A buen entendedor…

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Por José Manuel Belmonte. Dr. En Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa. Publicado en Esperando la Luz el 5 de diciembre de 2022.

Tanto a nivel mundial como nacional, los ciudadanos buscan más claridad y más sinceridad. Ha sido así siempre, pero ahora con los medios a su alcance,  se puede descubrir la mentira o la verdad, el interés o el por qué se hace lo que se hace.

Históricamente los referentes, desde Grecia y Roma a nuestros días, han ido mostrando señales que indican el deterioro de una sociedad en peligro.

Más que testigos de la evolución, los «pensadores» han mostrado las fases de la «revolución  humana«, cultural, política y social; y sus aciertos o incoherencias.

Repasando la historia uno se da cuenta de que la verdad, el bien, la justicia y el sentido común alertan de que «nunca es segura la alianza con el poderoso» (T. Phaedrus, 1,5,1). La sombra del poder no es incolora ni insípida. Es interesada.

Por eso, el pueblo y la justicia deben vigilar que no se salten las líneas rojas y se llegue a la guerra o al descredito de las más importantes instituciones.

Los hechos descubren que «no se puede saber de lo que uno es capaz si no se ha puesto a prueba«, Publilius Syrus.  Cuando se descubre la verdad, el votante no puede quedar indiferente.

Ir al fondo no es fácil. La verdad o la mentira, tal vez haya que descubrirla, porque esta oculta, interesadamente clasificada. Es posible que haya: «Secretos de Estado frente a la verdad histórica», como dijo Manuel Cerdán. «La calidad democrática de un país se mide, entre otras muchas cosas, por el nivel de transparencia de sus instituciones y el acceso de los ciudadanos a la información en poder de las autoridades». Y para conocer la verdad de los acontecimientos sociales y políticos de nuestra historia reciente, sería bueno que un equipo pudiera acceder a los documentos  «desclasificados». Y que no prime el castigo, o la multa sobre los hechos, sino «la verdad». «Seguimos en las mismas: secretismo y oscurantismo frente a la verdad histórica, mientras existe barra libre sobre la memoria histórica de un solo signo» (ver enlace).

Hoy, el pueblo asiste atónito, a los vaivenes de quienes integran las coaliciones y la repercusión en el alza de los precios, de los impuestos y menoscabo de las libertades. «La tensión y el insulto diario extienden la idea de que los pactos son indeseables» (ver enlace)

No puede saltarse el principio básico de legalidad. Saltar la legalidad suele ser el colapso total del estado, como diría Cicerón. «Un pueblo que ya no tiene solución, que vive ya a la desesperada, suele tener estos epílogos letales: se rehabilita en todos sus derechos a los condenados, se libera a presidiarios, se hace regresar a exilados, se invalidan las sentencias judiciales. Cuando esto sucede no hay nadie que no comprenda que eso es el colapso total del estado; donde esto acontece nadie hay que confíe en esperanza alguna de salvación» (Cicerón, Contra Verres, II, 5,12).

1.- De las palabras y los sueños, a los hechos.      

Algunos, periodistas como Ana Rosa, dicen que «Pedro Sánchez una vez fue  Martin Luther Kiing, pero al revés. En lugar de un sueño, tuvo una pesadilla. Gobernar con  Podemos no le dejaba dormir. Fue cambiar el colchón de La Moncloa y los apoyos de Podemos se convirtieron, para él, en una auténtica nana…  El secreto de Sánchez para dormir no es contar ovejas, sino votos... Con los votos de Bildu ya tiene los suficientes para no desvelarse. Bildu se ha convertido en el socio más preferente para el PSOE. A Bildu le ha concedido el tope del precio de los alquileres que reclamaba Podemos, también ha entregado a Bildu la Guardia Civil. Entregar a Bildu la Guardia Civil, aunque sea la de tráfico es muy doloroso y simbólico para el cuerpo, que se ha desangrado en Navarra. Esta cesión histórica también coloca a Bildu por encima del PNV, con los que Sánchez acordó esto mismo en 2019… Para conciliar el sueño, a Sánchez ni siquiera le hace falta la melatonina de los votos de Esquerra Republicana de Cataluña, aunque continuará con la rebaja de la sedición para asegurarse la fase rem, esa fase del sueño. El colchón viscoelástico de Moncloa se adapta al cuerpo de cualquier socio. Atrás quedaron las palabras que le dijo Sánchez, en 2015, en la televisión navarra a su entrevistador: Con Bildu no vamos a pactar, si quiere lo digo cinco veces o veinte. Con Bildu no vamos a pactar’. Y ya ven, Bildu ha pasado de ser el coco a convertirse en el socio que mece la cuna«. (ver enlace)

Raúl del Pozo habla de «Gobierno contra estado». Ya que  «nunca, desde la Segunda Guerra Mundial, un Parlamento europeo había subvertido el orden constitucional».(ver enlace)

«El Consejo de Europa critica que la renovación del Poder Judicial esté en “punto muerto” (ver enlace)

Hoy en España, la prensa hace público el nombramiento de Juan Carlos Campo para el Tribunal Constitucional (TC). El ex-ministro Campo que negó el saqueo de los ERE, muñidor de los indultos por malversación y por sedición. Le han abierto la puerta giratoria hacia el Constitucional.

El jefe del Ejecutivo además del ex-ministro de justicia, ha nombrado también a Laura Díez Bueso, alto cargo en La Moncloa hasta abril y conocedora de la Generalitat. Ambos juristas deberán analizar la constitucionalidad de las leyes promovidas por quien les ha ascendido. Quieren blindar pactos, leyes, sumar votos y ganar tiempo. (ver enlace)

La «erosión de la Justicia» desde hace años, más que una falta de respeto entre instituciones, ha sido la gran apuesta para controlar la Justicia y el Tribunal Constitucional» (ver enlace).

Asistimos, a una grave crisis institucional contra la independencia de poderes.

1.- Nosotros, el pueblo.

Ronald Reagan, hace 33 años, en 1989 a final de su mandato hizo un balance de su periodo en la Casa Blanca y resaltó algunos de los puntos esenciales de la Constitución de Estados Unidos.

El discurso titulado «We the people»,  que no suele estudiarse, ni citarse, en la universidad, ni por los partidos ni por los ciudadanos, pero tiene una clave, que puede afectar a «nosotros, el pueblo», en cualquier país democrático.

Tiene sentido el plural «nosotros, el pueblo«, y cada uno de quienes lo integran.  Sirvió y sirve para reforzar el papel limitado del gobierno y su valor inalienable. Los gobiernos y su poder lo suelen olvidar, más cuanto más borrachos de poder.

«Nosotros, el pueblo», que apunta a la responsabilidad de enfrentarse a los males de la Nación desde el individuo-plural (el ciudadano de a pie «nosotros») libre, que puede y debe limitar la libertad y el poder del gobierno, si traspasa determinados límites.

 En menos de 2 minutos, puede apreciarse un brillante pensamiento de actualidad.


«La nuestra fue la primera revolución en la historia de la humanidad que realmente revirtió el rumbo del gobierno, y con tres pequeñas palabras: «Nosotros el pueblo». «Nosotros el pueblo» le decimos al gobierno qué hacer; no al revés. «We the People» somos el conductor; el gobierno es el coche. Y decidimos adónde debe ir, por qué ruta y qué tan rápido. Casi todas las constituciones del mundo son documentos en los que los gobiernos le dicen a la gente cuáles son sus privilegios. Nuestra Constitución es un documento en el que «Nosotros el Pueblo» le decimos al gobierno lo que se le permite hacer. «We the People» somos libres. Esta creencia ha sido la base subyacente de todo lo que he intentado hacer estos últimos 8 años.

Pero allá por la década de 1960, cuando comencé, me parecía que habíamos comenzado a invertir el orden de las cosas: que a través de más y más reglas y regulaciones e impuestos confiscatorios, el gobierno estaba tomando más de nuestro dinero, más de nuestras opciones, y más de nuestra libertad. Entré a la política en parte para levantar la mano y decir: «Detente». Era un político ciudadano y parecía lo correcto que podía hacer un ciudadano.

Creo que hemos detenido mucho de lo que era necesario detener. Y espero que hayamos recordado una vez más a la gente, que el hombre no es libre a menos que el gobierno sea limitado. Aquí hay una clara causa y efecto que es tan clara y predecible como una ley de la física: a medida que el gobierno se expande, la libertad se contrae».

3.- ¿Está en peligro nuestra democracia?

No consiste la democracia en poder votar libremente, cada cierto tiempo, y que «ellos» hagan lo que quieran con tu voto.  Habrá que saber qué se ha hecho, o que se va a hacer. Con eso se podría saber si se escucha a la gente, si se quiere cambiar o si no importa más que sumar votos para llegar a donde sea, con los apoyos que sea. Todo depende de lo que se tiene, lo que se quiere y lo que se está dispuesto a pagar o que otros paguen.  Por ejemplo: Se sabe que el Gobierno concedió a los nacionalistas 1.200 millones en 72 horas para amarrar los Presupuestos. (ver enlace)

La gente en general o «nosotros, el pueblo«, constata que se está produciendo el mayor retruécano político posible, a la vista de todos ya que quien llegó al poder gracias a criticar la corrupción del adversario M. Rajoy, se mantiene en él poder gracias a la despenalización de la corrupción y la malversación democrática. (ver enlace)

Hay miles de opiniones de pensadores, de informadores, periodistas, que diariamente dicen lo que piensan, pero solo algunos responden a la pregunta.

Desde Galicia, Roberto L. Blanco Valdés, catedrático de Derecho Constitucional en la Universidad de Santiago, desde su columna  «EL OJO PÚBLICO», observa la realidad con visión crítica, comprometida con el pluralismo, la libertad y la democracia, y ha respondido sin miedo ni tapujos: «Sí, nuestra democracia está en peligro» (ver enlace)

 Razona su idea; porque 1) una jueza, «solicita a los medios de comunicación que no informen sobre los recursos presentados para la reducción de condenas por una modificación del Código Penal hecha con los pies;  2) porque se rompe el principio de igualdad de las penas, dependiendo del sexo, de las personas; 3) porque se aspira al delirio de cambiar la memoria histórica de cada ciudadano, por una «memoria democrática» que se fija desde el poder…y esa ley se pacta con los herederos  de los más fieros enemigos que ha tenido nuestra democracia desde 1977; 4) Porque la ministra portavoz del Gobierno tiene la ocurrencia de reservar en los medios de comunicación, un espacio para la información gubernamental; 5) cuando se indulta a unos sediciosos de un crimen que afirman volverán a cometer…y se pacta con sus herederos equiparar -para rebajar las penas- desordenes públicos con un golpe de estado; 6) cuando desde el gobierno se desacredita , sin tregua, al poder judicial y se desprecia al Parlamento; y  7) cuando muchos ciudadanos que saben de qué va, aplauden -por meras razones de partido- todos los desaguisados anteriormente enumerados.

Tal vez se podría añadir,  que  no  se deben confundir los actores de lo sucedido en 2017, con las víctimas, porque no lo son. La víctima de la insurrección independentista de 2017 fue el Estado como expresión institucional del pueblo. (ver enlace)

¿Por qué no dejar que la Justicia, haga su trabajo si el gobierno no es el abogado de lo sucedido?

Hace ya siglos, CICERON dijo que «Aquel cuyos oídos están cerrados a la verdad, hasta el punto de no poder escucharla de boca de un amigo, puede darse por perdido», ( Lelius, de amicitia, 24,90)

Recordemos las palabras de Reagan: «el hombre no es libre a menos que el gobierno sea limitado. Aquí hay una clara causa y efecto que es tan clara y predecible como una ley de la física: a medida que el gobierno se expande, la libertad se contrae».

Si se tuviera la capacidad de escuchar, con citar la primera parte del refrán, «a buen entendedor…» sería suficiente.

BELMONTE
BELMONTE
Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CíViCa