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Por Esteban López,  traductor, escritor y orador público. Varios años dedicado a la docencia. Estudios de derecho y filosofía así como amplio estudio personal de las Escrituras y teología, me han ayudado a comprender aspectos que siempre habían sido para mí objeto de interés, como por ejemplo la relación entre justicia y equidad, la dignidad humana o la búsqueda de la verdad. Como lo expresó Marco Tulio Cicerón (106-43 a. C.), “la naturaleza ha puesto en nuestras mentes un insaciable deseo de ver la verdad». Publicado en el Blog Pensamiento y Cultura en abril de 2016.

La ciencia es imbatible en su propio terreno, que es el mundo natural medible y experimentable, pero carece de competencia fuera de él. En particular, no tiene autoridad especial sobre temas tales como el sentido de la vida, los valores éticos o las creencias religiosas. Las opiniones de los científicos deben valorarse en función de sus argumentos y teniendo en cuenta si está en su campo de competencia… sus opiniones (sobre Dios) son muy variadas y reproducen el mismo abanico que la generalidad de las gentes, pero con una diferencia importante: cuando son creyentes, los científicos creativos suelen tener visiones muy personales, fuera de la ortodoxia, dominadas por la fuerte impresión que les produce la regularidad, la armonía y el orden que perciben en el mundo.

«Rudolf Otto acuñó la palabra «numinoso» (del latín, numen, divinidad) para referirse a todo lo que es misterioso, inaprensible, escondido, lo que es absolutamente otro. Lo numinoso produce reverencia, fascinación, asombro o la sensación de pequeñez y humildad ante el mundo, tan clara en muchos creyentes. Científicos importantes como Einstein o Plank, tenían un profundo sentido de lo numinoso. Ello muestra que el pensamiento científico y la fe religiosa no se contradicen; por el contrario, son dos maneras distintas de acercarse a la realidad que atrae irresistiblemente al hombre pero que sobrepasa su capacidad de entender». 

Antonio Fernández Rañada, «Los científicos y Dios«, Trotta 2008, pp. 155, 254.

Nadie debe ser tan arrogante como para admitir la presencia en sí mismo de la razón y la inteligencia, y negarla en el cielo y en el mundo; o como para sostener que un universo cuya complejidad casi supera el alcance de la más aguda razón, no responde en su movimiento a ningún impulso racional“.

– Marco Tulio Cicerón (106-43 a. C.)

Es cierto que hay un infinito en número, pero no sabemos lo que es… Conocemos la existencia de lo infinito e ignoramos su naturaleza, porque tiene extensión como nosotros pero no límites como nosotros. Pero no conocemos ni la existencia ni la naturaleza de Dios, porque no tienen ni extensión ni límites“.

“Porque, en fin, ¿qué es un hombre en la naturaleza? Una nada respecto al infinito, un punto medio entre nada y todo, infinitamente alejado de comprender los extremos. el final de las cosas 

y sus principios están invenciblemente ocultos para él en un secreto impenetrable”. 

El silencio eterno de esos espacios infinitos me espanta“.

– Blaise Pascal (1623-1662) Pensées (Pensamientos), Valdemar 2005.

 

Este bellísimo sistema compuesto por el Sol, los planetas y los cometas no pudo menos que haber sido creado por consejo y dominio de un ente poderoso e inteligente… El Dios Supremo es un Ser eterno, infinito, absolutamente perfecto“. – Isaac Newton (1643–1727), Philosophiæ naturalis principia mathematica, 1647.

Dios es capaz de crear partículas de materia de distintos tamaños y formas… y quizás de densidades y fuerzas distintas, y de este modo puede variar las leyes de la naturaleza, y hacer mundos de tipos diferentes en partes diferentes del universo. Yo por lo menos no veo en esto nada contradictorio“. – Isaac Newton (1643–1727), Óptica.

«La ciencia nada tiene que decir sobre la angustia de nuestra vida, pues excluye por principio las cuestiones más candentes para los hombres de nuestra desdichada época: las cuestiones sobre el sentido o sinsentido de la existencia humana».

Edmund Husserl (1859-1938), citado por José R. Ayllón en «Qué es la verdad?», ediciones Palabra, 2017.

«¿Existe en verdad una contradicción insuperable entre religión y ciencia? ¿Puede la ciencia suplantar a la religión? A lo largo de los siglos, las respuestas a estas preguntas han dado lugar a respuestas polémicas y más aun, aluchas denodadas. Sin embargo, no me cabe duda alguna de que una consideración desapasionada de ambas cuestiones solo puede llegarnos a una respuesta negativa».

«Creo que en estos tiempos, los únicos profundamente religiosos son los investigadores científicos serios«.

La experiencia más bella que podemos tener es sentir el misterio… percibir que tras lo que podemos experimentar se oculta algo inalcanzable a nuestro espíritu, la razón más profunda y la belleza más radical, que solo nos es accesible de modo indirecto – ese conocimiento y esa emoción es la verdadera religiosidad».

«La ciencia solo puede ser creada por aquellos fuertemente imbuidos de la inspiración hacia la verdad… Este sentimiento surge de la esfera de la religión… La situación puede expresarse de este modo: la ciencia sin religión está coja, la religión sin ciencia está ciega«.

– Albert Einstein, «Religión y ciencia, ¿irreconciliables?«, en «Mis ideas y opiniones», Antoni Bosch, Barcelona, 1980.

«Somos como un niño que entra en una biblioteca inmensa, cuyas paredes están cubiertas de libros escritos en muchas lenguas distintas. Entiende que alguien ha de haberlos escrito, pero no sabe ni quién ni cómo. Tampoco comprende los idiomas. Pero observa un orden claro en su clasificación, un plan misterioso que se le escapa, pero que sospecha vagamente. Ésa es en mi opinión la actitud de la mente humana frente a Dios, incluso las de las personas más inteligentes». 

– Entrevista de G. S. Viereck a Albert Einstein en «Glimpses of the Great«, Macauley, New York, citada por Antonio Fernández Rañada en «Los científicos y Dios«, pág. 195.

«Existe en el cosmos un orden distinto del mundo de las apariencias… nunca debe afirmarse que las tesis expuestas mediante formulaciones racionales son los únicos presupuestos de la racionalidad humana«.

Wolfgang Pauli (1900-1958), físico cuántico sucesor de Albert Einstein. Estudios del Instituto C. G. Jung, Zurich, 1952, citado en «Los científicos y Dios«, Trotta, 2008.

“El científico cristiano debe dominar y aplicar con sagacidad la técnica especial adecuada a su problema. Tiene los mismos medios que su colega no creyente. También tiene la misma libertad de espíritu, al menos si la idea que se hace de las verdades religiosas está a la altura de su formación científica. Sabe que todo ha sido hecho por Dios, pero sabe también que Dios no sustituye a sus creaturas. La actividad divina omnipresente se encuentra por doquier esencialmente oculta. Nunca se podrá reducir el Ser supremo a una hipótesis científica.

“Yo me interesaba por la verdad desde el punto de vista de la salvación y desde el punto de vista de la certeza científica. Me parecía que los dos caminos conducen a la verdad, y decidí seguir ambos. Nada en mi vida profesional, ni en lo que he encontrado en la ciencia y en la religión, me ha inducido jamás a cambiar de opinión”.

– Georges Lamaitre (1894-1966), astrofísico y sacerdote belga  padre de la teoría del Big Bang.

«La ciencia, a pesar de sus progresos increíbles, no puede ni podrá nunca explicarlo todo… Las rayas fronterizas del saber, por muy lejos que se eleven, tendrán siempre delante un infinito mundo de misterio».

– Gregorio Marañon, 1887-1960, médico, científico y pensador español.

Entre Dios y la ciencia no encontramos jamas una contradicción. No se excluyen, como algunos piensan hoy, se complementan y se condicionan mutuamente“.

Las ciencias de la naturaleza atestiguan un orden racional al que la naturaleza y la humanidad están sometidas, pero un orden cuya esencia íntima permanece incognoscible… Los resultados de la investigación científica… nos confirman nuestra esperanza del progreso constante de nuestro conocimiento de los caminos de la razón todopoderosa que gobierna el mundo”.

 Max Planck, «Autobiografía científica y últimos escritos», Nivola, Madrid, 2000.

Estoy convencido de que la física teórica actualmente es filosofía. Ha revolucionado los conceptos fundamentales, por ejemplo, sobre el espacio y el tiempo (la relatividad), sobre la causalidad (la teoría cuántica), y sobre la substancia y la materia (los átomos). Nos ha enseñado nuevos métodos de pensar (la complementariedad), que se aplican más allá de la física“.

– Max Born (1882-1970), matemático y físico alemán, Premio Nobel de Física de 1954.

«Al enfrentarnos cara a cara con tan profundos misterios, me parece que es de sabios sentir un poco de humildad… Mi convicción profundamente sentida es que, si existe un Dios en el sentido tradicional, nuestra curiosidad e inteligencia se deben a él. No apreciaríamos esos dones… si suprimiéramos nuestra pasión por explorar el universo y a nosotros mismos. De otro lado, si ese Dios tradicional no existe, nuestra curiosidad e inteligencia son herramientas necesarias para sobrevivir. En los dos casos, la empresa del conocimiento es consistente con la ciencia y la religión y es esencial para el bienestar de la especie humana».

– Carl Edward Sagan (1934-1996) astrónomo, y escritor científico estadounidense, «El cerebro de Broca», Crítica, Barcelona, 1994, cap. 23.

«La imagen científica del mundo es muy deficiente. Proporciona una gran cantidad de información sobre hechos, reduce toda la experiencia a un orden maravillosamente consistente, pero guarda un silencio sepulcral sobre… todo lo que realmente nos importa. No es capaz de decirnos una palabra sobre qué significa que algo sea rojo o azul… no sabe nada de lo bello o de lo feo, de lo bueno o de lo malo, de Dios y la eternidad. A veces la ciencia pretende responder a estas cuestiones, pero sus respuestas son a menudo tan tontas que nos sentimos inclinados a no tomarlas en serio. La ciencia es incapaz de explicar mínimamente por qué la música puede deleitarnos, o por qué y cómo una antigua canción puede hacer que se nos salten las lágrimas«.

– Erwin Schrödinger (1887-1961), físico austriaco que realizó importantes contribuciones en física cuántica. Premio Nobel de Física en 1933. «Mi concepción del mundo«, Tusquets, Barcelona, 1992.

«Los premios Nobel no somos más competentes que el hombre de la calle para opinar sobre Dios y la religión«.

– Vladimir Prelog, premio Nobel de Química de 1975.

«Incluso si hay una teoría unificada posible se trata únicamente de un conjunto de reglas y de ecuaciones. ¿Quién insufla fuego en las ecuaciones y crea un universo que puede ser descrito por ellas? El método usual de la ciencia de construir un modelo matemático no puede responder a las preguntas de por qué debe haber un universo que sea descrito por el modelo».

– Stephen Hawking, «A Brief History of Time» (Historia del tiempo), pág. 263.

En verdad, la ciencia no puede eludir, ni en su actitud ni en sus temas, la confrontación con la actitud y los temas de la religión. Y la religión no debe, me parece a mí, tolerar la apariencia de neutralidad que genera la ciencia. Tiene que preguntar a la ciencia, ¿eres consciente de lo que haces… de la criminal irresponsabilidad de muchas de tus actividades?

Carl Friedrich von Weizsäcker, físico y filósofo alemán (1912-2007) citado por Hans Küng en “El principio de todas las cosas. Ciencia y religión”, pág.118.

“La física teórica adolece en la actualidad de un exceso de construcciones matemático-especulativas, así como de una carencia de experimentos mentales constructivos. Hoy por el contrario, multitudes de llamados físicos llevan enredados desde hace más de diez años, por ejemplo, con las teorías de supercuerdas con once o más dimensiones, las teorías heteróticas o los grupos E8 x E8 y SO (32), etc., sin haber producido hasta la fecha ni un solo dato que sea en principio contrastable, por no hablar de datos ya confirmados con éxito”.

– H. Pfister“40 Jahre Faszination Physik”, lección de despedida, Universidad de Tubinga, 14 de febrero 2001.

La situación actual de la matemática puede suscitar desazón. Ha tenido que renunciar a su pretensión de verdad. Los esfuerzos realizados para eliminar las paradojas y establecer el carácter no contradictorio de las estructuras han fracasado. No existe acuerdo sobre los axiomas que han de ser aplicados… No hay más remedio que olvidarse de demostraciones inapelables’.

Lo relevante de cara a nuestro tema es lo siguiente: un matemático o físico que pretenda ‘conocer la mente de Dios’ tal vez debería confrontarse con problemas filosóficos-teológicos con tanta seriedad como con los propiamente físicos. Si los fundamentos de las matemáticas se hallan en gran parte sin demostrar, ¿no habría que formular con más modestia y reserva las pretensiones universales del pensamiento científico-matemático?

– Morris Kline (1908-1992), matemático estadounidense. Citado por Hans Küng, “El principio de todas las cosas. Ciencia y religión“, pág. 34. Trotta 2007.

«Cuanto más aprendemos acerca del mundo, y cuanto más profundo es nuestro aprendizaje, más consciente, específico y articulado será nuestro conocimiento de lo que no sabemos, nuestro conocimiento de nuestra ignorancia… Nuestro conocimiento solo puede ser finito, mientras que nuestra ignorancia debe necesariamente ser infinita».

– Karl Popper (1902-1994), «Conjeturas y refutaciones: el crecimiento del conocimiento científico«, 1963.

«¿Qué fue lo que, ya en la fase primitiva, estableció las condiciones que garantizan que el Universo, trece mil setecientos millones de años más tarde, siga teniendo las propiedades que hoy observamos? Quizá llegue un día en el que logre explicarse el ajuste fino de las constantes cósmicas fundamentales, de estas relaciones de fuerzas y energías sofisticadamente equilibradas. Pero la pregunta seguirá planteándose: ¿de dónde viene la estructura mínima existente ya en la Gran Explosión? Los manuales de los astrofísicos no ofrecen respuesta alguna a la pregunta fundamental por el origen de los principios cósmicos de orden. ¿Sigue siendo cierto lo que el semanario estadounidense Time afirmó tras una encuesta realizada hace algunos años a los más conocidos astrónomos de los Estados Unidos: «La mayoría de los científicos contemporáneos calla ante la pregunta última de qué existía ‘antes’ de la Gran Explosión?»

– Hans Küng, «El principio de todas las cosas. Ciencia y religión«, págs. 69,70. Trotta, 2007.

«No creo que el matemático comprenda mejor nuestro mundo que el poeta o el místico. Quizá lo único que hay, es que suma mejor«.

 

– Arthur Stanley Eddington (1882-1944), «Nuevos senderos de la Ciencia», Montaner y Simón, Barcelona, 1945, p. 343. Astrofísico británico, introdujo la Teoría de la Relatividad en el mundo anglosajón. Fue el principal mentor de Georges Lemaître, autor de la Teoría del Big Bang.