Por José Manuel Belmonte, Dr. En Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa. Publicado en su blog Esperando la Luz el 21 de diciembre de 2019
Las noticias de ayer se van poniendo a un lado para dejar paso a las nuevas. No es verdad que todo lo pasado deje de interesar, pero nadie está leyendo los periódicos de ayer.
Es verdad que casi nada sucede de repente. Ni las estaciones vienen sin anunciarse, ni los cambios llegan sin avisar. Sepamos descubrirlo o no, todo tiene un sentido profundo que a veces no se ve. El cómo, dónde, por qué y para qué, son importantes. ¿Será verdad que las noticias importante no siempre aparecen en la prensa ni en las redes sociales?
– Espero que no sean un bulo, ni las noticias falsas (Fake news) que tanto daño hacen, porque su objetivo es la desinformación. Y lo peor es que quienes están en el origen de las noticias falsas y los bulos, nunca dan la cara, se esconden en el anonimato.
– Eso es «intoxicar», un seudoperiodismo interesado que tanto abunda. Cuando la información se curra, busca la verdad y suele ser impecable incluso en las palabras. Que nadie se llame a engaño. Y yo quiero hablar de eso. Decir algo que pueda interesar, aunque no salga en los periódicos. No todo lo que diga será nuevo pero sí distinto, y reconozco que algunas veces, simplemente me llega a las manos o al correo.
– Entonces, lo que dices puede ser doblemente interesante: por ser cierto y porque no suele encontrarse en otros medios.
– Y aunque se encuentre, sería bueno descubrir el por qué merece la pena conocerlo. En estas fechas me gustaría resaltar noticias relacionadas con la vida. Si podemos dejar que nos sorprendan, nos encontrarán y pueden llenarnos de esperanza. Por ejemplo…
El derecho de todos a estar aquí.
Seguro que la mayoría sabe que el 16 de diciembre, finalizaba el concurso Got Talent España 2019, con «Hugo el tamborilero», como ganador de la presente edición, siendo el concursante más joven, con tan solo 3 años (el más joven de todas las ediciones del formato a nivel mundial), ¡Enhorabuena!
No me voy a detener en él. Solo quería centrar la atención del lector en ese concurso, y en algo que, a mi entender, merece la pena resaltar. De todo se puede aprender. También de un espectáculo.
Si recordáis a la Compañía Flick Flock Danza, de Cádiz, que actuó el 18 de octubre, con una coreografía extraordinaria, con mucha ilusión y mucho talento, que se presentaron a sí mismos como «una gran familia», que gustó al público y cautivó al jurado, porque irradiaban vida y alegría en sus movimientos. En realidad, su nexo de unión era Inclusión y talento. A los componentes del baile de esta Danza, de 13 a 51 años, se les notaba felices, porque lo hicieron muy bien y nadie era distinto, ni especial, dándolo todo. de modo totalmente inclusivo.
Además, respetando a cada uno de los miembros del jurado, ese día, quiero poner en valor las palabras textuales de Risto, que son expresión de su fortaleza mental: «Yo creo en la ilusión. Yo creo que el arte ha de ser inclusivo o no es arte. El talento ha de ser inclusivo o no es talento. El día que un actor con síndrome de Down deje de ser noticia por actuar en una película ese día lo hemos conseguido».
Efectivamente, en la Compañía de Cádiz había un grupo de personas con Síndrome de Down, tanto chicos como chicas. Y «todos» lo hicieron tan bien, que consiguieron pasar a la Semifinal. Flick Flock Danza, consiguieron la hazaña de 26 millones de visualizaciones.
Cuando les tocó actuar de nuevo, -en la semifinal-, habían montado un espectáculo de danza, que con luz y sonido, los artistas llegaron aún más allá. En el nuevo espectáculo ofrecieron una novedosa coreografía grupal en la que primaba la sensibilidad y en la que destacaba el alumbramiento de un niño, por encima de todo.
Todo fue de una belleza impresionante, y así lo valoraron los distintos miembros del jurado, bonito, precioso, espectacular. Pero, una vez más, Risto Mejide, se salió del calificativo fácil, para encontrar la forma de decir, ante una audiencia mundial, lo que pocos, en este país y en otros, se atreven a descubrir y menos a expresar en público: «Quiero destacar el momento en el que las chicas os habéis puesto en el centro. El mensaje que ha llegado a través del arte, con la actuación, es que todos los nacimientos son sagrados, tengan los cromosomas que tengan».
Una verdad científica que descubrió Jérôme Lejeune. La que un niño Down le dijo al investigador-descubridor, en su funeral: «tú me has curado porque me has devuelto la dignidad». Y cuya defensa le privó del premio Nobel. Alguien, con trisoma 21 es un ser humano, como los demás. Aunque hasta ahora desconozcamos por qué están dotados de una afectividad incluso mayor a los demás.
Mientras una madre ha podido escribir de su hijo, con capacidades especiales: «Mi hijo, mi maestro», otras, aquí y en otros países, piensan creen tener más derechos que ellos.
Querámoslo o no, es verdad que cada uno somos únicos, distintos y especiales. Si tuviéramos la mentalidad abierta y talante inclusivo, ningún Down sería excluido de la fiesta y la danza de la vida -por el hecho de serlo-. Nada hay más inclusivo en este mundo que la vida. Juntos y revueltos podemos aprender unos de otros. Así podemos crecer todos. Por eso todos tenemos derecho a estar aquí. El arte es integrador. La vida no pone fronteras, solo ofrece oportunidades.
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