Un freno al descarte de embriones

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Por Agustina Sucri. Publicado en La Prensa (Argentina), el 6 de agosto de 2023.

La Academia Nacional de Medicina (ANM) condenó esta práctica al enfatizar que todos los embriones son y serán seres humanos y que merecen por lo tanto el tratamiento de cualquier ser humano. Entrevista al presidente del Consejo Académico de Ética en Medicina de la ANM.

No pocas veces la ciencia se ha prestado en tiempos modernos a satisfacer el culto al egoísmo, disfrazado de derecho. Detrás de esos “adelantos científicos” que transgreden el orden natural y contribuyen a instaurar una “nueva humanidad” suele haber, además, tentadores alicientes y negocios multimillonarios. Es por eso poco esperable hallar voces dispuestas a poner un freno a esta clase de avances o incluso a lanzar un llamado a la reflexión. Precisamente porque no es esperable es que resulta tanto más notable la reciente declaración de la Academia Nacional de Medicina (ANM) en la que se manifestó en contra del descarte de embriones obtenidos mediante las técnicas de reproducción asistida.

Se trata de una problemática creciente, ya que por cada tratamiento de fertilización asistida, quedan “congelados” entre tres y cinco embriones. Pero un porcentaje de ellos son abandonados en esos centros, ya sea porque los pacientes no desean tener más hijos o porque las parejas que realizaron el tratamiento se separan. Este último fue el caso de un matrimonio que tras divorciarse demandó en 2021 al centro adonde habían acudido a realizar el procedimiento de fertilización asistida cuando la institución se negó a descartar los embriones criopreservados si no contaban con una autorización judicial.

La Corte Suprema de Justicia de la Nación anunció en febrero último que llevará adelante una audiencia pública con el objeto de debatir sobre este caso. Y es en este contexto que la declaración de la ANM cobra especial relevancia. “El centro de la discusión que genera el uso de las técnicas de selección de embriones humanos es el descarte de los embriones no seleccionados, por lo cual afirmamos que todos los embriones en cuestión son y serán seres humanos: merecen por lo tanto el tratamiento de cualquier ser humano”, afirma el documento de esta entidad que es la máxima autoridad en materia de medicina en el país.

Para sostener su declaración, aprobada por el Plenario Académico del 27 de julio último, la ANM brinda un detalle de los argumentos a tener en cuenta que citamos a continuación:

– Tecnológicos: los estudios genéticos en edad preimplantatoria (PGT), definido como aquel estudio que analiza el ADN de los ovocitos (cuerpos polares) o seres humanos en edad embrionaria (clivado-3 días, o blastocito-5 días) se proponen para la tipificación del HLA o para detectar variantes genéticas. Para realizarlo, es necesario concebir a los seres humanos con técnicas de fertilización in vitro (FIV). Sería extenso relatar los problemas existentes para todos los involucrados en el uso de estas técnicas; pero se trata habitualmente de estudios de susceptibilidad: esto implica que una vez seleccionados los embriones de baja susceptibilidad, se descartan los no seleccionados. Desde una realidad biológica el embrión humano responde a una autogénesis individualizada con cronología coordinada sin ninguna discontinuidad y controlada activamente. Todo principio desde lo ético o moral conlleva la aceptación de un valor, cuando hacemos referencia al tema de la vida, ese valor, es la propia dignidad determinada por una realidad biológica.

– Jurídicos: se considera riesgoso el antecedente de una eventual aceptación de estas prácticas. También su carácter discriminatorio y, en consecuencia, violatorio de la igualdad ante la ley. El descarte de entes que portan genoma humano resultaría una forma extrema de discriminación de base eugenésica, ya que lleva a la muerte inmediata del ente humano: implicaría la concreción de los fines del tristemente célebre Programa T4 (Hadamar, década de 1930), mucho más allá de lo que sus mentores pudieran imaginar.

– Filosófico-antropológicos: el profesional que realiza prácticas de fecundación asistida deberá otorgar a los embriones toda la protección y el respeto que como vida humana merecen, siendo proporcionadas con características de obligatoriedad las técnicas médicas con fines terapéuticos, sin discriminación, descarte y manipulación porque las mismas implicarían una forma extrema con base eugenésica.

– Práctico-asistenciales: en el contexto clínico asistencial, estas situaciones son complejas e incluyen diferentes aspectos: el caso concreto individual, el avance del conocimiento científico y la tecnología, las emociones, anhelos y expectativas en juego, los factores económicos relacionados, son consideraciones que el profesional debe evaluar íntegramente. Por ello es importante advertir sobre la responsabilidad del equipo de salud durante el asesoramiento genético: es firme la recomendación de evitar procederes reñidos con la ética y promover el diálogo sobre potenciales posturas alternativas por parte de los padres, como la adopción o la decisión de no concebir hijos, las cuales deben ser comprendidas y respetadas.

“En base a las consideraciones anteriores concluimos que la selección de embriones humanos no reúne las condiciones éticas y sociales para ser implementada”, finaliza el documento de la ANM.

Llamado a la reflexión

En una entrevista con La Prensa, el doctor Gustavo De Simone, presidente del Consejo Académico de Ética en Medicina de la ANM y especialista en bioética se refirió al pronunciamiento de la entidad y a la gravedad que implica el descarte de embriones.

– ¿Qué motivó que esta problemática sea materia de una declaración de la ANM?

– La Academia tiene un Consejo Académico de Ética en Medicina, que es una entidad donde se analizan desde la perspectiva de los valores diferentes temáticas y aspectos que tienen que ver con la salud. Este Consejo Académico está integrado por miembros que son expertos en diferentes áreas de la Medicina. Porque este análisis ético de los valores tiene que estar complementado por el análisis científico. Y uno de los aspectos que surge en los últimos años como un tema de creciente interés es el del descarte de embriones. A veces nos llegan al Consejo algunas consultas -de profesionales o instituciones- vinculadas con esta cuestión. En este caso, hace unos meses atrás llegó una consulta de una institución médica acerca de una situación de descarte de embrión. El Consejo no analiza caso por caso, pero cuando considera oportuno emite un documento que fue justamente éste que elaboramos sobre la temática. Es un documento amplio y concreto, que no responde a una determinada situación particular, sino al tema del descarte de embriones.

-¿Hay cifras que den cuenta de la magnitud del problema? ¿Cuántos embriones se descartan actualmente por cada tratamiento de fertilización asistida?

– No estamos al tanto de que existan cifras oficiales. Sí sabemos que son prácticas que se están haciendo. No es función del Consejo fiscalizar en las instituciones que se dedican a la selección de embriones ver qué hacen con los no utilizados, pero sí posicionarnos con este análisis desde el punto de vista de los valores. Sabemos muy bien que hay una cantidad de adelantos científicos y sobre todo tecnológicos que hoy permiten hacer cosas que antes eran incluso inimaginables. No solamente explicarlas, sino implementarlas. Todo eso, en un sentido, es bienvenido siempre y cuando no se transgredan los valores que protegen la dignidad humana. Justamente, lo que concluimos en el documento es que la selección y descarte de embriones, por diferentes razones, que van desde las más filosóficas y antropológicas a las tecnológicas, jurídicas y prácticas, no reúne las condiciones ni éticas ni sociales para ser implementada.

– ¿Quiénes deberían intervenir para que cese el descarte de embriones?

– El nuestro es un pronunciamiento que invita a la reflexión y en última instancia las autoridades sanitarias y gubernamentales decidirán los procedimientos oportunos. Los valores van cambiando, las culturas van cambiando, pero también la mirada desde la medicina. Nos parece que tiene que haber un permanente diálogo entre la medicina y la sociedad. No es que la medicina es un bien social y tiene que acatar cualquier decisión que tome una sociedad. Pero tampoco la sociedad puede subordinarse al conocimiento y al poder médico. Tiene que haber un diálogo, que a veces es un diálogo con chispas y con dificultades, pero donde una de las premisas tiene que ser el resguardo de la dignidad humana.

– ¿Qué precedentes está sentando la selección y descarte de embriones?

– En la práctica tiene un carácter claramente discriminatorio y viola la igualdad ante la ley. Algunos entes o seres parecen ser como descartables, no somos todos iguales. Es una forma extrema de discriminación. Eso fue lo que expusimos en el documento. Y tenemos antecedentes en la humanidad de descartar lo que se consideraba como de segunda categoría o de segunda o tercera clase. No estamos hablando de un producto material, estamos hablando de vidas humanas. Por eso tiene una base eugenética, de discriminación, que lleva a la muerte inmediata del ente humano. Eso en la historia de la humanidad se ha desarrollado y luego se ha condenado. Pero pareciera que ahora se minimiza, como si el tamaño del embrión redujera la importancia del tema.

– En el debate sobre el aborto hubo, incluso por parte de la comunidad médica, una situación insólita: la de poner en duda a partir de qué momento se considera que se trata de una vida humana. En el caso de la selección de embriones, también se pretende plantear la falacia de que el embrión no implantado no es vida humana…

– Sí, tienen aspectos en común, sin dudas.

– Pero desde el punto de vista biológico es innegable que un embrión es un ser humano.

– Sí. Con toda la capacidad y potencialidad del ser humano. Lo mismo que un niño es un ser humano y potencial adulto, pero sigue siendo un ser humano. Un anciano sigue siendo un ser humano, aún cuando pueda estar en la última etapa de la vida. Nuestra posición como médicos también incluye la dimensión emocional, psicológica, las frustraciones, las expectativas de los padres, pero todo esto tiene que conjugarse a la luz del respeto de valores que son esenciales. No se pueden tomar decisiones exclusivamente en un plano de simpatía o de emoción, sino que antes hay que tratar de argumentarlas. Y esto es lo que buscamos hacer en el Consejo. El debate, buscando consensos, que no siempre son absolutos, para generar un documento que pueda servir como punto de reflexión. Primero para los profesionales de la salud y segundo para el sistema de salud, que incluye por supuesto a la sociedad.

– ¿Cuáles son los factores que no solo atentan contra este análisis sino que también buscan pasar por encima de los valores humanos esenciales? ¿Son solo intereses económicos, hay también una cuestión ideológica?

– Esto es importante. No podemos presuponer las motivaciones de otros, más bien tratamos de comprender las propias, pero dialogando uno comprende que en algunos casos sí hay claros intereses económicos, porque de alguna manera es una práctica que va a tener un rédito económico para aquel que la ejercita. Pero muchas veces no se trata solamente del aspecto económico o ni siquiera del aspecto económico sino de una situación de respeto a ultranza de la idea o del proyecto individual de una persona, como si todo lo que uno deseara fuese éticamente aceptable implementar. El deseo hay que filtrarlo o cotejarlo con el mundo de los valores. Y hay cosas que indudablemente hay que observar y corregir y otras que definitivamente hay que evitar que sucedan porque en este caso se trata de un valor esencial, como es la vida de un ser absolutamente vulnerable.

– ¿Ustedes ven más probable que reflexionen las personas que recurren a estos tratamientos que las instituciones que los ofrecen?

– Sí, indudablemente que ese es un objetivo importante. Pero también es cierto que muchas veces las personas que no son profesionales de la salud, no son médicos, van a pedir el consejo del profesional y si ese profesional no tiene en claro la importancia de la dimensión social de los valores y de la dignidad de la persona, tristemente el consejo puede ser técnicamente posible, pero desde el punto de vista humano y moral, absolutamente cuestionable. Por eso la importancia también de que los profesionales de la salud y particularmente los médicos trabajemos estos aspectos que son más filosóficos y antropológicos en conjunto con los expertos de esta ciencia. En nuestro Consejo hay filósofos, abogados, antropólogos… y dialogamos para tratar de esclarecer temas que son novedosos, que van in crescendo, y en este en particular que nos parece que no debieran implementarse.

– ¿Cómo se hace para hacer esta tarea que menciona, cuando se ha instaurado la noción de que ser padres es un derecho?

– Aun aceptando que sea un derecho, eso no implica necesariamente que la única modalidad es siendo padres biológicos. Hay otros modos de ejercer la paternidad. Vuelvo a lo que comenté antes: esta tensión entre la medicina y la sociedad, donde a veces se quiere imponer una visión cultural que parece ser de avanzada y progresiva, pero que a la luz de los valores y de la dignidad humana en verdad es absolutamente retrógrada. Los mamíferos, en la evolución biológica, son los seres que comienzan a ser compasivos en el sentido de cuidar al otro y no hablo del ser humano, sino de los mamíferos en general. En cambio, los reptiles tienen otra conformación neurológica e incluso pueden llegar a comer a sus propias crías porque predomina un cerebro antiguo que no tiene nada de solidario ni de compasivo. Por eso digo que hay prácticas que parece progresivas pero que son retrógradas.

-¿Qué lugar ocupa hoy la ética o la bioética dentro de la formación actual de los médicos?

-Hay un crecimiento muy importante. Hoy prácticamente en todas las facultades de medicina la bioética es una de las asignaturas obligatorias. Sin embargo, todavía hay formación que es exclusivamente teórica y muchas veces hay dificultades como para conciliar en la decisión práctica estos aspectos de valores teóricos con la realidad. Por eso si bien en los últimos 40 años creció mucho el desarrollo de la bioética, sigue siendo un desafío que se la considere. Hay hospitales con comités de ética muy activos, que ayudan al proceso de toma de decisiones, pero hay otros hospitales en los que el comité de ética, que hace años que no tiene una reunión. También es cierto que no se puede hablar en general.

-La ANM se ha manifestado en los últimos tiempos de manera muy clara respecto de cuestiones como los procedimientos de esterilización, la eutanasia y ahora también la reproducción asistida. ¿A qué se debe este firme y gratificante pronunciamiento a favor de la vida en todas estas cuestiones?

-Coincido en que hay una intención de las autoridades de la Academia Nacional de Medicina de ser más explícitos en este tipo de reflexiones y pronunciamientos y, particularmente, del Consejo Académico de Ética en Medicina de colaborar con las autoridades en la elaboración de estos documentos. A veces se debe a cambios generacionales, cambios de estilos de roles y también hay un mayor interés en la sociedad y en los medios para que esto sea difundido. A veces quedaba como un documento escrito que no lo leía nadie. Pero hoy la difusión es esencial para poder entre todos seguir siendo lo mejor como personas.

– ¿Han tenido que soportar mucha resistencia ante esta clase de declaraciones que han realizado desde la Academia?

-Sí. El ‘ladran Sancho’ existe en todos los medios. Tampoco nos podemos considerar depositarios de la verdad. Contribuimos del mejor modo posible a las reflexiones, aceptando que uno puede también, en algún momento, cambiar alguna decisión. Sin embargo, en estos últimos pronunciamientos ha habido un consenso absoluto porque nos parece que hacen falta para todos estos faros que ayudan a reflexionar con mayor luminosidad sobre realidades de todos los días.

– El avance de la ciencia parece no tener límites… si tuviese que hacer una predicción sobre los años venideros, ¿la humanidad terminará por sufrir en muchos casos los avances científicos?

– El sufrimiento lo consideramos como una parte inherente a la vida humana. El único modo de no sufrir es no vivir. Por supuesto que desde la Medicina se trata de prevenir el sufrimiento vinculado con la salud y aminorarse cuando existe. Los adelantos técnicos y científicos, en principio, pueden ser aliados de enorme importancia para prevenir y aliviar una cantidad de sufrimientos, identificando prematuramente riesgos de enfermar, para prevenir, pero muy probablemente también puedan tener este otro costado -si se quiere riesgoso- sobre el cual habrá que estar alerta para que no termine siendo peor el remedio que la enfermedad. Bienvenido el adelanto de la técnica, pero si es una navaja, que la maneje el cirujano no el que no sabe cómo hacerlo.

Personalmente creo que a lo largo de los años ha habido cosas que parecía que se acababa el mundo y no se acabó en mundo. Con la gente con la cual trabajo tenemos una visión esperanzadora. Eso no quiere decir ser ingenuos, hay que reconocer que muchas veces la ciencia y la técnica pueden ser enormes instrumentos para el mal, para el daño. Ahí sí tenemos que estar alertas y no ser ingenuos. Pero eso no es responsabilidad de la ciencia y de la técnica, sino de la distorsión humana para implementarlo.