Por José Manuel Belmonte, Dr. En Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa. Publicado en Esperando la Luz el 22 de abril de 2022.
Desde siempre los seres vivos para obtener los recursos naturales, (agua, suelo, aire y biodiversidad) necesitan del medioambiente. Históricamente fue a partir de 1945 cuando comenzó a tomarse conciencia de la importancia de la Madre Tierra, hogar común de todos los seres vivos que aquí estamos. Había indicios y razones, pero no se había tomado conciencia global de esa realidad.
Para impulsar a que se adquiriera conciencia sobre la importancia del medioambiente y la interdependencia de todos los seres vivos, se necesitaba la presión social sobre los gobiernos, en la que participaron más de dos mil universidades y diez mil escuelas de primaria y secundaria en EEUU.
Era necesario que se creara una Agencia de Protección Ambiental, pero no llegó hasta que tuvo lugar una manifestación el 22 de abril de 1970, promovida por el senador y activista ambiental Gaylord Nelson.
La Tierra, la Madre Tierra que compartimos, es clave. Todas las especies necesitan unas de otras para sobrevivir y, de una forma o de otra, se da una interdependencia.
Si bien es cierto que los humanos, colectivamente, tenemos formas específicas de ejercer las relaciones con el entorno, recreando o modificando ambientes que posibilitan el desarrollo de nuestro bienestar. Ese ejercicio libre, puede propiciar el progreso personal y cultural, pero de hecho tiene, aspectos negativos, que ponen en peligro la supervivencia de otras especies con las que interrelaciona, e incluso la propia especie humana.
Gracias a su inteligencia y al conocimiento del marco natural, el ser humano ha aprendido a aprovechar y transformar el medioambiente. El sistema de producción capitalista ha pasado de recolectar frutos de la naturaleza a sembrar y cosechar, -sirviéndose de los animales- a una agricultura industrializada. Con el avance de los conocimientos técnicos y científicos, ha podido adaptar la realidad a sus propias necesidades, a veces con peligro de destrucción medioambiental.
Como consecuencia de la febril e interesada actividad humana, la deforestación, la industrialización, la contaminación del agua, del aire y el calentamiento global han precipitado un cambio climático y una pérdida de biodiversidad. Actualmente todo eso se considera un cambio climático antropogénico.
La especie humana de forma más o menos consciente, pero arriesgada, puso al Planeta y todo cuanto en él se sustenta, en riesgo grave. Los sabios lo avisaron en el S. XX. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) fue creado ya 1988 para evaluaciones integrales, por los científicos y técnicos sobre el cambio climático, sus causas, y repercusiones.
1) Desde entonces, estábamos en prealerta medioambiental.
Además de las indicaciones del IPCC, era conocida la herramienta simbólica y metafórica, según Rachel Bronson, presidenta del Boletín de Científicos Atómicos, el Reloj del Apocalipsis refleja cuan cerca está el momento en el que la Tierra sea destruida, ya que muestra una situación peor que la de 1953, cuando marcó las 23:58:00 horas, en medio de la Guerra Fría, cuando soviéticos y estadounidenses hacían las primeras pruebas con armas termonucleares. Hoy estamos a solo 100 segundos de la media noche.
En nombre de la Convención para la Diversidad Biológica de la ONU, Ahmed Djoghlaf, alertaba en 2017: 1) «Que el informe elaborado por expertos del Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático, revela que la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera del Planeta se encuentra en un nivel nunca visto desde hace 650.000 años». 2) » Que se extinguen 150 especies animales al día, lo que se considera la mayor ola de pérdida biológica desde que desaparecieron los dinosaurios»; y que en un año desaparecen entre 18.000 y 55.000 especies». Y 3) «Que, según el Dossier Evaluación de los Ecosistemas del Milenio, elaborado por 1.300 científicos de 95 países: «la degradación progresiva de dos terceras partes de los ecosistemas tendrá consecuencias desastrosas para la humanidad en los próximos 50 años».
La semana pasada el citado IPCC añadió «que el calentamiento global podría alcanzar o superar los 1,5 °C» y los hielos polares se derriten. Pero casi nadie se ha dado cuenta, porque han llegado otros jinetes desbocados.
2) El Virus y Pandemias -medio mundo sin vacunar- y la Guerra en 2022.
En este escenario bélico, es bueno acudir a quien ha vivido, ha visto y sabe.
Avram Noam Chomsky, filósofo, politólogo y activista estadounidense de origen judío, profesor emérito de lingüística en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, que lleva advirtiendo hace más de 30 años, de las consecuencias ético-políticas de la naturaleza humana. Tiene 93 años y, ha dicho alto y claro, a EEUU y a quien quiera escucharle, «que Putin estaba siguiendo una deriva peligrosa».
En una entrevista reciente, resalta el peligroso paralelismo nuclear entre la crisis de los misiles de Cuba y la invasión de Rusia a Ucrania. «Los paralelos son claros y siniestros. En ambos casos, una gran potencia alega preocupaciones de seguridad para justificar sus acciones. En ambos casos, la amenaza de una guerra nuclear es demasiado real. En 1962, un oficial de submarinos ruso, Vassily Archipov, decidió no autorizar el lanzamiento de misiles con ojivas nucleares cuando eran atacados por destructores estadounidenses. Si hubiera decidido lo contrario, probablemente habría escalado rápidamente a una calamidad indescriptible. Hoy, si Putin es arrinconado sin posibilidad de escape, lo que podría suceder, podría tomar la decisión que Archipov rechazó» (ver enlace).
De hecho, el 20 de abril de 2022, Rusia probó el «Satán 2», un misil armado con 10 Ojivas, que según Putin puede alcanzar cualquier objetivo del Planeta y «podría matar a millones de personas». No es una amenaza solo para Occidente, sino también para el Planeta que habitamos.
Pese a la devastación de Ucrania y los miles de muertos, el mundo libre ha sido incapaz de dar una respuesta que pare la masacre. Han pasado 58 días de invasión y hay 5 millones de desplazados. Pero, los líderes que ofrecerían sanciones a Rusia, ahora ofrecen armas a Ucrania.
¿Esa es la forma civilizada de apagar el fuego o es la forma rápida de extinguirnos como especie? ¿Importan más los egos de Putin y demás políticos, que la Paz y todas las demás especies de la Tierra?
A eso es a lo que hay que responder en el Día de la Tierra, porque como alguien dijo: «Nosotros no heredamos la Tierra de nuestros antepasados; la tomamos prestada de nuestros hijos» (añado por mi parte): «y de nuestros nietos».
¿Última esperanza?: El Secretario General de la ONU se reunirá el martes,26 de abril, con Putin en Moscú. Y si alguien puede hacer algo más, hágalo sin miedo, para que el Mundo no se pare ni se hiele la sangre.