Por Justo Aznar, Director del Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de Valencia. Observatorio de Bioética, Instituto de Ciencias de la Vida. Universidad Católica de Valencia. Miembro de CiViCa. Publicado en el Observatorio de Bioética de la UCV, el 1 de octubre de 2020.
Las mascarillas no sólo pueden prevenir las infecciones, sino también disminuir la gravedad de las mismas en caso de que se produzcan, según un reciente artículo publicado en la prestigiosa revista New England Journal of Medicine
El debate social sobre el uso de las mascarillas para prevenir la infección por el coronavirus es generalizado, pero parece que su uso para prevenir la transmisión a partir de infectados asintomáticos, es ampliamente admitido. Realmente esto es, a nuestro juicio, muy importante, porque la mayoría de las infecciones se producen en el ámbito social donde personas asintomáticas pueden contagiar a otras, ya que normalmente cuando el virus ha desencadenado la Covid-19, los enfermos están aislados y por tanto es más difícil que puedan contagiar a una persona sana.
Sin embargo, ahora se añade otro factor más para aconsejar el uso de las mascarillas, según se publica en un reciente artículo en la prestigiosa revista New England Journal of Medicine. En él se afirma que la mascarilla no sólo reduce la posibilidad de contagios, sino que también favorece que gran proporción de las infecciones que se puedan producir, sean asintomáticas o más benignas, es decir, reduce la posibilidad de que en los infectados se desarrolle una enfermedad grave.
La Covid-19 tiene la característica de producir una gran variedad de manifestaciones clínicas, desde ser asintomática, hasta neumonías, distrés respiratorio agudo, e incluso la muerte. En relación con ello, recientes datos, parecen demostrar la hipótesis de que el uso de la mascarilla facial reduce la severidad de las infecciones entre las personas infectadas. Esto es posiblemente porque la gravedad de dichas infecciones es proporcional a la cantidad de virus que se reciben al inocularlos; pues si la dosis de virus recibida es elevada se puede desregular el sistema inmune del sujeto y consecuentemente aumentar la gravedad de las infecciones. Es decir, la cantidad de virus inoculados es fundamental para determinar la severidad de la Covid-19; por lo que una razón más para utilizar las mascarillas, es que éstas pueden disminuir el impacto clínico de la infección.
Si esta teoría es cierta, que así lo parece, es muy importante desarrollar mascarillas que favorezcan su aceptabilidad por los usuarios, pues si se consiguen mascarillas menos molestas, se puede contribuir a que se utilicen más ampliamente y a que por tanto contribuyan a reducir el número de infectados y a que las personas infectadas sean asintomáticas o muestren un cuadro clínico más ligero.
Aumentan las infecciones asintomáticas
En relación con ello, se sabe que al inicio de la pandemia, el índice de infecciones asintomáticas por el coronavirus era aproximadamente de un 40%, según datos del CDC norteamericano publicados el julio pasado, pero estas infecciones asintomáticas ha aumentado al 80% tras el uso universal de la mascarilla, por lo que, de acuerdo con ello, los países que lo han adoptado, han reducido significativamente el que la infección por la Covid-19 produzca enfermedades graves e incluso la muerte. A lo que nosotros añadimos que posiblemente en esta segunda oleada de la Covid-19 el que las infecciones que se producen sean menos graves, e incluso asintomáticas, no solamente puede ser debido a que los infectados son más jóvenes, sino también al uso casi universal de las mascarillas.
Es decir, y concluyendo, promover el uso de las mascarillas faciales, no solamente reduce la transmisión del virus, sino también la severidad de las infecciones en caso de que éstas se produzcan.
Ciertamente, la esperanza de disponer de una vacuna contra la Covid-19, parece evidente, pues a principios de septiembre de este mismo año, 34 vacunas estaban en vías de evaluación clínica y cientos más en desarrollo, pero el que las mismas puedan estar disponibles para un uso prácticamente universal aún tardará, por lo que una medida de salud pública fundamental es promover el uso de las mascarillas en tanto en cuanto, como ya se ha dicho, éstas no sólo pueden prevenir las infecciones, sino también disminuir la gravedad de las mismas en caso de que se produzcan.