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Por José Manuel Belmonte, Dr. En Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa. Publicado en su blog Esperando la Luz  el 19 de julio de 2020.

Los españoles no hemos tenido mucha suerte con la gestión de la sanidad. No ha habido médicos cercanos al dolor de los enfermos, ni gestores capaces de prever el futuro de la sanidad. La salud es vida.

Se ha apostado por una política sanitaria liderada por perfiles alejados, a priori de la especialización en salud. Al frente del ministerio, en general, han estado personas de marcado perfil político, como si la sanidad y su gestión no fuera lo que el pueblo realmente necesita.

Tal vez por esos, se ha ido recortando el presupuesto. El último informe de Amnistía Internacional, presentado este miércoles día 15, habla de la década perdida por la austeridad en el gasto sanitario en España.

Si nos ceñimos a esa década, veremos la complejidad y la falta de recursos.

A Leire Pajín, la ministra de sanidad más joven con 34 años, se le encargó un «superministerio», con competencias en Sanidad, Igualdad y Política Social. Sustituyó a Trinidad Jiménez, quien el 14 de abril de 2010 había aprobado un recorte sanitario de 1.500 millones.

Aunque Pajín fue la ministra de sanidad más joven, la ministra más joven de la historia de la democracia ha sido, Bibiana Aído, de 31 años, desde el 14 de abril de 2008 hasta el 20 de octubre de 2010. Fue ministra de Igualdad en el gobierno de España.

Fue a ella a quien Zapatero la encomendó una de las tareas más difíciles hasta el momento: regular las condiciones de la interrupción voluntaria del embarazo y establecer las correspondientes obligaciones de los poderes públicos.

Puso en marcha y fue aprobada, la Ley Orgánica 2/2010, de 3 de marzo, de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo, que entró en vigor el 5 de julio de 2010. Acaban de cumplirse, pues, 10 años de su entrada en vigor.

En la siguiente legislatura, el ministerio que ostentaba Aído se integró en el de Sanidad, Igualdad y Política Social, por lo que Aído quedó como Secretaria de Estado de Igualdad hasta el 22 de julio de 2011 en que dejó su puesto para incorporarse, en septiembre de ese año, a ONU Mujeres como asesora especial.

La Defensora del Pueblo (entonces en funciones,) María Luisa Cava de Llano, consideraba que, el Tribunal Constitucional «no se debía demorar en resolver» sobre la suspensión cautelar de la Ley de Salud Sexual e Interrupción Voluntaria del Embarazo «para evitar conflictos como los que empiezan a surgir». Han pasado ya 10 años de…silencio.

En la primera legislatura de Rajoy, que comenzó en diciembre de 2011, Ana Mato estuvo al frente del trabajo que culminó con la aprobación de la reforma sanitaria con el Real Decreto ley 16/2012, normativa que todavía a día de hoy sigue cosechando críticas. Es más, tuvo que dimitir, al ser imputada en la trama Gürtel.

Después, la ministra Dolors Montserrat estuvo al frente del «superministerio» como ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, entre 2016 y 2018, durante el mandato de Rajoy.

Tenía, según parece, intención de celebrar un consejo monográfico sobre la futura financiación del Sistema Nacional de Salud, para el lunes 4 de junio. Se había remitido a las autonomías, para que lo estudiaran y pudieran hacer sus alegaciones.

Las tres áreas temáticas fundamentales eran: Financiación en base a suficiencia y equidad; innovación del sistema con la posibilidad de un fondo de compensación y la corrección de factores como la pirámide poblacional o la insularidad, la dispersión geográfica y los modelos de compra.

Así que el intento de clarificar y potenciar la sanidad, fue un acto fallido. No llegaría a celebrarse, tras prosperar el día 1 junio de 2018 la moción de censura de P. Sánchez contra M. Rajoy. Por lo que Sanidad desconvocó el Interterritorial sobre el modelo de financiación.

Con P. Sánchez, Carmen Motón con unos 100 días en el puesto, ha sido la ministra de Sanidad más breve de la democracia. Montón tuvo que presentar su dimisión después de que se viera envuelta en un escándalo por supuestas irregularidades con su máster.

Fue sustituida el 11 de septiembre por María Luisa Carcedo, que estaría poco más de 200 días al cargo de la cartera, lo que la situaría como el tercer responsable de Sanidad con menos tiempo en el cargo.

Y llegó Salvador Illa, licenciado en Filosofía y secretario de Organización del Partido Socialista de Cataluña, (PSC) que fue elegido por el presidente del Gobierno,  Pedro Sánchez, como el nuevo Ministro de Sanidad en sustitución de Carcedo. El Presidente, cubría con ese nombramiento la cuota política catalana del ejecutivo.

El prestigio de la Sanidad Española, en general, ha ido paralelo con la infrafinanciación de la sanidad y la atención primaria, además del desconocimiento político a nivel nacional y descoordinación autonómica. Según fuentes oficiales, España redujo en 1.223 millones de euros el gasto en Atención Primaria en la última década y en 118 millones el dedicado a Salud Pública.

Illa, está al frente de la Sanidad desde 2020. Ha tenido que enfrentarse a los problemas originados por el coronavirus, la carencia de protección en los sanitarios, el desbordamiento de los contagios, en residencias y hospitales, el abandono y la soledad, sobre todo de las personas mayores y los fallecimientos. Se ha acudido a empresas, de muy dudosa solvencia, gastando dinero, tiempo y arriesgando vidas.

Los mensajes lanzados evidencian, tanto necesidades del sistema, como carencias de liderazgo. «Se ha interiorizado tanto el mensaje de no colapsar los hospitales -quizás de haber habido mayor previsión no se hubiese dado ese colapso- ha calado tanto ese mensaje, digo, que asumen que pase lo que pase han de quedarse en casa y recurrir a la asistencia telefónica. (Sin contar las horas a veces días, hasta que alguien te responda).

Esos límites se deben a la imprevisión, la improvisación… Baste señalar, pues, que los profesionales de la sanidad no son aquí los culpables….Se habla de la escasez de medios como si hubiese venido dada por los astros y nadie hubiese podido evitarla…es terrible la muerte de quienes podrían seguir viviendo si se les dispensasen los cuidados necesarios» (ver enlace).

Hemos perdido el futuro con los niños no nacidos y con los mayores, que han puesto en pie este país y lo que hoy somos.

Oficialmente se ha celebrado un homenaje a las víctimas del coronavirus, pero ni se ha hecho alusión a «cuantas han sido», ni se ha reconocido siquiera un error en la gestión sanitaria, el abandono de enfermos y personal sanitario, y tanta gente que ha dado lo mejor de sí, incluso su vida, para ayudar, casi sin medios. Las víctimas, eran seres humanos, no extraterrestres.

Hay que recuperar la humanidad. No se puede seguir con la arrogancia política y la ideología sin tener en cuenta al pueblo. Los inocentes fallecidos por ley de salud sexual, han superado a los del coronavirus y la gestión de la pandemia.

La libre decisión de las mujeres sobre el futuro de su embarazo está contemplada en la ley española, pero las presiones de las personas en los organismos oficiales, el derecho de los médicos a la objeción de conciencia, el derecho de los padres de las hijas menores de edad, el derecho del varón a ser informado de la decisión de la mujer embarazada, no han sido aún resueltos. ¿No interesa?

El aborto es un problema de justicia social y de salud pública que afecta a mujeres en edad reproductiva. Se estima que 43 millones de abortos tienen lugar cada año en el mundo. Sin embargo, en este fenómeno se involucran mujeres de distintas condiciones económicas y sociales que forman parte de diversos sectores: rurales, urbanos, profesionales, amas de casa, solteras y estudiantes. El embarazo entre adolescentes ha llegado a ser un problema, a causa de las altas cifras que se ven reflejadas cada año en el mundo. ¿Dejando de contarlos, se reduce su número, como sucede con los fallecidos por el Covid-19?

Y por último, esa falta de humanidad y de consciencia, acaba de llevarse por delante a una persona, que ha sido rechazada en un Centro de Salud, porque no era el suyo, a pesar de tener todos los síntomas de un infarto lo enviaron al suyo, que estaba a 40 km.

«Laureano Muñoz, de 51 años, murió de infarto a los 15 minutos de ser rechazado en el centro de salud de Fuencarral ya que le correspondía el de Pedrezuela» (ver enlace).

BELMONTE
BELMONTE
Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CíViCa