Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa)
Las personas son diferentes, sus actos pueden parecer idénticos, pero solo podremos saberlo comparando los resultados.
El color de la piel o la etiqueta de "delincuente" no pueden ser determinante para quitar derechos humanos o constitucionales de nadie. Todos los ciudadanos son libres e iguales ante la ley. Los derechos no se pierden.
Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa)
Las personas son diferentes, sus actos pueden parecer idénticos, pero solo podremos saberlo comparando los resultados.
El color de la piel o la etiqueta de «delincuente» no pueden ser determinante para quitar derechos humanos o constitucionales de nadie. Todos los ciudadanos son libres e iguales ante la ley. Los derechos no se pierden.
El derecho democrático a estar informado, cobra todo su valor cuando esos derechos se vulneran. ¡Hay que exigirlos, incluso a la calle!
Puede haber versiones distintas del mismo hecho. ¡Por supuesto! Nunca va a ser lo mismo la versión del verdugo que el de la víctima. La labor del periodista o escritor es decir «lo que hay», guste o no, y denunciar la manipulación, si la hubiera. En ese aspecto, comparar por aproximación los pasos dados, puede ayudar a conocer la sentencia.
La independencia de los jueces, es uno de los pilares de la democracia. La actuación de la justicia, ante casos similares, puede enseñar cómo se protege a todos los ciudadanos.La ley es la garantía de la libertad y del estado de derecho.
Los hechos.
Son distantes en el espacio y en el tiempo. Uno sucedió en Nueva York y el otro aquí, en Guadalajara. Trascurren 13 meses entre uno a otro. Ambos tuvieron idénticas consecuencias, por idéntico motivo.
Ahora, en 2016 han salido a la luz las sentencias, aunque la de aquí, pude aún ser recurrida.
El de allí. El 26 de noviembre de 2014 el joven negro Akai Gurley de 28 años, iba desarmado bajando las escaleras de un complejo de viviendas públicas en el conflictivo distrito de Brooklyn. Perdió la vida al recibir un disparo en el pecho de un agente. Tras el correspondiente informe, se juzgó el hecho y se dictó sentencia.
El de aquí:Tuvo lugar el 23 de octubre de 2013 en Cabanillas del Campo. Ese día Gonzalo L. R. de 25 años, no llegó a su casa para comer. Sus padres y hermanas comenzaron a preocuparse al enterarse que algo había pasado en el polígono por un despliegue policial y ambulancias, sin precedentes.
Sin embargo, nadie informó a la familia ni se puso en contacto con ella. Llamaron repetidamente a la guardia civil del puesto de Azuqueca, y nadie respondió.
Comenzó a circular una versión de lo que pasaba. «Según han informado a Europa Press fuentes de la Delegación del Gobierno de Castilla-La Mancha, la Guardia Civil recibió la llamada de una trabajadora avisando de que se había producido un atraco en una empresa del Polígono Industrial de Cabanillas del Campo. Los tres supuestos atracadores, que iban armados, se habrían dado a la fuga en un vehículo, que fue localizado más tarde por los agentes. Durante la huida, uno de ellos falleció tras precipitarse por un barranco. La Guardia Civil está investigando lo sucedido y tendrá que esperar a ver que determina la autopsia».
Los medios digitales pensaron que esa versión oficial era cierta y la publicaron, tal cual, esa misma tarde.
La familia desesperada, llamaba a la Comandancia de Guadalajara hacia las 22,30 para saber algo. El agente al otro lado del teléfono les pregunta: ¿Quién es su hermano, cómo se llama, cómo vestía, llevaba tatuajes?
– Se lo dijo y añadió: Sí, llevaba tatuajes. (Un silencio largo al teléfono.)
– «¡Qué raro! Alguien debería haberles llamado: su hermano está en el tanatorio. Se cayó por un puente y ha fallecido».
Quedaron desolados y hundidos, como se puede suponer.
Sólo con posterioridad recibieron la primera y única llamada de la Guardia Civil, que ratificaba:»Se ha caído por un barranco y se ha desnucado«. [enlace]
Algún medio pregunto a la guardia civil y publicó que: «hubo un enfrentamiento con los atracadores, y hay un detenido y un muerto. El otro ha huido».
Los familiares del fallecido solo al día siguiente pudieron ver a su hijo su hermano, en el tanatorio con un pañuelo en la boca. Preguntaron por qué estaba así.
-«Porque se cayó en un barranco, se desnucó y tiene heridas en la cara«, les respondieron.
Lo que hoy se sabe: La empresa supuestamente objeto del atraco por 3 jóvenes se dedica a construir pallets. Los atracadores habrían entrado con la cabeza tapada y no contaban con que dentro había trabajadores comiendo que les increpan y salen huyendo en un coche, que choca con otro aparcado muy cerca.
Los trabajadores dan la alarma. Según datos publicados, el agente que efectuó el disparo formaba parte de una de las patrullas que llegó «entre 20 y 30 minutos después del robo«.
A pesar del tiempo transcurrido… encuentran a tres sospechosos apoyados en una pared. Según la instrucción, los agentes consiguieron detener a Antonio García Jiménez, otro de los individuos huyó y la tercera persona resulto fallecida, por un disparo.
Según otra versión, uno de los atracadores echó a correr al ver a los agentes. Nadie podría asegurar en ese momento que ese joven que corre es uno de los que salió hace unos momentos huyendo de la nave. No lleva arma. Es alcanzado por la espalda y cayó en un barranco. Muere desangrado en cuestión de minutos.
Posteriormente llegan el juez de guardia y el forense. Examinan el cuerpo, tiene un tiro en la espalda. El uniformado que apretó el gatillo se presenta al juez y se hace responsable de lo sucedido.
Este agente imputado por un delito de homicidio doloso por el juzgado de instrucción número 2 de Guadalajara, como responsable de la muerte de G.L.R. Según la su declaración judicial, a la que ha tenido acceso EL HERALDO DEL HENARES, realizada el pasado 10 de enero, el agente imputado aseguraque lo hizo porque «temió por su vida» al hacer los tres sospechosos un «movimiento brusco»; y que «si no hubiera visto en serio peligro su vida no hubiera disparado, porque nunca hasta la fecha había hecho uso de su arma oficial«, aunque reconoce que en ningún momento vio que el fallecido o sus acompañantes estuvieran armados [enlace].
La presión social
Allí, la movilización ciudadana fue muy importante en este caso. Se prolongó varios días, o mejor, varias noches. Piden justicia y que la ley se aplique contundentemente contra el agente que disparó. Han exigido que la justicia sea igual para todos.
Ni el juez ni la ciudadanía están poniendo en tela de juicio a todos los agentes del orden.
En Guadalajara no es fácil defender ni la vida ni los derechos. Hay una anestesia social. La gente es muy pasiva, a no ser que los sindicatos la movilicen y aún así… cada vez menos. En 1985 por un caso parecido, cuando unos chicos buscaban caracoles, hubo manifestaciones, incluso frente al cuartel de la Benemérita en Sacedón y una pancarta en el Ayuntamiento que rezaba “Sacedón, de luto por asesinato”.
Guadalajara, se movilizó últimamente por los 11 del Reten de Cogolludo, en el incendio.
Pero estos casos o no llegan a la gente o se silencian. Como escribió R. Mangas.: «Es llamativo el silencio de tantos y tantos políticos o asociaciones que convierten verdaderas sandeces en asuntos de estado de inaplazable debate en medios de comunicación y ahora hacen mutis por el foro en un caso de extrema gravedad. O de aquellos que defienden con ahínco la vida de seres vivos no humanos y miran para otro lado cuando el fallecido es un congénere«.[enlace]
El juicio y la sentencia.
Allí, el juicio comenzó a finales de enero de 2016. Solo 14 meses después de los hechos. Dentro de la normalidad, ha ido bastante rápido pues el joven de color iba desarmado. No era un peligro. Un disparo frontal, no podía ser más que una imprudencia temeraria y negligente. Pocas opciones para recurrir. Y una vez firme la sentencia, solo había que ponerse de acuerdo con la familia, para intentar resarcirla por la pérdida de Akai Gurley.
Ahora -tras 2 meses de negociación-,acaba de darse a conocer el acuerdo a que han llegado ante la sala de Justicia competente. La Alcaldía de Nueva York indemnizará con 4, 5 millones de dólares a la familia del joven muerto a manos de la Policía; de los cuales 400.000 dólares aportará la Autoridad de la Vivienda.
El agente Peter Liang, que causo la muerte de Gurley fue condenado por homicidio negligente, y deberá pagar otros 25.000 dólares.
El agente Liang fue expulsado del cuerpo y sentenciado a cinco años de libertad condicional y a realizar 800 horas de servicios comunitarios. La Fiscalía en el juicio consideró, que Liang tenía la obligación de garantizar la libertad y seguridad, pero actuó de forma imprudente al desenfundar el arma y disparar contra el joven desarmado. Además, le acusó de no haber dado asistencia médica a la víctima tras ser alcanzada por la bala.
El de aquí . He leído con detenimiento la Sentencia del Juzgado de lo Penal nº 1 de Guadalajara de 30 de junio de 2016. Me ha parecido sorprendente por lo bien documentada y argumentada la sentencia. Pero no deja de ser una durísima sentencia en la que cuestiona de principio a fin la instrucción y la acusación fiscal, entre otros motivos por violación de los derechos constitucionales de uno de los detenidos y por falta de presentación de pruebas e incluso de indicios sólidos y fiables contra los acusados. Textualmente se ha «basado toda la instrucción de la causa y la acusación formulada en meros indicios que no han resultado en modo alguno suficientes para llegar al pronunciamiento condenatorio pretendido«. [enlace], [enlace].
Por lo que «Fallo: ABSOLVER (a los dos encausados vivos) de los hechos objeto de estas diligencias».
De haber vivido Gerardo, el fallo judicial no habría variado. Por lo que cuando la sentencia sea firme, se puede proceder a la reclamación o demanda por anormal funcionamiento de la justicia.
Conclusión.
Cualquier lector que compare los hechos de Nueva York y Cabanillas, puede ver las diferencias. La instrucción de la causa de los hechos de Cabanillas fue una chapuza, según texto de la sentencia. Un artificio, sin garantías para encausar a los supuestos «delincuentes». La Delegación del Gobierno, no ha estado a la altura, sobre todo después de la intervención del forense y el juez en el levantamiento del cadáver.
A tenor de lo dicho, parece extraño, que los 3 cacos, si es que lo eran (no hay pruebas), estuvieran aguardando por allí 20 minutos hasta la llegada de los agentes.
El trato a la familia, por parte de la guardia civil, en este caso concreto de Gerardo, lo resume la hermana del fallecido:»La Guardia Civil nos trató como si fuéramos perros«. «Nos dijeron que se había desnucado y al mes supimos que era un tiro por la espalda».
El juez de lo penal en los casos que comparamos ha actuado como era de esperar, conforme a derecho, corrigiendo a quien no lo hizo bien y absolviendo a los acusados por falta de pruebas.
Quiero terminar poniendo en valor la claridad, el respeto y la valentía con que Roberto Mangas, Director del Heraldo del Henares, y colaborador de El Mundo ha defendido la veracidad de la información, no los rumores. Ha sido muy crítico con la cobardía y muy certero en los titulares que ha publicado. El 2 de diciembre de 2013:»Tiros por la espalda. En democracia, nunca«. [enlace]
El 4 de agosto 2016, resumía la sentencia: «Sin pruebas no hay delito». Y ponía fin a toda esta historia: «Dos absueltos y un muerto, balance final del robo en Cabanillas».
Por las críticas que he podido leer al escrito por Roberto, parece que algunos no soportan la verdad o no han entendido lo que aquí ha sucedido. Para alguno el fallecido de Cabanillas, es «un delincuente menos en la calle». Otros, acusan al periodista de «ponerse del lado de los delincuentes». Pero ha sido el juez aún más contundente en defender la presunción de inocencia, absolviendo a los encausados, por falta de pruebas.
Yo he preferido que el lector vea los «dos hechos» y se tome la molestia de comparar una actuación y otra. La luz y la oscuridad de la noche son parte del mismo día. Los actores difieren. La vida es lo importante. Y.. defenderla, porque te puede tocar a ti, como la célebre advertencia de Martin Niemöller: «Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar». Fingimos no enterarnos para no tener que hacer nada.
Por si no ha quedado claro, Roberto Mangas, es mi amigo, además de un gran profesional