Por Cesar Nombela Cano, Rector de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, Catedrático de Microbiología de la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense. Socio de Honor de CiViCa. Publicado en ABC.es el 3 de Diciembre de 2017
La Biomedicina atribuye a las células madre un notable potencial terapéutico para regenerar órganos o tejidos dañados por diferentes patologías. Pero, sólo la experimentación médica en enfermos puede demostrar la viabilidad de las terapias que se plantean, en función del tipo de célula madre utilizada y de la enfermedad que se aborda. Más de seis mil ensayos clínicos reglados en todo el mundo dan cuenta de los esfuerzos para desarrollar nuevos tratamientos con células madre. Son terapias avanzadas, cuyas características y forma de aplicación se salen de los patrones con los que se aprueban los tratamientos con fármacos convencionales.
Si todos los esfuerzos son importantes, la experiencia va consolidando algunos principios; entre ellos el que las células madre utilizadas sean manipuladas lo menos posible. Es el caso de las células madre de la sangre del cordón umbilical, que se puede recoger para su conservación en el momento del parto. La sangre y los tejidos que componen el cordón albergan una variedad de células progenitoras, incluyendo las células llamadas mesenquimales. En 1988 se realizó el primer trasplante de sangre de cordón; otros 35.000 tratamientos realizados en el mundo desde entonces dan cuenta de su utilidad y su capacidad de injerto. Hasta el momento se han usado mayoritariamente para restaurar el sistema hematopoyético, en casos de cánceres que afectan a la sangre o de trastornos autoinmunitarios. Con los avances para establecer la compatibilidad, seleccionando bien los enfermos en cada caso, el uso es no sólo autólogo (en la persona de la que proceden) sino alogénico (en otra persona compatible). Sólo las células madre de médula ósea tienen un potencial parecido y similares aplicaciones.
La exploración de nuevas aplicaciones de las células umbilicales se amplía; desde enfermedades genéticas hasta afectación cerebral, cardiovascular o metabólica. Todo ello hace necesarias nuevas pautas de regulación por parte de las autoridades sanitarias que han de autorizar los tratamientos. El empleo de estas terapias en procedimientos médicos con garantía para ser autorizados será el paso necesario para su ulterior consolidación.