Por Ignacio Sánchez-Cámara, Catedrático de Filosofía del Derecho Univ. De La Coruña. Periodista y analista político y cultural. Publicado en La Gaceta de los Negocios el 25.12.2007.
La familia es una institución social (por lo tanto, no algo meramente privado) que ha revestido diferentes formas en la historia, pero siempre encaminadas a la procreación y a la educación de los hijos. Lo demás será lo que fuere, pero nunca será una familia.
En este sentido, la poligamia y la comuna son formas de organización familiar, pero un grupo de amigos o un club nunca lo pueden ser, por más afecto y satisfacción moral que proporcionen a sus miembros. En la cultura occidental y, a través de ella, en la mayoría del mundo, se ha impuesto una forma de familia que procede del derecho romano y de la religión cristiana: la familia basada en la unión matrimonial entre un hombre y una mujer con el fin de procrear y educar a los hijos. Esta forma de organización familiar no sólo se encuentra en crisis sino gravemente amenazada. Y no conviene olvidar que se trata de la institución más valorada por la mayoría de los ciudadanos en todas las encuestas. Sobran razones para ello: en la familia, salvo en los casos patológicos, toda persona vale por lo que es, simplemente por el hecho de serlo. Es la escuela del amor, y ya se sabe que el amor supera y rebasa a la justicia, y la sede de la ayuda mutua.