Por Javier Novo, Profesor de Genética de la Universidad de Navarra, publicado en A ciencia Cierta el 6 de Junio de 2014
Hace años que los neurocientíficos creen que la base molecular de la memoria está en un fenómeno llamado LTP, que responde a las siglas en inglés de Long-Term Potentiation, o sea, potenciación a largo plazo. Básicamente, lo que sucede es que un circuito nervioso concreto, entre unas neuronas determinadas en una región cerebral llamada hipocampo, se refuerza debido a la estimulación repetida. Pero aunque existe bastante unanimidad al respecto, ha sido difícil obtener una prueba concluyente de que este fenómeno es el que permite almacenar los recuerdos. Ahora, neurocientíficos de California publican en la revista Science unos resultados que parecen demostrarlo.
Por Javier Novo, Profesor de Genética de la Universidad de Navarra, publicado en A ciencia Cierta el 6 de Junio de 2014
Hace años que los neurocientíficos creen que la base molecular de la memoria está en un fenómeno llamado LTP, que responde a las siglas en inglés de Long-Term Potentiation, o sea, potenciación a largo plazo. Básicamente, lo que sucede es que un circuito nervioso concreto, entre unas neuronas determinadas en una región cerebral llamada hipocampo, se refuerza debido a la estimulación repetida. Pero aunque existe bastante unanimidad al respecto, ha sido difícil obtener una prueba concluyente de que este fenómeno es el que permite almacenar los recuerdos. Ahora, neurocientíficos de California publican en la revista Science unos resultados que parecen demostrarlo.
Sus experimentos se basan en los típicos estudios de condicionamiento en ratones. Si reciben repetidamente una pequeña descarga eléctrica cuando oyen un sonido, después se comportarán como si fueran a recibir la descarga simplemente al escuchar ese mismo sonido. Esto significa que han asociado ambas cosas y que guardan ese recuerdo negativo en sus cerebros. En cambio, si al oír el sonido no dan muestras de miedo, quiere decir que ya han olvidado la asociación. En este caso, los investigadores no utilizaron un sonido, sino algo más sofisticado: luz. Gracias a la optogenética, hoy en día es posible modificar algunas neuronas concretas de forma que se activen cuando son estimuladas por una luz azul dentro del cerebro. Utilizando esta herramienta, los neurocientíficos estimularon las neuronas que conectan los estímulos auditivos con los circuitos del miedo, y provocaron un recuerdo negativo. Pero no sólo eso, sino que después consiguieron eliminar ese recuerdo, simplemente estimulando otra vez esas neuronas con otro tipo de impulsos luminosos. Y lo más sorprendente de todo: fueron capaces de restablecer el “miedo” en los animales que habían perdido el recuerdo de la descarga eléctrica.
No sé a vosotros, pero a mí me impresiona bastante que se puedan borrar y re-escribir recuerdos a voluntad, simplemente estimulando algunas neuronas de una forma concreta. De hecho, parece increíble que se pueda crear un recuerdo negativo de algo que los animales nunca han experimentado en la realidad… Las posibles aplicaciones son inmensas, pero hay que pensar bien antes de comenzar a trasladar esta tecnología a humanos. Aún es pronto, me diréis algunos, pero a la velocidad a la que avanzan las cosas podríamos estar debatiendo el uso correcto de esta tecnología antes de lo que pensamos.