Obtienen crías de ratón de progenitores del mismo sexo

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Publicado en el Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de Valencia el 17 octubre de 2018.

Investigadores han conseguido la producción de crías de ratón a partir de parejas exclusivamente femeninas o masculinas, es decir, bimaternales o bipaternales, en experiencias que se han publicado en Cell Stem Cell.

En el trabajo que comentamos, se han obtenido ratones fértiles a partir de dos hembras, y han nacido ratones procedentes de dos machos a partir de madres subrogadas, pero estos solo han sobrevivido dos días. La estrategia consiste en utilizar un tipo de células madre (hESCS: células madre embrionarias haploides, que contienen la mitad de los cromosomas (haploide, 1n), como los espermatozoides y los óvulos) y un sistema de edición genética, en este caso CRISPR, para liberar a esas células de su impronta sexual específica, de manera que pueda complementar a un gameto del mismo sexo. En los mamíferos, debido a que algunos genes maternos o paternos se desactivan durante el desarrollo de la línea germinal (lo que se conoce como la impronta genética), los descendientes que no reciben material genético de una madre y un padre pueden experimentar anomalías en el desarrollo o no ser viables. La técnica investigada para salvar esa barrera que impide la reproducción entre miembros del mismo sexo consiste en eliminar esa impronta.

En experimentos anteriores, ya se había logrado obtener descendencia a partir de dos hembras, pero los ratones resultantes presentaban problemas en el desarrollo. Para solventarlo, esta vez se eliminó la impronta en tres regiones en vez de dos. Las células hESCs así modificadas se inyectaron en ovocitos normales, y los embriones resultantes dieron lugar a crías sanas que fueron fértiles al llegar a la edad adulta.

Para generar ratones a partir de dos machos, en primer lugar se borraron 6 regiones de impronta, y se inyectaron las células resultantes, junto con esperma, en un ovocito enucleado. Sin embargo, los embriones resultantes morían al poco tiempo, por lo que se perfeccionó la estrategia: de los embriones así obtenidos, se obtuvieron células madre, ahora diploides, que se utilizaron para generar los ratones bipaternales mediante complementación tetraploide (de un embrión normal en estado de dos células (cada una diploide, 2n), se fusionan esas dos células por electrofusión, obteniendo un embrión de una célula tetraploide, 4n, y cuando este se desarrolla hasta el estado de blastocisto, se le inyectan las células madre diploides sin impronta. El embrión se desarrollará normalmente; el feto se deriva exclusivamente de la célula ES, mientras que los tejidos extraembrionarios se derivan exclusivamente de las células tetraploides). Así se obtuvieron 12 crías vivas, que sin embargo murieron a las pocas horas de nacer, con dificultades para la succión y la respiración entre otras complicaciones. Por ello, la estrategia se perfeccionó un poco más, eliminando una región de impronta adicional (Gnas), consiguiendo una ligera mejora en la salud de las crías resultantes. Cabe mencionar que en este caso no es totalmente certero hablar de reproducción exclusivamente masculina, ya que las células deben inyectarse en un “ambiente” que precisa la contribución masculina, y los embriones deben implantarse posteriormente en una madre subrogada.

Aunque todavía no se puede pensar en una utilización inminente de estas técnicas en humanos, este trabajo supone una prueba de concepto de la posibilidad técnica de cruzar las barreras de la reproducción uniparental en mamíferos.

Desde el punto de vista ético, el realizar estos experimentos en ratones no puede considerarse moralmente reprobable, siempre y cuando se cumplan los estándares de preservación del bienestar animal en la medida de lo posible y dado que estas investigaciones son de gran utilidad en el avance del conocimiento sobre la impronta genética, entre otros. No obstante, es importante señalar que este uso en humanos sería totalmente inaceptable; en primer lugar por la manipulación y destrucción de embriones humanos que se realizaría para poner a punto la técnica y, posteriormente, en la selección de los más válidos; y en segundo lugar porque no parece justificable someter a los hijos resultantes a los graves riesgos de salud que estas técnicas plantean solo por el deseo de procrear con una persona del mismo sexo (el bienestar del niño prima frente a la autonomía reproductiva).