¿Embriones sintéticos? Fines y connotaciones éticas

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Por Nicolás Jouve, Catedrático Emérito de Genética de la Universidad de Alcalá. Oresidente de CiViCa. Publicado en Páginas Digital el 4 de julio de 2023.

Acaban de difundirse por los medios de comunicación una serie de trabajos desarrollados en diversos laboratorios mediante los cuales se asegura haber obtenido unas estructuras que han sido descritas como embriones sintéticos, embriones artificiales, seudoembriones, modelos embrionarios o simplemente embriones humanos no procedentes de la fecundación de un óvulo por un espermatozoide.

El primero de estos trabajos se debe al equipo que lidera la investigadora Magdalena Żernicka-Goetz, de la Universidad de Cambridge, y del Instituto Salk de Tecnología Celular de California, que asegura haber obtenido unos “embriones sintéticos” humanos, sin que haya habido fecundación, aunque paradójicamente se parte de células madre embrionarias de verdaderos embriones humanos obtenidos por fecundación in vitro (FIV) a partir de un óvulo y un espermatozoide [1]. Las células madre para la obtención de los embriones sintéticos, proceden del embrioblasto de estos embriones de FIV cuando alcanzan el estado de blastocisto, aproximadamente cuatro o cinco días después de la fecundación. Dicho estadio se caracteriza por estar compuesto por un centenar de células, con una masa celular interna llamada embrioblasto, compuesta por las llamadas células madre o troncales embrionarias, rodeada por una capa de células externa llamada trofoblasto. Las células de que proceden los modelos embrionarios obtenidos por el citado equipo de investigación, son células troncales del embrioblasto, a las que se modifica genéticamente para expresar distintos factores de diferenciación y de paso limitar el posible desarrollo de parte de los órganos. Estas células se agregan con otras células madre que simulan las células que forman la placenta y el saco vitelino. La modificación genética fue desarrollada mediante la tecnología de la “reprogramación genética”, por el método del japonés Yamanaka (Premio Nobel de Medicina o Fisiología de 2012), que permite derivar células iPS (células madre pluripotentes inducidas) a partir de células de cualquier tipo de tejidos [2]. La investigación fue comunicada en un Congreso mundial de Células Madre recientemente celebrado en Boston, pero aún no ha sido publicada en ninguna revista científica.

Paralelamente otro equipo de investigación liderado por el doctor David Hanna, del Instituto Weizmann de Ciencias de Israel, en un trabajo muy parecido al realizado por la doctora de Cambridge, ha obtenido unos modelos de embriones parecidos, directamente desde las células madre o troncales, pero a diferencia del trabajo de la Dra. Żernicka-Goetz, sin modificación genética posterior [3].

Algo en lo que hacen énfasis estos investigadores es que los embriones sintéticos así creados, no son realmente embriones humanos sino estructuras derivadas de embriones, a los que denominan “modelos embrionarios” o “embriones sintéticos”. Aunque, eso sí, tienen capacidad para seguir un proceso de crecimiento y desarrollo semejante al de los verdaderos embriones e incluso alcanzar etapas posteriores a la del blastocisto, superando incluso el comienzo de la gastrulación, fase crítica coincidente con la anidación en el útero, aunque no prosigan su desarrollo más allá.

La gastrulación coincide con el estadio en el que el embrión por medio del trofoblasto anidaría en el endometrio para proseguir su desarrollo en las condiciones de protección e intercambio metabólico a través del útero materno. En el desarrollo embrionario la gastrulación es un paso crítico. En este estadio el embrioblasto da lugar a dos capas de células, el epiblasto y el hipoblasto que conforman un disco embrionario bilaminar. Las células del epiblasto darán origen a tres capas de tejido embrionario: ectodermo, mesodermo y endodermo, del que se van a derivar todos los tejidos y órganos del ser humano en formación. Otro hecho importante que tiene lugar en la gastrulación –hacia la tercera semana en condiciones normales-, es la aparición de la llamada estría primitiva, una banda celular engrosada situada en la región central posterior del embrioblasto superpuesta a las tres capas celulares mencionadas. Con ello, queda definido el plan general del cuerpo y da comienzo la organogénesis.

¿Para qué y por qué se crean estos llamados embriones sintéticos?

La idea que subyace en este tipo de investigación es poder investigar con embriones de más de 14 días, ya que, pasada la gastrulación, la ley no permite investigar con embriones y se trata de la fase más crítica del desarrollo embrionario humano. Tras la anidación, a partir de la tercera semana, se empiezan a expresar múltiples genes en las diferentes células de las que se derivarán los diferentes tejidos y órganos, y se entra en una fase en la que muchos embriones son expulsados o colapsa su desarrollo sin causa conocida. El caso es que esta etapa es crítica y determina que aproximadamente solo un 30% de los embriones producidos por FIV e implantados en el útero sigan adelante.

Lo que los investigadores tratan de hacer con los mal llamados embriones sintéticos es utilizarlos como modelo de laboratorio con que experimentar para conocer las causas de la considerable pérdida de los embriones tras la anidación y obtener así conocimientos de las causas de infertilidad.

El falso límite de los 14 días como plazo lícito para investigar con embriones

La legislación del Reino Unido, EE.UU. y muchos otros países establece como plazo límite para investigar con embriones humanos procedentes de la FIV, hasta los 14 días después de la fecundación, es decir hasta antes de la gastrulación. Tal plazo se basa en el mito de que el producto de la fecundación, hasta los 14 días, no es un embrión, sino solo un “preembrión”, y por lo tanto puede ser utilizado en investigación experimental, extraer sus células madre, donarlo, seleccionarlo o eliminarlo en función de sus genes tras un diagnóstico genético preimplantacional, etc.

El disponer de los modelos embrionarios permitiría saltarse la norma que impide la utilización de los embriones, ya que como enfatizan los investigadores citados no se trata de embriones, sino de estructuras seudoembrionarias, embriones sintéticos, o como se les quiera llamar, para su utilización como modelos para investigar las fases del desarrollo posteriores a los 14 días.

Connotaciones éticas

Sorprende en primer lugar la contradicción que supone el utilizar unas estructuras que se dice no son embriones, pero qué tratan de resolver un problema que atañe a los embriones. La realidad es que se trata de unas estructuras o artefactos, difícilmente equiparables a los embriones, pero para cuya obtención se utilizan auténticos embriones procedentes de la fecundación in vitro de un ovulo por un espermatozoide. Aunque se enfatiza en estas investigaciones que no se han utilizado gametos, nada más lejos de la realidad. La fecundación in vitro con la que se obtienen los embriones de qué proceden las células troncales que dan lugar a los modelos embrionarios, no altera su naturaleza biológica de embriones humanos. Pero, evidentemente, el problema ético es la utilización de embriones humanos para extirpar sus células madre, lo que implica su destrucción. O sea, la destrucción de vidas humanas en estado embrionario. Y esto es así por su potencial genético de desarrollo, no porque los digan o lo traten de ocultar las normas jurídicas o acuerdos de una bioética contaminada de utilitarismo.

Hay otros dos aspectos críticos desde el punto de vista ético que también deben considerarse.

En primer lugar, aunque está bien investigar las causas de la infertilidad y tratar de desentrañar a qué se deben las dificultades del desarrollo embrionario humano tras la gastrulación, no tiene por qué hacerse con embriones humanos, y ni siquiera con modelos embrionarios derivados de auténticos embriones humanos. Este tipo de investigación puede desarrollarse igualmente en modelos animales, macacos, ratones u otros, como los que se utilizan habitualmente en los laboratorios. Los mamíferos conservan los mismos tipos de genes ortólogos implicados en las fases del desarrollo qué se desean investigar y no hay trabas legales ni normas que impidan su utilización siempre que se haga de acuerdo con las normas de carácter ético establecidas.

En segundo lugar, está el mito del preembrión. El uso del término “preembrión” no tiene cabida en la literatura científica, su origen es de carácter legislativo o jurídico. No se encontrará en ningún tratado de Biología o de Embriología. No vale decir, como se señala en la Ley española de investigaciones biomédicas que un preembrión es un embrión obtenido por fecundación in vitro de menos de 14 días.  La denominación «preembrión» tiene una connotación utilitarista. Se utilizó como justificación para permitir la investigación con embriones humanos en el Informe del Comité Warnock británico (1984) y después en los EE.UU. para el Informe de investigación de embriones humanos de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) en 1994. Como consecuencia al «embrión preimplantatorio», o «preembrión», se le rebajó a un «estatus moral reducido». Pero esto es falso, se trata de embriones humanos, vidas humanas en su etapa más temprana de desarrollo.

No es un argumento válido basar el término “preembrión” en el mito de la “unicidad”, según el cual no se ha de conceder la condición de ser humano, y aun de vida humana, a algo que no tiene garantizada su carácter único, que algunos sitúan en los 14 días en que tiene lugar la formación de la línea primitiva, al suponer que es el momento a partir del cual no puede tener lugar la gemelación. Está probado que, incluso después de 14 días son posibles los casos de fetus-in-fetu y los gemelos siameses. A este respecto es recomendable tener en cuenta la argumentación del Dr. Gonzalo Herranz (1931-2021) catedrático y profesor emérito del Departamento de Humanidades y Ética Médica de la Universidad de Navarra, en su obra El embrión ficticio: historia de un mito biológico (Ed. Palabra, Madrid 2013) [4]. Tras la fecundación, auténtico inicio de la vida y una vez constituida la identidad genética, estamos ante una nueva vida humana, que podría convertirse en dos o incluso ocasionalmente en más de dos, sí por accidente se produjera la gemelación. La indivisibilidad no ha de considerarse requisito para el reconocimiento de la individualidad. El embrión, divisible o no, es ya una vida humana que posee su identidad invariable de por vida de la que depende su desarrollo como un ente biológico.

 

Referencias

[1] Baile, A.T., gantner, C.W…  Żernicka-Goetz, M. (2023) «Transgene directed induction of a stem cell-derived human embryo model».  bioRxiv, June 15, 2023.

[2] Takahashi K, Yamanaka S, (2006). «Induction of Pluripotent Stem Cells from Mouse Embryonic and Adult Fibroblast Cultures by Defined Factors»Cell 126  (5): 663-76.

[3] Oldak, B…. Hanna, J.H. (2023) «Transgene-Free Ex Utero Derivation of A Human Post-Implantation Embryo Model Solely from Genetically Unmodified Naïve PSCs.» bioRxiv, June 15, 2023.

[4] G. Herranz, El embrión ficticio: historia de un mito biológico. (Ed. Palabra, Madrid 2013).

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Para una mayor profundización en el tema se puede seguir el webinar titulado «Ciencia y mitos sobre el comienzo de la vida humana» que impartirá el Profesor Jouve.

Fecha: 10 de Julio, a las 21:00 h

El evento está organizado por Bioética Red, por su canal YouTube para inscribirse pincha aquí

Nicolás Jouve de la Barreda
Nicolás Jouve de la Barreda
Catedrático Emérito de Genética de la Universidad de Alcalá. Presidente de CiViCa.