Por Alba Domingo. Publicado en El Nacional.cat, Barcelona, el 15 de mayo de 2022
¿Qué se hace con los embriones que no se usan? Todo un debate bioético
La vida y la sociedad actual hacen que los jóvenes cada vez tarden más en tener hijos. La edad media de embarazo no para de subir año tras año y ya se sitúa en los 32 y eso, inevitablemente, comporta problemas de fertilidad y dificultades. Es por eso que cada vez más personas necesitan acudir a clínicas de reproducción asistida. Allí, fecundan embriones ‘in vitro’ que después se introducen en el útero de la mujer. Pero para hacerlo no sólo se fecunda un embrión, sino que se hacen varios por si hay que repetir el proceso o por si las parejas quieren volver a tener hijos más adelante. ¿Y qué pasa si después nadie los reclama? Pues que se convierten en «embriones sin destino«.
Congelar y guardar los embriones tiene un coste de unos 200 euros anuales. La mayoría de parejas empiezan a pagar esta cuota, pero al cabo del tiempo lo dejan de hacer. Cada dos años las clínicas tienen que ponerse en contacto con los pacientes para renovar los consentimientos y si los pacientes no contestan, los embriones, según la ley, pasan a ser propiedad del banco. ¿Qué pasa entonces? Esta pregunta no tiene una respuesta concreta, ya que no hay una ley clara al respecto y genera un gran debate bioético. Según el Grupo de Ética y Buena Práctica Clínica de la Sociedad Española de Fertilidad, ahora mismo hay más de 600.000 embriones sin destino en el Estado. Más de 600.000 casos llenos de dudas éticas y legales. Además, los centros de reproducción asistida tienen que asumir el coste y el trabajo de conservar estos embriones que se guardan clasificados por parejas dentro de tanques de nitrógeno.