Vivir, sin fecha límite.

Boletín de CíViCa Nº 50 – 7 de Julio de 2016
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Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa)

"Vivir sin fecha límite", la gran enseñanza de Marike Vervoort tras su  medalla de plata  en Rio. Los periódicos hablan de esta valiente mujer belga, que ya tenía otras dos medallas olímpicas. ¿Por qué?

Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa)

«Vivir sin fecha límite», la gran enseñanza de Marike Vervoort tras su  medalla de plata  en Rio. Los periódicos hablan de esta valiente mujer belga, que ya tenía otras dos medallas olímpicas. ¿Por qué?

Porque a sus 37 años, esta medalla le suena a despedida. Contador dijo con razón: “cuando conseguir algo cuesta tanto, se saborea de forma especial”. Ella, ha dicho «He ganado una medalla de plata, pero este metal tiene otra cara, la del sufrimiento y la de decir adiós al deporte. Porque amo el deporte, el deporte es mi vida».

Es una luchadora paralímpica que sabe de dificultades e incertidumbres, y que ha escogido una isla de Canarias, para vivir, porque esa temperatura le conviene y la ayuda. Vive, lucha y triunfa, pero ninguno de esos tres retos es fácil, para ella.

«Nada que merezca la pena conocer puede ser enseñado» decía Oscar Wilde.  Por eso ella ha aprendido a trabajar duro, entrenar duro y vivir con dolor. Sus padecimientos comenzaron a los 14 años. Una inflamación con dolor en un pie, permitió descubrir que padece una enfermedad degenerativa incurable. Hoy tiene la mitad inferior de su cuerpo paralizada,  visión reducida al 20%, y dolores insoportables, que le impiden descansar más de 10 minutos seguidos. «Han sido 23 años de «una batalla constante«.

Cuando vemos cualquiera de las modalidades de los Juegos Paralímpicos, quedamos admirados. Ni nos imaginamos la fuerza indomable de voluntad, las horas de entrenamiento de esos cuerpos maltrechos que se superan, y demuestran a sí mismos y a la sociedad, que son más fuertes que sus limitaciones, innatas o sobrevenidas.

No es lo mismo contarlo que pasarlo o vivirlo y aprender  por ti mismo cómo afrontarlo. Los vemos, pero nos metemos poco en el día a día de su esfuerzo, y en sus impresionantes historias humanas. Hay que echarle  mucho coraje, no por mérito, sino por necesidad. Por si quedaba alguna duda, de que la cabeza y corazón priman sobre la anatomía del deportista, pregunta: «¿Conoces a alguien que necesite morfina para entrenar?».

El silencio en el entorno, parece recordar  lo que decía Richard Branson: «no aprendes a caminar siguiendo reglas, sino andando y cayéndote». La autoeducación es el mejor aprendizaje. Ahí se encuentra el mejor antídoto contra el miedo y el secreto para ir viviendo. Es lo que ella hace.

Los espectadores olvidamos que también estos deportistas están sujetos a todo tipo de controles. Y fármacos como la morfina, solo lo pueden  tomar bajo estricta y expresa autorización médica. El control puede pasar a cualquier hora del día o de la noche. Todos lo acatan, por ser una de las normas que garantiza la pureza y la igualdad del deporte. Las  sanciones a las delegaciones de algún país o a los deportistas a quienes se detecte sustancias prohibidas, incluso después de  obtener medalla, son tajantes.

Pero, hay más. Suele aceptarse -en general- que «Nadie es perfecto». «Nadie es perfecto» es el título del tercer libro del japonés Ototake Hirotada. Un hombre titulado, docente, periodista y presentador. Pero es además un hombre sin brazos y sin piernas. Dice de sí mismo que es una persona normal que tiene capacidades diferentes y se sorprende del éxito de su libro: “Supongo que, como la mayoría de la gente no está acostumbrada a tratar con personas discapacitadas, muchos se sorprenden al ver lo normal que ha sido siempre mi vida”. [enlace]

Los atletas paralímpicos son normales, pero la mayoría de las limitaciones  son visibles. Algunas de esas limitaciones solo las conocen ellos mismos, su entorno familiar y los médicos. Sería bueno acercarse un poco más a ellas para entender su humanidad y valorar su esfuerzo.

Hay, personas en sillas de ruedas, como  Marike Vervoort, que están a merced  de un botón y de los demás. Cuatro veces al día, una enfermera la visita y vela por su salud, la acompaña al baño, la asea o cambia de ropa. Si le sobreviene un ataque epiléptico, se cae. o el dolor es insoportable, tiene que pulsar el botón para pedir ayuda, en cualquier momento. Puede decirse que esa dependencia es una necesidad de supervivencia anterior y previa a todo el es fuerzo de entrenamiento atlético.

Humanos y luchadores. Viven, sienten y son capaces de disfrutar y sonreír. «Quiero que la gente me recuerde como la mujer que también sonreía. Y que cuando sufro, sigo viendo las cosas buenas».

Sean o no deportistas, depender a cada momento de los demás, solo lo valoran totalmente quienes tienen esa limitación por nacimiento, enfermedad, o traumatismo. El resto de humanos, podemos comprender pero… desde fuera…a años luz, y con respeto, aprendiendo de ellos, cuando nos acercamos o se acercan a nosotros. No es lo mismo ser el paciente, que el cuidador o el acompañante. Ellos, son y están las 24 horas, todos los días del año y todos los años. Pero su enfermedad progresa negativamente sin detenerse.

Como cada paciente que lo necesita, pueden acudir a la unidad de dolor.  En esa unidad se trata de aliviar dolencias de todo tipo e intensidad, sean crónicas o no. Estas unidades y las de cuidados paliativos tratan de ayudar, con sensibilidad, respeto y con tratamientos especializados, los síntomas complejos que presentan los diferentes pacientes.

A veces, al tratar de contar esa pequeña historia que apenas conocemos, algunos se saltan la normalidad para resaltar lo negativo, como si eso interesara más.

Del vivir y del morir…¿sin morbo?

«Mientras pensaba que estaba aprendiendo cómo vivir,-decía Leonardo da Vinci- he estado aprendiendo cómo morir». Sucede a todos, seamos o no conscientes.

Cualquiera persona, en cualquier momento, puede pensar en la muerte.   Independientemente de sus circunstancias personales, su educación y de sus creencias.

Si además hay limitaciones físicas o psíquicas, se tiene dolor, es normal necesitar ayuda médica y/o psicológica por depresión o por pensar en la muerte. La deportista flamenca (de Flandes) Vervoort, no es una excepción.

Como en Bélgica se ha legalizado la eutanasia, Vervoort  tramitó ya en 2008 la documentación que la autorizan a someterse a la eutanasia cuando ella lo decida. Al tener conocimiento de ese documento, algún medio ha visto un filón para el morbo. ¿De qué forma? Partiendo del dato publicado por un diario  belga, han sacado conclusiones.  Han convertido a la atleta belga en un símbolo para los defensores de la eutanasia, incluso un mes antes de comenzar los juegos. «Una atleta belga paralímpica piensa quitarse la vida tras los juegos». www.diariolaprovinciasj.com (4-8-2016).

También de esta manera: «De los Juegos de Río a la eutanasia: la última carrera de Marieke Vervoort». [enlace]

Ella ha tenido que desmentir tajantemente esas noticias varias veces. La última el pasado día 11 de septiembre: «Por haber firmado los papeles de la eutanasia muchas personas piensan que yo quiero morir, pero no es verdad». «No quiero la eutanasia después de Río«. No ha pensado en fecha alguna. Es una opción para cuando los dolores sean insoportables pero no tiene fecha de caducidad.

Vivir el día a día sin fecha límite

Como cualquiera,apuesta por vivir el día a día sin fecha límite. Como deportista, no sabe hasta dónde puede llegar hasta que no supera tiempos, marcas, etapas, límites, fronteras que hasta  ayer parecían imposibles. Es una conquista.  Y como ser humano, igual: «Mientras haya buenos momentos, seguiré aquí y para cuando haya malos, tengo los papeles. No sé cuándo los usaré«. «Si yo no tuviera los papeles de la eutanasia, creo que ya me habría suicidado porque es muy duro vivir con tanto dolor y sufrimiento y en esta inseguridad».

Tenerlos le dio cierta tranquilidad: «Ahora mi temor a la muerte se ha esfumado«. Reconoce que aún no está lista para morir.«Los firmé en el año 2008 porque entonces tenía mucho, mucho dolor y no quiero vivir con un dolor insoportable. No quiero tener a una persona que me tenga que ayudar todo el día, por la mañana, por la tarde y por la noche. Yo quiero disfrutar de todos los pequeños momentos».

El ser humano es un misterio. A veces parece hundido y otras veces puede volar. A veces se siente solo, otras siente que no lo está ni en los momentos más duros. A veces necesita una palabra y un gesto de cariño, y otras le molesta todo.  A veces se desahoga gritando  y  otras susurrando a su mascota, Zen. A veces prefiere el silencio para  escuchar su corazón.

Todos estamos aquí para aprender. La naturaleza y las circunstancias personales, hacen que cada uno tenga un aprendizaje distinto. Después del verbo amar el verbo más solidario es ayudar. Todos tenemos esa capacidad. Al hacerlo descubrimos mundos nuevos, en nosotros y a nuestro alrededor.

Marike Vervoort también lo descubrió. Vino a España para dar una charla motivacional. Fue a Lanzarote para ayudar mentalmente a quienes iban a hacer  en la isla el Ironman. Quedó enamorada del clima y de la isla.«Me encanta el clima. En Bélgica hay mucha lluvia y frío. Además, Lanzarote es muy bonito para entrenar«.

Las charlas de la belga Marie Vervoort, como las de el japonés Ototake Hirotada o las del australiano Nick Vujicic, transmiten la energía de «vida sin límites». Sus oyentes les escuchan con admiración y salen emocionados.

Para ella es así de simple: «En las charlas motivacionales que doy, el mensaje que transmito es que la gente crea porque se puede». «Ocho meses después de pasar por el hospital batí tres récords del mundo en el Mundial de Doha. El de 100, 200 y 400. Cuando quieres, puedes. No te rindas«.

BELMONTE
BELMONTE
Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CíViCa