Entrevista de Nicolás de Cárdenas a Nicolás Jouve, ùblicada en Actuall el 21 de Febrero de 2018.
El catedrático de Genética y colaborador de Actuall, Nicolás Jouve, ha coordinado la elaboración de un libro en el que se desentrañan las aristas éticas del mercado de vientres de alquiler. ‘La maternidad subrogada. Qué es y cuáles son sus consecuencias’ está editado por Sekotia.
El doctor en Ciencias Biológicas Nicolás Jouve de la Barreda es catedrático de Genética desde el año 1977 y ha impartiudo clases en universidades españolas de Madrid (Complutense y Politécnica), Bilbao y Córdoba. Sus estudos de postgrado los realizó en Cambridge y ha sido investigador invitado en la Universidad de Missouri en Columbia (Missouri, EE. UU.). Ha impartido cursos en Nicaragua, Argentina y Chile y fue presidente de la Sociedad Española de Genética. Ha producido más de 200 artículos de investigación y ha dirigido 21 tesis doctorales. Es profesor de diversos másteres de Bioética y presidente de CIVICA, una asociación de profesionales e investigadores por la vida humana y miembro del Comité Español de Bioética.
Este jueves presenta el libro ‘La maternidad subrogada. Qué es y cuáles son sus consecuencias‘ (Sekotia) cuyos contenidos ha coordinado para analizar todos los extremos del espinoso negocio de los vientres de alquiler. Como aperitivo a la presentación de su última publicación, Jouve mantiene una breve conversación con Actuall, medio del que también es colaborador habitual.
Por supuesto que sí. Independientemente de la gratuidad o no, la maternidad subrogada implica el establecimiento de un contrato que al final deberá incluir una retribución o compensación económica. Es el primer paso para después convertir esta práctica en un derecho… Por cierto, como muy bien explica la doctora Marta Albert en el libro, la proposición de ley “reguladora del derecho a la gestación por sustitución” actualmente en tramitación parlamentaria trata de establecer un derecho subjetivo, que aspira a subvertir la actual calificación jurídica de la subrogación y carece de algo tan elemental como una descripción explícita de las obligaciones y derechos de las partes en el contrato de subrogación.
Pero lo importante es la cantidad de consecuencias éticas y sociales que implica: pérdida del sentido de la familia al separar la gestación de la maternidad; ir en contra de la dignidad de la mujer, al convertir a la madre gestante en una “incubadora”; ir en contra de la dignidad de los niños, que se convierten en un producto de compra-venta; ir en contra de la “justicia social”, ya que no cualquiera podrá “comprar” el hijo que desea, sino solo quienes tengan recursos económicos para hacerlo, etc.
“El gran perjudicado en todos estos casos son los niños gestados por encargo ya que puede ocurrir que al final, con hasta media docena de personas adultas implicadas, puede terminar rechazado”
Es muy importante también la manipulación del lenguaje, que el doctor José Miguel Serrano Ruiz Calderón aborda en su capítulo. Al alejamiento moral que supone ocultar el verdadero sentido de las cosas se suma la construcción de una imagen de odio dirigida contra cualquiera que se opone al nuevo ‘derecho’, definido con los elementos de una “neolengua”.
Sí. Esta es otra de las consecuencias dada la inseguridad que supone el establecimiento de un contrato que en cualquier momento puede romperse, por parte de la madre gestante o de los comitentes (contratantes), o por reclamaciones de los donantes del embrión o gametos, etc. El gran perjudicado en todos estos casos son los niños gestados por encargo ya que puede ocurrir que al final, con hasta media docena de personas adultas implicadas (madre gestante, su posible pareja, uno o dos comitentes y los padres genéticos donantes de los gametos) puede terminar rechazado e incluso declarado “huérfano” como ha ocurrido en casos conocidos.
Es curioso constatar como en Inglaterra, país en el que la maternidad subrogada está aprobada por ley, las parejas que desean un hijo por este procedimiento van al extranjero, por el hecho de que la “madre gestante” conserva el derecho a quedarse con el niño hasta varias semanas después del parto..
No siempre es así. La madre gestante puede ser o no donante del óvulo, pero la maternidad subrogada está abierta a todos los posibles casos en cuanto a la procedencia de los óvulos y esperma que da lugar a los embriones que se le implantan. Pueden ser de donantes anónimos, en cuyo caso el embrión no tiene ningún vínculo genético con la madre gestante ni con los padres comitentes. Puede que la madre gestante aporte el óvulo, en cuyo caso el 50% de los genes del niño procederán de ella. Puede que uno o los dos gametos, masculino y femenino, los aporten los comitentes y ninguno la gestante, en cuyo caso tampoco existirá vínculo genético con la madre gestante…
En todo caso, y dada la variedad de posibilidades que existen hay una cosa cierta. La entrega del niño por parte de la madre gestante a otra/s persona/s supone una ruptura de un vínculo, que además de poder ser genético, es biológico, por la íntima simbiosis que se genera entre el niño y su madre durante el embarazo, con una huella de células del feto diseminadas por los órganos de la madre durante el embarazo y una profunda huella psicológica inherente a la gestación y a la maternidad. Esto lo explica magistralmente la doctora Natalia López-Moratalla en su capítulo.
La gestante, no solo presta su vientre, sino toda su persona, que se prepara para ser madre… La ruptura del vínculo de apego tras el parto puede acarrear problemas psicológicos en la madre gestante y en el niño. Por otra parte, la pérdida de trazabilidad de los donantes de los gametos supone una denegación del derecho a conocer el “origen genético” de los niños que vienen al mundo por este procedimiento.
Todo esto supone una consecuencia más de la ingeniería social que se está operando… Hemos pasado de pensar en el bien de los niños, “infantocentrismo”, a que todo gire en torno a los deseos y egoísmo de los adultos, “adultocentrismo”. No existe el derecho a tener un hijo. Con la maternidad subrogada, los niños son convertidos en una mercancía que se puede comprar e incluso desechar, cuando no satisface los deseos de los que lo encargan.
Claramente sí. Cuando se antepone el deseo de tener un hijo al precio que sea, frente a gestarlo como fruto del amor mutuo de los esposos, no se piensa en el hijo como algo propio al que se transmite una herencia biológica, educativa, cultural y familiar, algo así como depositar en el hijo lo que heredamos de nuestros antepasados. Salvo en los raros casos en que los padres, padre y madre, sean los donantes de los gametos, se convierte al niño en un ser que cumple un proyecto de familia, pero al que se le priva del derecho a conocer sus raíces genéticas al quedar rota su cadena genealógica.
No. Hago mía la respuesta que aportan los doctores Justo Aznar y Julio Tudela en el libro, cuando señalan que un aspecto fundamental que hace diferentes la maternidad subrogada y la adopción es que, en la primera, se hace prevalecer el derecho de unos adultos a tener un hijo, al anteponer el derecho al hijo de los padres comitentes. En cambio, en la adopción postnatal prevalece el derecho de los niños ya nacidos a ser adoptados para tratar de conseguir una familia, es decir prevalece el bien del hijo, aunque los padres también obtengan un beneficio.
Esto hace que ambas situaciones sean éticamente muy diferentes, pues el fin de la adopción postnatal es favorecer el bien del niño, cuyos padres biológicos son incapaces de atenderlo, y en cambio en la maternidad subrogada se trata de producir un niño para satisfacer los derechos de uno o varios adultos.