El envejecimiento es el cansancio de los cromosomas

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Por Núria Estapé, Sociedad Española de NeuroCiencia,SENC,
 
El envejecimiento fisiológico, el que ocurre simplemente debido al paso del tiempo, afecta por igual todos los órganos del cuerpo, cerebro incluido. Nolasc Acarín, médico especialista en neurología y psiquiatría, presentó recientemente en el Centro Ernest Lluch Universidad Menendez Pelayo en Barcelona una visión pluridiscipinar del envejecimiento cerebral humano.

Imagen microscópica que muestra regeneracion neuronal.
 
Los humanos somos los únicos primates que llegamos a superar los 50 años de edad. Dado que, en palabras de Nolasc Acarín, psicólogo y psiquiatra, “la vida es fruto de un mero azar biológico” y que no tiene otro sentido salvo transportar información genética a través de cada generación, habrá quién se pregunte por qué sobrevivimos aún cuando ya hemos perdido nuestra capacidad reproductora. La lista de lastres y enfermedades que se asocian únicamente al envejecimiento fisiológico (no patológico) es tan larga, que resulta obvio que, de modo inmediato, no existen ventajas adaptativas a este proceso biológico irreversible.

Por Núria Estapé, Sociedad Española de NeuroCiencia,SENC,
 
El envejecimiento fisiológico, el que ocurre simplemente debido al paso del tiempo, afecta por igual todos los órganos del cuerpo, cerebro incluido. Nolasc Acarín, médico especialista en neurología y psiquiatría, presentó recientemente en el Centro Ernest Lluch Universidad Menendez Pelayo en Barcelona una visión pluridiscipinar del envejecimiento cerebral humano.

Imagen microscópica que muestra regeneracion neuronal.
 
Los humanos somos los únicos primates que llegamos a superar los 50 años de edad. Dado que, en palabras de Nolasc Acarín, psicólogo y psiquiatra, “la vida es fruto de un mero azar biológico” y que no tiene otro sentido salvo transportar información genética a través de cada generación, habrá quién se pregunte por qué sobrevivimos aún cuando ya hemos perdido nuestra capacidad reproductora. La lista de lastres y enfermedades que se asocian únicamente al envejecimiento fisiológico (no patológico) es tan larga, que resulta obvio que, de modo inmediato, no existen ventajas adaptativas a este proceso biológico irreversible.
 
Cuando envejecemos, “nuestras células generan cada vez peores copias de si mismas”, explica Acarín al referirse al “cansancio” de los cromosomas, que al replicarse sin cesar a lo largo de la vida, generan versiones cada vez más defectuosas de si mismas, de la misma forma que la calidad de un documento impreso se irá deteriorando si hacemos, sucesivamente, fotocopias de cada fotocopia. El resultado final de las replicaciones o divisiones celulares después de los 50 años acostumbra a ser el debilitamiento de los órganos y sistemas del cuerpo, su menor resistencia, flexibilidad y capacidad para adaptarse a condiciones de cambio constante.
 
Sófocles a los 82
 
El cerebro sacrifica parte de su dotación de células para maximizar su capacidad de adaptarse al entorno
 
A pesar de ello y de que la esperanza de vida ha pasado de los 22 años durante el imperio romano a los 80 años en la España del siglo XXI, siempre han existido especímenes humanos que han superado las expectativas más optimistas. Sófocles escribió su obra Edipo en Colonos cuando ya era octogenario hace 2.500 años.
 
¿Qué significado tiene la longevidad cuando ya no somos capaces de transmitir nuestro material genético a la siguiente generación? Al parecer, los estudios antropológicos indican que para los grupos humanos primitivos, poseer algún individuo de extrema longevidad les otorgaba mayores probabilidades de sobrevivir.
 
Como si de una base de datos se tratara, la experiencia y la repetición de eventos recupera respuestas aprendidas, demostradamente eficaces, que se manejan bajo la riendas, esta vez sí, de un órgano que envejece de modo distinto, el cerebro.
 
El envejecimiento del cerebro
 
El cerebro es un órgano post-mitótico. Sus células principales, las neuronas, ya se dividieron antes de convertirse en adultas. Al nacer, nuestro cerebro es un enjambre de neuronas, muy poco funcionales, si no fuera por su capacidad de ir generando redes de comunicación a lo largo de la vida, y en especial en sus primeros años.
 
Para que se construya esta obra de ingeniería informática que permite al cerebro realizar funciones cognitivas complejas con enorme rapidez, muchas neuronas van a morir. Como un escultor al moldear el yeso para crear formas, el cerebro sacrifica parte de su dotación de células eléctricamente excitables (las que se transmiten información unas a otras a través de la sinapsis) para maximizar su capacidad de adaptarse al entorno.
 
No envejecemos porque mueran más neuronas; el inicio del deterioro cognitivo fisiológico se debe a que las redes de comunicación que se han establecido a lo largo de la vida empiezan a perder contactos, las telarañas de circuitos encogen, diez neuronas ya no se conectan con diez, sino con ocho, luego con seis y así sucesivamente. Pero, ¿Por qué? Si no existen errores de replicación en el cerebro, ¿qué causa esa pérdida de asociaciones?
 
Al parecer lo que envejece el cerebro es la acumulación de material de desecho en el aparato mitocondrial (una especie de central energética sostenible) que hay en cada célula. Las mitocondrias jóvenes 'limpian' el material que sobra de la fabricación de energía degradándolo y reciclándolo para producir más energía. Cuando este aparato celular pierde sus habilidades de limpieza se acumulan radicales libres oxigenados que 'oxidan' las células del cerebro y debilitan sus mensajeros químicos (neurotransmisores), cuyo equilibrio y capacidad de conexión genera las propiedades emergentes propias del órgano pensante.
 
El precio de envejecer
 
El cerebro humano parece haber pagado el precio de mantener una estructura e identidad constantes a lo largo de todo su proceso vital con una desventaja, su incapacidad para producir nuevas neuronas. Si los cromosomas de las neuronas se replicaran y generaran copias de si mismas para crear 'cerebros nuevos' periódicamente, como ocurre con la piel o el hígado, la identidad que nos mantiene anclados en el tiempo y el espacio, desaparecería.
 
Acarín parafrasea a Santiago Ramón y Cajal cuando define el sacrificio del cerebro en pos de mantener una intacta la consciencia a pesar el deterioro incesante de los órganos del resto del cuerpo: "la sinapsis es el refugio del recuerdo". Sin memoria la consciencia se desmorona y la identidad se diluye.

CíViCa
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