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Aborto. ¿Qué dice la ciencia?
22/06/2018

Por José Luis Velayos (Catedrático de Anatomía, Embriología y Neuroanatomía, Profesor Extraordinario de la Universidad CEU-San Pablo – Autor entre otros del libro Medicina del Sueño – Miembro de CíViCa). Enviado el 19 de junio de 2018.

Sigue incrementándose la lista de países que despenalizan el aborto (si se despenaliza  es que se considera delito). Parece como si actualmente el vientre materno se hubiese convertido (de forma antinatural) en un corredor de la muerte.

Las campañas “pro-muerte” suelen resurgir después de los desahogos del público “pro-vida”, quizá aprovechando su desgaste. Sin embargo, aun con cansancio, hay que seguir defendiendo el respeto a la vida. Y el error no se combate con la violencia, sino con la firmeza de la verdad:

Algunas mujeres declaran que pueden hacer lo que quieran con sus cuerpos. Pero el cuerpo embrionario/fetal es distinto que el materno, no es una parte del mismo. No es un órgano, sino una persona. Depende de la madre hasta el acontecimiento del parto (después, sigue una dependencia nutricional, afectiva, etc., que se va aminorando con el tiempo).

Realmente, la mujer no es dueña de su cuerpo, sino administradora del mismo, al que debe respeto.

El dinamismo biológico de todo ser vivo (la vida) comienza con la unión del espermatozoide y el óvulo.

Se depositan en la vagina humana entre trescientos y quinientos millones de espermatozoides, que han de salvar barreras mecánicas y químicas, vaginales y uterinas, antes de alcanzar las trompas de Falopio: los suficientemente dotados, pocos,  las alcanzarán, lográndolo  entre media y tres cuartos de hora después del coito. Sólo un espermatozoide penetrará el óvulo.

La nueva célula (cigoto) es distinta del óvulo y del espermatozoide, con una carga genética que es la suma de lo aportado por el padre y la madre, y con un impulso vital que puede durar años.

Este ser presenta una unidad temporal, biográfica, patente: aunque al cabo del tiempo haya renovado totalmente sus materiales y haya cambiado su aspecto, es el mismo. El momento del parto no es más que un suceso biográfico más.

Es una vida autónoma porque toma del medio en que se encuentra todo lo que necesita, independientemente de que la madre esté desnutrida o enferma. Autonomía no esencialmente diferente de la del adulto, que también depende del medio: del aire, del alimento, de las relaciones sociales, etc.

Y es de la especie humana, por su organización, distinta estructuralmente de las restantes especies animales. Su carga genética es la responsable de las diferencias con respecto a otros individuos de su especie, no sólo en cuanto al sexo y aspectos externos  – color de los ojos, modo de andar, tonalidad de la voz, etc. –  , sino también en cuanto a sus órganos internos; y están ya marcadas determinadas disposiciones para enfermar, que probablemente no se pondrán de manifiesto hasta transcurridos muchos años. La individuación se da desde la fecundación. Y es varón o hembra desde entonces.

El hombre no posee otra modalidad de existencia que la de ser persona,  y el cigoto (y el embrión/feto) es persona porque tiene una organización, estructuración y genoma humanos.

Algunos afirman que la condición humana se va adquiriendo progresivamente: al principio sería una masa amorfa, y al final tendría una forma humana. Pero no hay ningún límite claro entre los sucesivos procesos biológicos del desarrollo. Y la carga genética no es el principio informador vital, y la forma, la morfología, no determinan al ser humano; más bien, la morfología viene determinada por la carga genética.

También se dice que un individuo no es persona hasta que no es aceptado por los demás, argumento sin base científica.

Según Zubiri, el hombre es siempre el mismo, aunque nunca sea lo mismo: «El oligofrénico es persona; el concebido antes de nacer es persona. Son tan personas como cualquiera de nosotros»

Digno es lo que debe ser tratado con respeto y veneración, dignidad que tiene el hombre en toda su realidad biográfica: no hay ningún salto de calidad entre unas etapas y otras del desarrollo; se trata de un continuum en los procesos vitales. Desde el primer momento ese ser es digno de respeto. Como ninguna persona puede ser objeto de posesión, el embrión/feto, que es una persona, no es propiedad de nadie. Su manipulación, su muerte provocada, atenta contra su dignidad. Y el respeto a la mujer embarazada va unido al respeto a la vida que alberga.

El ser humano puede enfermar, antes o después del nacimiento. La Medicina Embriofetal es la especialidad médica que se encarga de los asuntos patológicos del ser humano antes de nacer. Es una realidad la intervención quirúrgica intra-útero de fetos humanos. El embrión/feto tiene derecho a ser tratado médicamente, como cualquier persona, respetando su vida e integridad física, y no exponiéndole a riesgos desproporcionados.

“La defensa del inocente que no ha nacido, por ejemplo, debe ser clara, firme y apasionada, porque allí está en juego la dignidad de la vida humana, siempre sagrada, y lo exige el amor a cada persona más allá de su desarrollo.” (Papa Francisco,  Exhortación Apostólica Gaudete et exultate)