Ser y actuar. El dilema no existe.
20/09/2019
Boletín de CíViCa Nº 63, 17 de marzo de 2019.
24/09/2019

Por José Luis Velayos, Catedrático Honorario de Anatomía y Neuroanatomía de la Universidad de Navarra. Catedrático Honorario de Neuroanatomía de la USP CEU. Fue Catedrático de Anatomía en la Universidad Autónoma de Madrid. Recibido el 17 de septiembre de 2019.

Se entiende por eutanasia el procurar la muerte  (teóricamente sin dolor) a alguien que sufre (o que se cree que sufre  o  que se cree que podría llegar a sufrir), lo que puede implicar la muerte de un recién nacido deficiente, ayudar al suicidio, suprimir la vida de un anciano, la interrupción de un tratamiento especialmente agobiante, etc.  Las finalidades pueden ser variadas: evitar el dolor del enfermo, evitar la carga y la tensión a los familiares y a los cuidadores, evitar determinadas incapacidades, etc.

En la eutanasia se procura la muerte de forma directa o indirecta, activamente (por ejemplo, administrando dosis letales de fármacos) o de forma pasiva (por omisión). La eutanasia es voluntaria si se realiza a petición del paciente (suicidio asistido); no voluntaria si es sin la petición explícita del sujeto; involuntaria, si es en contra de su voluntad. Algunos llaman autotanasia al suicidio.

El pasado 11 de julio de 2019 se practicó la eutanasia a Vincent Lambert, de 43 años, francés, tetrapléjico a consecuencia de un accidente ocurrido en 2008. Se le suprimió la alimentación y la hidratación, incluso en contra del parecer de sus padres, sus principales cuidadores; e incluso no estando Vincent ni incapaz mentalmente ni inconsciente. A los nueve días murió. Su esposa y otros familiares estaban de acuerdo en que muriese. El Papa Francisco, a este respecto, declaró: “Oremos por los enfermos que son abandonados hasta dejarlos morir. Una sociedad es humana si protege la vida, toda vida, desde el inicio hasta su fin natural, sin decidir quién es digno o no de vivir.” “Que Dios Padre acoja en sus brazos a Vincent Lambert.”

Hoy día se practica la eutanasia en niños en Holanda. Por ejemplo, se realiza en bebés que nacen con espina bífida. La Sociedad Holandesa de Pediatría acepta la eutanasia en recién nacidos con una pobre calidad de vida, en circunstancias excepcionales, siguiendo la línea establecida por los doctores Eduard Vergahen y Peter Sauer, de la Universidad de Groningen. Estos autores publicaron en New England Journal of Medicine el protocolo en el que explican los distintos pasos para llevar esta práctica a cabo, con el consentimiento de los padres de los niños.

Se trata del llamado protocolo de Groningen, que plantea criterios utilitaristas, entre otros, los siguientes: un sufrimiento incontrolable y desesperado, dolor agudo y persistente, necesidad de cuidados continuos, un diagnóstico y un pronóstico ciertos, la confirmación por otro médico, el consentimiento de los padres, que se trate de una práctica médica aceptada.

Realmente, no se puede demostrar que un bebé esté desesperado, que se le haga insoportable la vida, de modo que se pueda interpretar que desea la muerte.

En todo caso, los argumentos que se esgrimen constituyen una pendiente peligrosa: la muerte acecha a los enfermos crónicos (y a no tan crónicos), discapacitados, ancianos, enfermos mentales, bebés prematuros, niños Down,  los que están en estado vegetativo persistente, los sujetos en coma, los individuos con depresión, etc., etc. En gran medida es como si se admitiesen los postulados nacionalsocialistas del pasado, referentes a la pureza de la humanidad, de la raza. Es como si se volviese al nazismo.

En España es conocido el caso de María José Carrasco, cuya vida fue suprimida por su marido, agobiado por la mala calidad de vida de su mujer. También es conocido  el caso de Manuel Sampedro, muerto hace más de veinte años.

Son casos dignos de compasión; pero la compasión acompaña, compadece, alivia, sosiega,  no mata.

Por otra parte, hay que tener en cuenta que aun siendo reprobable un acto eutanásico, no se puede juzgar a la persona en concreto. Sólo Dios es el que juzga.

Para algunos médicos holandeses, un tratamiento tiene que proporcionar como resultado una mejora, y si no se da tal mejora, es inútil seguir con él; y en tal caso, se justifica la supresión de la vida del paciente. Claramente, tal actitud no es médica. La misión de la Medicina es curar, aliviar, no suprimir la vida.

El tratamiento del dolor y del sufrimiento es un deber ineludible de cualquier médico. Hay suficientes estudios que demuestran que se puede administrar a los recién nacidos y lactantes anestesia y sedación de una forma segura, ajustando adecuadamente las dosis a la edad y a la situación clínica. El desarrollo de las Unidades de Cuidados Paliativos ha permitido mejorar la calidad de vida, mantener la dignidad y disminuir el sufrimiento tanto de adultos como de niños gravemente enfermos, así como el de sus familiares, de acuerdo con sus valores, educación,  creencias.

La eutanasia no soluciona los problemas, sino que los corta abruptamente, al provocar  la muerte del sujeto en cuestión.