazar la paz hace falta un corazón y unos sentimientos de respeto y de concordia, pero además se solicita una oración a quien lo lea.

 2) «El que grita, llama o alerta» 

Alemania, es un pueblo que ha sufrido lo inimaginable y es también un lugar, donde la Humanidad ha sufrido lo indecible. Berlín, su capital, y ejemplo.

La estatua, «Der rufer», está situada en pleno centro de la Calle 17 de junio, de Berlín, a pocos metros de la Puerta de Brandeburgo, uno de los principales iconos de la capital alemana, símbolo del triunfo de la paz sobre las armas.

La Puerta de Brandeburgo original, fue inaugurada en 1791, pero la que se puede ver hoy día, es una copia hecha en Berlín oeste en 1969, ya que la original quedó destruida durante la Segunda Guerra Mundial.

Es conveniente recordar, según el Canal de Historia, que: «El 24 de junio de 1948 dio inicio uno de los primeros y más simbólicos episodios de la Guerra Fría, el bloqueo de Berlín occidental. Tras la Segunda Guerra Mundial Alemania quedó confiada a la administración de los aliados y Berlín fue dividida en cuatro zonas bajo control de la URSS, EE. UU. Francia y Gran Bretaña. En el marco de la escalada de tensión entre las potencias comunistas y capitalistas, la URSS decidió bloquear por tierra las zonas aliadas de Berlín aprovechando la ubicación de la ciudad en el territorio alemán que se hallaba bajo su control. La reacción de Estados Unidos y sus aliados fue inmediata organizándose un gigantesco puente aéreo entre los tres aeropuertos de Berlín y los trece de la zona alemana bajo control occidental. En 323 días se transportaron por esa vía cerca de 2 millones de toneladas de mercancías para garantizar los suministros. El bloqueo se mantuvo hasta mayo de 1949 y contribuyó de forma decisiva a la cristalización de la división de Alemania, creándose en mayo de 1949 la RDA y en octubre del mismo año la RFA» (ver enlace).

Así que Alemania quedo dividida y también Berlín. La Puerta de Brandeburgo quedó en tierra de nadie, atrapada entre el este y el oeste y prácticamente sin acceso a la misma, por el Muro, desde 1961 y durante 28 años posteriores. El muro medía 155 kilómetros: 43 dividiendo la ciudad, y 112 entre Berlín Oeste y el resto de la RDA. El 9 de noviembre de 1989 cayó el Muro.

La Puerta de Brandeburgo recuperó el prestigio que se merece y los visitantes no suelen irse sin visitarla y sin llevarse una foto de la misma y de su estancia.

Con ser todo eso cierto, muchos no conocen la importancia de la cercana calle Tiergartenstrasse 4 (calle del Jardín Zoológico, número 4) y, quienes lo conocen, se refieren a ella simplemente como Aktion T4. En esa calle cercana existió, un centro de acciones o de operaciones de eutanasia y exterminio, desde 1939 a 1945. Clemens von Galen, fue el opositor más contundente, contra esa política al comienzo del Tercer Reich.

Cerca de Berlín, el Campo de Concentración de Sachsenhausen fue uno de los más importantes de la Alemania Nazi. Fue construido en 1936 y en poder de los nazis hasta 1945. Luego pasó a manos soviéticas, con funciones parecidas, especialmente contra los nazis.

El número de personas, que pasaron por esos lugares es de varios cientos de miles. De las víctimas dan idea además de la historia, los numerosos monumentos levantados en su homenaje y que rodean Berlín.

Como decía, a pocos metros de Puerta de Brandeburgo, en medio de la calle 17 de junio, se encuentra la estatua de 3 metros «Der rufer», el voceador, el que llama, o grita: «¡paz!».

La palabra PAZ, está grabada al pie de la estatua. «Yo voy por el mundo y grito ‘paz, paz, paz» que es una cita del poeta Petrarca grabada en la base de la escultura. En 1966, el escultor y grafista Gerhard Marcks construyó esta escultura de 3 metros de altura.

Desconozco en que momento «Der rufer» de Gerhard Marcks, fue colocada en medio de esa amplia avenida, con bastante tráfico y contaminación. Es una estatua de bronce, de la figura humana -no está claro si es hombre o mujer-, con las manos junto a la boca para hacerse oír. Es una figura solitaria, que parece gritar de forma incansable: ¡paz!¡paz¡¡paz!

Paz, es solo una palabra, que solo si alguien la escucha, puede llenarla de significado. Entre la Llama de la paz del mundo y el que llama a la paz, puede haber un mundo ciego y sordo. Mi amigo Fackel no podía ser más claro, en su escrito de este mismo abril: «¿Sabes lo que pienso, José Manuel? Que estamos todos sordos, ciegos y cada vez más mudos. Salvo para la estupidez, que es lo que se lleva en ciertas instancias y da la impresión que arrastra cual Flautista de Hamelin a las masas«(ver enlace)

BELMONTE
BELMONTE
Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CíViCa