Por José Manuel Belmonte, Dr. En Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa. Publicado en Esperando la Luz el 9 de marzo de 2022.
Hoy 8 de marzo. Esas palabras del cantante británico Sting, son tan ciertas aquí, como al otro lado de Europa. Al publicar en su cuenta de Instagram la interpretación de Russians, la canción que compuso en 1985.
Lo ha dicho alto y claro como homenaje a los valientes ucranianos que luchan contra esta tiranía brutal y también por los muchos rusos que están protestando contra este ultraje a pesar de la amenaza de arresto y encarcelamiento. Dice que «no existe una guerra que se pueda ganar» y que «compartimos la misma biología, a pesar de la ideología», por eso la canción es una súplica por nuestra humanidad común: ¡Detened la guerra!
La crisis ucraniana viene de lejos.
Como han puesto de manifiesto los historiadores, en Foros y Universidades, entre ellos Florentino Portero en enero de 2015.
Pero, Putin, se ha equivocado clara y triplemente. Primero, pensando que invadir Ucrania sería un pase militar, rápido y casi sin oposición, dada la superioridad militar y armamentística de Rusia; segundo, que debido a esa rapidez ni los medios iban a ser capaces de desmoronar sus planes, enviando imágenes a los hogares de su propio país y al mundo occidental, de los ataques y atrocidades de sus tropas, capaces de poner a sus compatriotas y al mundo, en contra de su invasión; y tercero, que el intento de Ucrania de acercarse a Europa y la OTAN, quedaría en nada, ya que no había tenido ocasión de firmar nada, y esas potencias, quedaban al margen, porque al no pertenecer a esas alianzas, no podrían intervenir.
El discurso, el 1 de marzo, del socialista Josep Borrell, Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y vicepresidente de la Comisión Europea, en el Parlamento Europeo, alertaba, en un discurso valiente y encendido, decía que hoy más que nunca, «debemos estar unidos contra las acciones humanas que amenazan, la paz, la vida y la seguridad de todos».
Efectivamente, como dice Borrell, la ONU, mayoritariamente ha condenado a Rusia, incluso los habituales aliados de Rusia se abstuvieron y solo 5 votaron a favor: (Rusia, Bielorrusia, Siria, Corea del Norte y Eritrea).
Los ataques deliberados contra personas y bienes civiles, y los ataques indiscriminados que matan o hieren a civiles, constituyen crímenes de guerra, al igual que los ataques en «los corredores humanitarios», «la trampa» de evacuación por donde los civiles pudieran ir a países vecinos, denunciada por Cruz Roja.
Los expertos y analistas saben que una guerra-asimétrica, es difícil que dure o se mantenga durante cierto tiempo, si los medios de comunicación proporcionan imágenes duras de desastres o contundencia desproporcionada sobre el débil. Lo decía de forma clara Florentino Portero en el 2015.
Por eso, Putin, que no quería el acercamiento de Ucrania a Europa, buscaba la rendición de Ucrania en pocos días, tanto por su armamento como por los apoyos de los separatistas ucranianos, pro-rusos o rusos-ucranianos. Los ataques a los depósitos de petróleo, a las centrales nucleares, a las torres de control e información y el cerco a las principales ciudades, eran y han sido estratégicos. Por eso, han roto incluso los iniciales, acuerdos, y ni las vías de evacuación humanitaria para salir del país, han sido respetadas. La palabra empeñada y la ética básica, igual que la verdad, han quedado al margen o han saltado por los aires.
Aunque el miedo es libre, los valientes ucranianos a temperaturas gélidas, y bajo las bombas o misiles, han seguido luchando.
Los ciudadanos, sin medios, huyen como pueden ayudándose unos a otros, llevándose a los niños o quedándose bajo tierra viviendo con dolor y esperanza en refugios donde todo escasea, menos el deseo de vivir y la esperanza, capaz de interpretar música en vivo, que reconforta y estremece.
Por eso, el conocido pensador Yuval Noah Harari, ha reconocido que: «Es probable que vengan días oscuros, pero Putin ya ha perdido la guerra».
Así hemos llegado, en occidente al día de la mujer o a la gran mentira de…
El 8 DE MARZO 2022
A cara descubierta exhiben, en el gobierno nacional y la alcaldía de aquí, que el feminismo es un anti-humanismo. Sin embargo, como dice Sting, «compartimos la misma biología, a pesar de la ideología». El feminismo es la gran mentira que ignora al 50% de los humanos, y pretende la abolición de derechos fundamentales de los hombres, con cientos de denuncias falsas, justicia prostituida y vendida, leyes de autor, y con inocentes en la cárcel.
En Madrid hoy van por libre. Dos manifestaciones. 1) La consigna será: «Derechos para todas, todos los días», y Aquí estamos las feministas, por si no está claro. Sin embargo solo defienden a las feministas de «su ideología», debidamente colocadas y financiadas en chiringuitos, enchufismo y corrupción,
2), Lleva el lema: «El Feminismo es abolicionista». Rompen la igualdad ante la ley de hombres y mujeres, como principio jurídico.
Mientras se esfuerzan en mostrar una rigurosa neutralidad en lo que está sucediendo en el conflicto entre Rusia y Ucrania. Así que, hay tantos motivos para no ser feminista como motivos para no ser nazi, señala Arcado Espada.
3) Aquí en Guadalajara, es flagrante el desvío de la atención, porque con «Somos Mujeres», desde el Ayuntamiento, se hace un homenaje a la Chaika, o “gaviota”, a Valentina Tereshkova, (la amiga de Putin),»dando visibilidad a una gran mujer cuya hazaña supuso un importantísimo avance y un logro para el movimiento feminista», en palabras de la segunda teniente de alcalde y concejala de Igualdad, Sara Simón.
Aquí se programa el concierto «Somos mujeres» en el teatro público Buero Vallejo. Es una decisión libre, pero en esta ciudad por lo menos el 50% de los ciudadanos no son «mujeres» y se debe tener en cuenta. Que por lo tanto, compartimos, como dijo el cantante británico, Sting: «Compartimos la misma biología, a pesar de la ideología». Y que el 5M o el 8M son días que millones de ciudadanos están y estamos en medio de una guerra y que las personas en general -mujeres y hombres- estamos especialmente sensibles en Europa y también en España. En cualquier ciudad de en que residan.
No se pueden ignorar a casi 2 millones de mujeres con sus niños que se han visto obligados a salir huyendo de sus casas destruidas y de su país, en lo que es el mayor exilio de la historia, en tan corto plazo. ¿No han visto la desesperación de los sanitarios, exhaustos y llorando, porque no pueden más y carecen de instrumental, de medicinas y que no pueden evacuar siquiera a los más necesitados, porque las tropas de Putin no respetan ni los corredores humanitarios? «Nos dejan salir de los refugios y luego disparan».
¿Han alzado una voz, una bandera por la paz, quienes no hace mucho recorrían la ciudad gritando «no a la guerra»?
Ya que no han tenido tiempo en un semana -ni las de aquí ni las de Madrid-, para variar una coma a sus lemas para el 8 M, tal vez se me permita recordar lo que ha escrito una mujer, Isabel San Sebastian: «Para feministas, las ucranianas». «Si conociera el decoro y atisbara remotamente lo que supone el auténtico feminismo, Irene Montero y su corte celebrarían este 8-M cuadrándose ante las patriotas que han empuñado el fusil y se han unido a sus compañeros para frenar a los tanques de Putin. Tributándoles el homenaje que merece su conducta heroica. Poniéndose a su disposición y ofreciéndoles su ayuda. Esas guerreras (que no ‘soldadas’, como escriben algunos en ‘lenguaje inclusivo’ haciendo mangas y capirotes del diccionario de la RAE) sí que ejercen de feministas a la hora de la verdad» (ver enlace).
Y, para que quede claro, el Gobierno ha aprobado este martes, Día Internacional de la Mujer, el III Plan Estratégico de Igualdad Efectiva entre Hombres y Mujeres, que estará vigente entre 2022 y 2025 y tendrá una dotación de 20.319 millones de euros procedente de los distintos ministerios.
La vida termina imponiéndose al mal y a la muerte, en Kyiv.
Hoy 8 de marzo es ya el día 13 de la invasión rusa.
Pero el himno de Ucrania sigue ahí, se titula «Ucrania todavía no ha muerto».
Una muestra de que vive es que, en medio de la guerra, una pareja de ucranianos enrolados en las unidades de defensa civil de Kiev se ha dado el sí quiero a pesar de Putin y de la barbarie. Sin miedo, «Lesya y Valeriy, acaba de casarse en el frente en Kiev».
This couple, Lesya and Valeriy, just got married next to the frontline in Kyiv. They are with the territorial defense. pic.twitter.com/S6Z8mGpxx9
— Paul Ronzheimer (@ronzheimer) March 6, 2022
Otra, es que, en uno de esos refugios antibombas, en un búnker húmedo y frío, en una habitación improvisada, sin puertas en la que tan solo una cortina le separaba de la sala donde había más de 50 personas, ha nacido el día 2, Fedor.
Ya se encuentra en brazos de su madre, Victoria, de 32 años. Ella dice: «estaba tan feliz cuando vi a mi hijo, Fedor, que solo sentí, al verle un inmenso amor y pura felicidad. Mientras le sostenía a mi lado le dije: «Tienes suerte, eres único, naciste en Ucrania, eres un nuevo ucraniano». «No quiero que conozca la guerra real».
Insólito, o fuera de lo común, pero real. La vida y la guerra tienen potencias diferentes y finalidades contrarias. ¡La vida puede más!
Con tantos asesores, podían haber pensado, los artistas y los programadores de las manifestaciones, en cualquier ciudad, no ser indiferentes y, por lo menos un día como hoy, que alguien, hubiera entonado ese himno a la paz, que es la canción del argentino León Gieco y que Ana Belén y Antonio Flores interpretaron en su día. Se titulaba precisamente así…
Sólo le pido a Dios
Que lo injusto no me sea indiferente
Si un traidor puede más que unos cuantos
Que esos cuantos no lo olviden fácilmente.
Sólo le pido a Dios
Que el futuro no me sea indiferente
Desahuciado está el que tiene que marcharse
A vivir una cultura diferente.
Sólo le pido a Dios
Que la guerra no me sea indiferente…