Por Federico Montalvo Jääskeläinen, Presidente del Comité de Bioética de España, publicado en Tribuna, El País, el 29 de enero de 2019.
La gestación por sustitución constituye un conflicto ético-legal especialmente complejo. El debate no se circunscribe tan solo a cuáles son los límites de la dignidad y autonomía en un contexto en el que es la propia persona afectada, la mujer que cede temporalmente su vientre para engendrar un hijo en favor de terceros, la que decide, en términos kantianos, tratarse a sí mismo como un objeto, cosificarse. Los intereses o valores en discusión son muchos más: el mejor interés del menor, la protección de la institución familiar, o la propia justicia entre los países desarrollados y en desarrollo. Como recordara el Comité de Bioética de España en su informe de 2017, la gestación subrogada es uno de los temas bioéticos más controvertidos del momento por su carácter disruptivo sobre el modo en que la procreación humana, y las consecuentes relaciones de maternidad y filiación, han sido entendidas y reguladas hasta la actualidad. Por primera vez en la historia, nos recuerda el comité, se plantea la posibilidad de disociar gestación de maternidad. (Fotografía publicada en El pais: MICHELE EVE SANDBERG AFP)
El debate, más allá del fenómeno concreto al que va referido, está cobrando un mayor alcance como es el del impacto que el ingente desarrollo de la reproducción humana asistida está teniendo en nuestra sociedad. Ciertamente, y al margen de la cuestión del estatuto del embrión, la reproducción humana asistida ha permitido hacer realidad los deseos de muchas parejas y luchar frente a uno de los problemas sustanciales a los que se enfrenta nuestro futuro como es el de la infertilidad. Traer un hijo al mundo es un fin plausible, aunque ahora parece que la sociedad empieza a reflexionar no solo sobre fines, sino también sobre los medios e, incluso, sobre el impacto que dichas tecnologías tienen más allá de nuestras fronteras. La presunta emancipación del ser humano respecto de la biología que hasta entonces había condicionado la procreación humana parece ahora ponerse en cuestión al dudarse de que todo sean bondades.
Tratar de cumplir el deseo de tener un hijo a través de la reproducción asistida sin, al menos, evaluar otras alternativas es, al menos, discutible
El deseo de tener un hijo, cuando naturalmente no es posible, no debe ni puede evaluarse negativamente, antes al contrario, positivamente, pero tratar de cumplir el deseo a través de la reproducción asistida sin, al menos, valorar que existen otras alternativas, como la adopción, puede considerarse, al menos, más discutible, sobre todo, cuando hay millones de seres humanos que nacen en contextos de abandono y vulnerabilidad. El individuo que decide libremente recurrir a las posibilidades que ofrecen las nuevas técnicas no puede, obviamente, ser culpado, pero es importante llamar a la reflexión sobre ciertos prejuicios o mitos que, habiendo surgido en determinados contextos históricos, debemos repensar si son actualmente válidos. La perpetuación de la herencia biológica podría mostrarse como un valor positivo en el pasado reciente, pero no es necesario suponer que este debe ser el caso ahora. La procreación no es más valiosa que la adopción como un medio para hacer una familia, ya que se ha dicho que el valor de la adopción es compartir una relación íntima y especial con un extraño, proceso que la hace única.
Y es precisamente la adopción el elemento que queremos aquí aportar al debate sobre la gestación subrogada, ya que la reducción de las adopciones a escala mundial es inaudita, alcanzando un porcentaje superior al 70% en prácticamente todos los lugares del mundo. En España, de casi cuatro mil casos en 2003 a poco más de mil en 2013. Cierto es que no puede sostenerse que el motivo sea único (crisis económica, endurecimiento de los requisitos legales para adoptar, la mejora de las condiciones económicas de países que habitualmente entregaban sus niños en adopción) o que pueda imputarse al incremento del recurso a la gestación subrogada. Sin embargo, sí existe una correlación en el tiempo entre la disminución de las adopciones internacionales y el desarrollo y el fácil acceso a las técnicas de reproducción humana asistida y, singularmente, a la gestación subrogada. Tal correlación podría mantenerse que es causal y no meramente casual si se atiende a cuál es la evolución de las adopciones en países como Italia en el que las condiciones para acceder a la reproducción asistida o a la propia gestación subrogada son especialmente restrictivas. En Italia no ha habido descenso alguno, sino, incluso, un pequeño incremento de 2003 a 2013.
En definitiva, no son pocos los elementos que integran el debate, pero este que hemos aportado, el del descenso de las adopciones, exigiría, por lo menos, un incremento de los esfuerzos de la sociedad y de los poderes públicos por estudiarlo en profundidad y por tratar de adoptar después medidas, porque parece que una parte del mundo vuelve a olvidarse de la otra. Es interesante recordar que la historia es siempre paradójica y así, frente a aquellos que pregonaban que la reproducción humana asistida venía a liberar a la mujer de su condición de mero ser gestante, se nos ofrece una realidad que parece mostrarnos precisamente lo contrario.