Tarea del Observatorio One of Us para la dignidad de la persona. Por Elena Postigo Solana

Los jóvenes.
22/10/2019
Un nuevo método de “edición genómica”, que incrementa la precisión.
22/10/2019

Por Elena Postigo Solana. Intervención en la Mesa Redonda en la Convención de la Plataforma One of Us, celebrada en Santiago de Compostela los días 18 y 19 de octubre de 2019.

En primer lugar, deseo agradecer a la Plataforma Cultural One of Us la invitación a intervenir como ponente en esta mesa de presentación del Observatorio para la dignidad de la persona, y que hayan querido contar conmigo para formar parte de una tarea tan importante.

  1. Con qué finalidad nace el Observatorio: este nace con una múltiple finalidad.
  • “Establecer un diagnóstico lo más preciso posible de las amenazas, presentes y futuras, tendencias posibles que podrían vulnerar, la dignidad humana en Europa y en todo Occidente”.
  • Realizar un análisis interdisciplinar (científico, antropológico, ético, jurídico y político) acerca de cuáles son las causas y posibles consecuencias de tales amenazas, ya en acto o futuras previsibles.
  • Difundir y proponer líneas de acción e investigación, tanto de análisis crítico y teórico, como de acción práctica, ya sean jurídicas o políticas.
  • Ofrecer recomendaciones, impulsar iniciativas, propuestas constructivas, y organizar seminarios de investigación sobre temas que se consideren prioritarios.
  1. El centro y punto de partida de la reflexión del Observatorio será la tutela y promoción de la dignidad de todo ser humano, desde su concepción hasta su muerte natural. Entendiendo por dignidad el valor intrínseco de todo ser humano. Es decir, su valor ontológico e inherente a su ser, independiente de las condiciones accidentales de la persona (calidad de vida, autonomía, lugar de nacimiento, raza, etc.). Toda persona, por el mero hecho de existir, merece un respeto incondicional. Con otras palabras, la persona es un bien que merece ser protegido y defendido ante posibles amenazas. Algo distinto de la dignidad moral o de la denominada dignidad adquirida, en el orden del obrar (de la acción), no del ser. Atenderá fundamentalmente a la vulneración de la dignidad ontológica.
  2. Quiero introducir aquí alguna reflexión desde la Filosofía y la Bioética, disciplinas que cultivo, en torno al tema que nos ocupa, intentando ir más en profundidad, a las causas últimas (o primeras) que han generado esta situación. A mi modo de ver, el oscurecimiento y alejamiento de la Trascendencia han generado en Europa, y en todo Occidente, un oscurecimiento de la verdad y del discernimiento entre el bien el mal en el plano práctico, un aumento del relativismo, escepticismo y subjetivismo, y esto ha afectado también a la concepción misma del ser humano, a quién es el hombre, cuál es la especificidad de su naturaleza y cuál el sentido de su existencia.

Se ha producido, por consiguiente, un oscurecimiento del concepto de naturaleza humana, la deconstrucción del concepto de naturaleza y una posterior autoconstrucción de un “nuevo hombre”. Se ha producido la negación de su condición finita y creatural y la afirmación de una libertad ilimitada. Ya todo es posible, “puedo ser aquello que pienso o deseo ser”.

  1. En los últimos años, como algunos de ustedes saben, me he ocupado del transhumanismo, de sus principios teóricos y sus consecuencias bioéticas. El transhumanismo propugna la alteración, el alargamiento, la mejora de la naturaleza humana. Esta bioideología, que he tratado en anteriores publicaciones, junto con la ideología de género, son dos de las amenazas actuales más relevantes a la dignidad de la persona. Pues bien, tanto bajo el transhumanismo como la ideología de género, subyace un mismo concepto de “naturaleza líquida”: en el transhumanismo, esta queda reducida a materia, a genes y neuronas; en la ideología de género, esta queda subsumida por la conciencia y el deseo subjetivo. En ambos casos, hablamos de una “naturaleza líquida”, moldeable y transformable por la inteligencia humana, que se proyectará con fuerza en el campo social potenciando y reforzando la ideología feminista, de raíz marxista, hibridándose con ella. Ambas bioideologías se alimentan de una concepción de naturaleza humana que diluye los rasgos ontológicos y esenciales y los sustituye por la materia o la conciencia.

Se da una mutua imbricación entre ambas bioideologías, inextricable por otra parte. En la ideología de género, más allá de la antigua querella marxista contra el heteropatriarcado, lo que se pretende es que la conciencia, el sentimiento y la libertad modelen la fisiología del sujeto en un razonamiento erróneo, a saber, la sustitución del sexo biológico por el género elegido, susceptible de cambios histórico-culturales. Es decir, se reduce el peso de la biología para pasar a la visión postmoderna del género multiforme y variable que adquiere distintas formas a lo largo de la configuración de la identidad sexual del individuo.

Se podría hablar de una “naturaleza líquida” o de un “género líquido”, ya no estaríamos en presencia de una identidad sexual condicionada por la genética, sino de un género que responde a la forma plástica y moldeable, que adopta la forma de la vasija que lo contiene. No se reclama la posibilidad de dejar una identidad sexual para adoptar otra sino más bien lo que se pretende es lograr que el sujeto se halle por defecto en un cierto estado de indefinición sexual permanente que pueda concretarse en cada momento en aquello en lo que el deseo, la psique o el estímulo dicten.

Estaríamos en el alba de un concepto de sexualidad pretendidamente líquido, algunos lo han llamado genderless, sin género, por cambiante y moldeable, contenida en el espacio de una psique cuyos impulsos y tendencias se hallan en constante colisión. En esta dirección podríamos señalar la concomitancia entre las tesis de la postfeminista D. Haraway en su “Manifiesto Cyborg”, donde estaríamos hablando de la postmodernidad aplicada a la deconstrucción de la naturaleza y de la sexualidad, para llegar a la disolución de la identidad sexual, que quedaría subsumida en un ente, no humano asexuado, el cyborg, donde la mujer quedaría liberada de la maternidad mediante la corporeidad y la ectogénesis o útero artificial. Tesis que llevada al extremo enlaza con la propuesta transhumanista donde se plantea la idea del ciborg y del posthumano. Al alba del siglo XXI el homo tecnologicus se autoconstruye de una nueva forma con la ayuda de la ciencia, la biotecnología y la IA.

No tengo tiempo aquí de desarrollar la génesis de estas teorías y conclusiones, tampoco de analizar el concepto de naturaleza alternativo, ya realizado en alguna otra publicación anterior. Tan sólo quería subrayar la relevancia de la sustitución de un concepto de naturaleza humana por otro, concepto que plantea numerosos problemas de índole filosófica y bioética.

  1. En el plano práctico, como consecuencia aplicada de estos planteamientos teóricos, me pregunto qué posibles amenazas para la dignidad humana vislumbro, cuáles son algunas de las implicaciones éticas y bioéticas de esta idea de “naturaleza líquida” que podrían interesar al Observatorio para la dignidad humana. Son numerosas y graves, por el daño que harán a ciertas víctimas, en particular a los más vulnerables, desde el estado embrionario hasta su situación terminal. Hemos de ser conscientes de que se está produciendo un cruce entre la revolución biotecnológica (por vez primera podemos editar nuestro patrimonio genético y generar una nueva estirpe de humanos) y la revolución digital. El desarrollo científico de las próximas décadas seguirá una velocidad y aceleración exponencial. Todo ello requiere un aumento de prudencia y responsabilidad.

Enumero a continuación algunas de las principales cuestiones bioéticas que deberemos estudiar:

  • Edición genética mediante CRISPR en la línea germinal, embrionaria y somática.
  • Embrión de tres progenitores o donantes.
  • Embrión obtenido de células somáticas haciéndolas regredir hasta su estado embrionario.
  • Fecundación asexual (como la clonación) sin unión de gametos humanos, por transferencia nuclear.
  • Generación de embriones mediante biología sintética.
  • Mejoramiento humano y transhumanismo, con la consiguiente eugenesia y discriminación de las personas con discapacidad.
  • “Deconstrucción” de la sexualidad: hormonación de menores y bloqueantes hormonales, operaciones de cambio de sexo en menores de edad.
  • Del útero de alquiler al útero artificial o ectogénesis.
  • Del transgenero al transhumano/posthumano, al transpecie o transedad.
  • Todas las cuestiones de Neuroética: el interfaz cerebro-ordenador, los implantes nanotecnológicos o Neuralink de E. Musk.
  • Por otro lado, y al final de la vida: los ancianos, enfermos y personas en estado terminal. La eutanasia.

A la postre, la autodestrucción del ser humano tal y como lo hemos conocido hasta hoy. Se podría dar una autopoiesis del ser humano en clave biotecnológica y digital, hacia el posthumano o el ciborg. Resultan certeras aquí aquellas palabras de Ortega y Gasset: “el tigre seguirá siempre siendo tigre, el ser humano vive en el permanente riesgo de deshumanizarse”.

  1. Mi propuesta ante este horizonte, en parte amenazador, en parte esperanzador por las posibilidades que nos ofrece la ciencia si bien utilizada, dependerá de nosotros, de cómo orientemos la praxis. Sin lugar a duda es responsabilidad nuestra la de garantizar y proteger el futuro de las próximas generaciones y de los más vulnerables.

Una vez hecho el diagnóstico y enumerado algunas de las posibles causas teóricas y consecuencias previsibles, toca plantear una terapia, que en parte será la tarea del Observatorio para la dignidad. Será una tarea ardua y larga, la de revertir un desarrollo cultural de décadas y siglos, desde la Modernidad hasta la Postmodernidad. Incorporar lo mejor de la ciencia, sin demonizarla y anticipar algunos de los posibles problemas que podrían generarse.

Tan sólo quiero ofrecer algunas claves, necesarias, a mi modo de ver:

  • Recuperar la dimensión metafísica del ser humano, de su naturaleza y su dignidad. La recuperación del concepto de naturaleza humana como algo dado y por hacer, como ser y operaciones, como ser biológico abierto mediante la libertad, con el reconocimiento de un telos intrínseco, de una finalidad. Para ello, es importante encontrar el lenguaje adecuado a este concepto de naturaleza, que incorpore los conocimientos de la ciencia contemporánea, a la altura y en sintonía con el hombre de hoy.
  • La no reducción de la persona a objeto y su irreductibilidad a materia.
  • Esto pasa a la postre por la recuperación del horizonte trascendente y la aceptación de la finitud y la limitación humanas.
  • Retorno a la sabiduría e el análisis de los problemas, no sólo a la razón utilitaria, eficiente e instrumental, con la conciencia de que todo lo que atañe al ser humano no puede ser analizado sólo desde una perspectiva material.
  • Análisis detallado de cada una de las propuestas y la proyección de posibles escenarios futuros, para limitar el daño a los más vulnerables (personas con discapacidad y en estado de enfermedad o terminal).
  • Formar a las generaciones más jóvenes en esta capacidad de análisis y preocupación por los problemas relativos al ser humano, la familia y a las generaciones futuras.

Nos espera una tarea apasionante y al mismo tiempo ardua, esperemos estar a la altura de lo que los tiempos de deconstrucción de lo humano esperan de nosotros. Santiago como un lugar emblemático, de llegada del Camino y de comienzo de un camino por la tutela de la dignidad humana en el siglo XXI.

Muchas gracias por su atención.