Por Nicolás Jouve, Catedrático Emérito de Genética y Presidente de CíViCa (Asociación miembro de la Federación Europea One of Us). Publicado en Actuall el 17 de Abril de 2017
Las acciones del hombre sobre la naturaleza se pueden considerar buenas si redundan en beneficio humano y respetan su dignidad. Son igualmente buenas si contribuyen al bienestar de las personas presentes sin comprometer el futuro de la humanidad. Dejan de serlo cuando de forma directa se ejercen acciones sobre el genoma humano sin las garantías de eficiencia y no transmisibilidad a la descendencia o cuando de forma indirecta se provoca una degradación de los bosques naturales o se produce la contaminación de las aguas, el suelo y el aire.
Por Nicolás Jouve, Catedrático Emérito de Genética, Presidente de CiViCa. Publicado en Actuall el 27 de Marzo de 2017
Los transhumanistas preconizan las nuevas tecnologías para dar lugar a un mejoramiento de la especie, por medio de la potenciación de sus facultades, la aparición de otras nuevas y/o la prolongación de su existencia. ¿Es eso posible? ¿Va contra la dignidad humana? Veamos
Evolución del hombre
Si de entrada admitiéramos que el ser humano se reduce a un ingenio más o menos complejo de moléculas, células, tejidos, órganos y sistemas que funcionan como un reloj, habría poco que objetar a las tecnologías que trataran de mejorar su condición a base de sustituir, modificar o añadirle piezas con el fin de potenciar o perfeccionar sus capacidades y facultades.
Todas las personas somos singulares y diversas. Reflexionar sobre la excepcionalidad y la singularidad de cada ser humano es tanto como hablar de su dignidad, su identidad, su libertad o, lo que es lo mismo, de nuestra responsabilidad a la hora de reconocernos como personas, de vivir nuestras propias vidas sin condicionamientos, de crear vínculos entre nosotros al margen de nuestras capacidades o discapacidades. La singularidad humana es el modo como cada mujer y cada hombre sienten y viven su proyecto vital. Por otro lado, reconocer la diversidad de las personas es admitir la variedad en nuestra sociedad. Cada persona, con su diversidad funcional ?ya sea con discapacidad física o intelectual, con altas capacidades naturales, con capacidades aumentadas biotecnológicamente o con capacidades ordinarias?, no queda definida simplemente por dichas circunstancias condicionadas por la genética, la tecnología, la educación, la cultura o la sociedad, sino por la integración de todas sus dimensiones como ser humano. Al final, lo más importante es la esencia de cada ser humano, es decir, ?lo que la persona es?. No obstante, la ideología transhumanista nos acucia a iniciar una transformación disruptiva hacia lo posthumano y nos sitúa ante el dilema moral de utilizar o no las diversas variantes del mejoramiento humano ?a través de la interacción e integración de las tecnologías emergentes en nuestro cuerpo y mente? con el propósito de aumentar de forma exponencial nuestras capacidades físicas y cognitivas. Este libro pretende orientar, desde un humanismo avanzado, cómo afrontar éticamente este futuro que ya se está haciendo presente.
Por Nicolás Jouve, Catedrático Emérito de Genética y Presidente de CíViCa (Asociación miembro de la Federación Europea One of Us)
Los grandes avances del conocimiento científico en el campo de la Genética Molecular han estimulado la idea de la curación de enfermedades de base genética por medio de la llamada “ingeniería genética”, un conjunto de técnicas integradas en un marco más amplio de lo que llamamos “biotecnología”, que se empezaron a desarrollar para modificar el genoma de las bacterias y luego de las plantas cultivadas y animales domésticos con fines de mejoramiento para aprovechar mejor sus capacidades. A los organismos modificados de esta forma se le denomina “transgénicos”. Las aplicaciones de esta tecnología han sido hasta el momento muy provechosas al permitir obtener bacterias que sintetizan, hormonas, enzimas y otros fármacos, variedades de plantas cultivadas y razas de animales domésticos de mejor calidad, más productivos o más resistentes a enfermedades u otros caracteres de utilidad para el hombre. La «ingeniería genética» que hace posible estas modificaciones no plantea problemas éticos, aunque los proyectos de modificación deben someterse a un análisis de comités de bioética con el fin de evitar efectos negativos para el medio ambiente o el propio hombre.