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LIBRO: BIOETICA DESDE LA CORPORALIDAD
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Por José Luis Velayos. Catedrático de Anatomía, Embriología y Neuroanatomía, Profesor Extraordinario de la Universidad CEU-San Pablo – Miembro de CíViCa. Enviado el 12 de diciembre de 2021

Curiosamente, las dos palabras coinciden en casi todas las letras. Y la palabra “experiencia” tiene dos letras más que la palabra “esperanza”.

La esperanza tiene que ver con el futuro; la experiencia, con el pasado. La esperanza puede malograrse si la experiencia es negativa, y a la inversa. Pero aun cuando las experiencias sean negativas, puede surgir una esperanza de por sí optimista: es esperar contra toda esperanza. (Los acontecimientos adversos en muchos casos fortalecen a la persona).

Es lógico que los niños y los jóvenes tengan más esperanza que los adultos y que los viejos, pues tienen a la vista un tiempo más largo, que es en proporción inversa a la edad.  Por eso, el niño espera con más inquietud, con más anhelo que el que es mayor. Es bien sabido con qué ilusión, con qué “nervios” viven los niños la noche de Reyes, o la víspera del cumpleaños, o la víspera de algún acontecimiento especial.

En este sentido, se puede decir que el joven de espíritu es el que tiene esperanza, que vive con ilusión el presente y no está anclado en el pasado sino que se proyecta hacia el futuro. El dicho popular dice: “la esperanza es lo último que se pierde”.

Médicamente está comprobado  que viven más los individuos cargados de ilusiones que los  pesimistas. La esperanza, la ilusión, alargan la vida.

Como el hombre es una unidad corporal – espiritual en que las dos realidades conforman una única realidad, la esperanza hace más llevadera la enfermedad e incluso coopera en la curación.

En la puerta del infierno, en la Divina Comedia, se dice a los condenados que abandonen toda esperanza (“lasciate ogni speranza voi ch’entrate”). De allí no se sale. Y la Comedia describe a los condenados como seres desesperados, que saben que jamás verán a Dios.

En la Divina Comedia Dante personifica al hombre. El poeta Virgilio, que le conduce por el infierno, personifica a la razón. Termina la obra con la visita al Paraíso, guiado por Beatriz, que personifica a la fe. Es una obra cumbre en la Literatura Universal.

¿Tiene la esperanza un asiento concreto en el cerebro? Como la esperanza no es una cuestión meramente material, no se puede localizar de forma concreta en ninguna zona de la corteza cerebral o del encéfalo en general. En la depresión hay falta de esperanza, y como la depresión tiene que ver con fallos bioquímicos encefálicos, en cierto sentido pudiera también hablarse de la bioquímica de la esperanza. ¿Sería la serotonina el factor bioquímico de la esperanza?

¿Algún factor hormonal tiene que ver con los estados de esperanza o de desesperanza? Es bien conocido que algunos ancianos están faltos de esperanza. En el anciano hay un declive hormonal.  Algunos denominan a la serotonina  “hormona de la alegría”.

Pero el espíritu es más potente que las hormonas: optimismo y edad no son cuestiones idénticas.