Puede ser simplista, pero no mentira.

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Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa)

Valientes y liantes no son lo mismo. Difieren en el fin y en los medios. También en la mayor o menor claridad de lo que dicen y lo que hacen.

Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa)

Valientes y liantes no son lo mismo. Difieren en el fin y en los medios. También en la mayor o menor claridad de lo que dicen y lo que hacen.

Las campañas de los políticos sirven para poco. Les interesa lo que les interesa, que es el voto de los electores. Después del recuento, las promesas y los electores son hibernados por 4 años. Ni siquiera es determinante el número de votos. Tengan los que tengan, inmediatamente  comienza el cambio de cromos «yo te doy para que tú me des». Y esa tarea les ocupa toda la legislatura. Con razón algún filósofo dijo que «la política es una industria electoral».

Pero es cierto que los votos son los que son y los ciudadanos, según esos votos, han decidido que haya pactos. Que se gobierne con pactos. Pero los votos y los votantes no han pretendido que se pacte con «cualquiera», ni «con todos».

Alguno parece equivocarse, ya que la obtención de grupos parlamentarios, pluripartidistas y plurinacionales, e incluso con rupturistas independentistas son un encaje de poder y dinero, con votos propios y ajenos. Dar a otros lo que no les han dado los votos es un fraude. Esto no es un juego. Es mucho el dinero que unos pueden obtener y otros no tienen inconveniente en «dar»  porque no es suyo. Piensan que eso servirá para inclinar su apoyo en el Congreso, o en la autonomía , o en el ayuntamiento de aquí o de más allá. Es un «trapicheo», más que negociación. Y todo con tu voto. ¿Esto es lo que hemos votado?

Sus Señorías, son humanos. No hicieron caso al escritor que P. Reverte «El que quiera entrar en política para servir al pueblo, que se lo pague de su bolsillo». ¡Ya no quedan!

«Lamentable espectáculo del mercadeo parlamentario«, decía el editorial de El Mundo. Produce sonrojo y vergüenza ajena.  «Si antes de las elecciones generales el desprestigio de la clase política había caído a niveles preocupantes, la semana transcurrida desde que el pasado día 13 se inaugurase la legislatura ha acabado por proyectar una lamentable imagen de nuestros representantes políticos…al intentar conseguir acuerdos contra natura lo que les negaron los ciudadanos el 20 D…sólo para poder recibir un dinero al que no tienen derecho».

 Evidentemente en ese intercambio de «cromos» no todos tienen la misma responsabilidad, porque no todos tienen las mismas pretensiones. El Secretario General del PSOE, pretende llegar a la Moncloa, «pactando con cualquiera», en contra de la opinión de los pesos pesados de su propio partido, Fernández Vara, Rodríguez Ibarra, Nicolás Redondo y José Luis Corcuera, etc. Pueden escuchar a éstos últimos el 19 de enero de 2016:

¿Interesa España a todos? Sí,- por eso están ahí- porque da empleo, prestigio y dinero, subvenciones y pensión, coches oficiales, iPads, teléfonos, alojamiento y ayudas económicas; además de proyección mediática gratuita, e incluso puerta abierta en los medios para comentar lo que les venga en gana, como si fueran «el no va más».

Eso seduce al político electo y a cambio, como decía M. Machado «Mi voluntad se ha muerto una noche de luna, en que era muy hermoso no pensar ni querer». Y así 4 años plácidos de voluntad vendida, con sus días y sus noches, aunque cambie la luna.

Parece que el programa, de unos y otros, es adaptable. Y los principios. ¡Se hará lo que se pueda! Se reformará lo que se pueda y se tapará, como siempre, lo que interese ocultar, si puede poner en duda la «honradez».

¿El interés de España? Por supuesto. Pero no tiene que coincidir precisamente, con lo que el votante entiende ni por España, ni por «interés». Habrá reformas, por supuesto. ¡Pura inercia! ¿Se creará empleo? Por supuesto. ¿Crecerá el PIB? Vamos a intentarlo. ¿Mejorará la Deuda Pública? Veremos, porque como se sabe, la prioridad es crear empleo, la educación y la sanidad. ¿Aumentará nuestro peso en Europa? Aunque no se conoce mucho en Europa a los nuevos electos, creemos que van a dar la talla, aunque su currículum y su experiencia en trabajos anteriores sea mínimo o nulo. Y en todo caso romper España es jugar con fuego.

Recuerdo que antes de las votaciones de diciembre, señalaba la situación actual, alertando sobre «El peor escenario posible», ya que el debate a 3 más 1, era un preludio de una España ingobernable. Si alguien se hubiera ocupado de cambiar la Ley Electoral, y hacer una «segunda vuelta», los votantes serían tenidos más en cuenta. Como ni unos ni otros lo hicieron en su momento, cada vez será más difícil cambiarla.

Las consecuencias ya se notan.Los analistas económicos no ven claro el panorama. Las inversiones extranjeras pegaron un frenazo tras las elecciones de mayo, cuando la izquierda populista y radical triunfó en Barcelona y Madrid. Y muchas inversiones en distintos sectores importantes se congelaban hasta saber qué ocurría tras las elecciones del 20 D.

Y desde entonces, «en virtud de la incertidumbre política que ha provocado la dificultad para formar Gobierno, es que se han dado órdenes masivas de venta de títulos españoles». Eso está ahí. Y aunque no se hable ahora tanto, también Cataluña está ahí, con su desafío.

Algunos piensan que estamos en un «impase» que precede a una situación nueva, en el que Podemos aún no ha dicho su última palabra, ya que «nosotros no vamos a investir a Pedro Sánchez por su cara bonita. El PSOE es un partido en declive y Podemos es un partido emergente», van a jugar sus cartas.  A día de hoy, en contra de la opinión de muchos votantes y de muchos barones socialistas: «El pacto entre el PSOE y Podemos está más cerca de cerrarse de lo que ambos partidos están dispuestos a reconocer».

Lo que el votante, y el ciudadano en general se pregunta: ¿Para cuándo un Programa de Regeneración, de apuesta decidida sobre lo que se quiere hacer y con quién? ¿Se volverá a Valores inalienables e inaplazables,  como la Unidad de España, a la Constitución,  al apoyo a la Vida, a la Familia, a la Dependencia, a la Excelencia y al Prestigio de la Enseñanza, a la Investigación, la Creación de empleo y al Desarrollo sostenible? ¿No es eso básico en toda nación desarrollada capaz de encarar el futuro con serenidad y sin sobresaltos? ¿No es pensar en el bien de la mayoría de sus ciudadanos?

Y por último, ahora que ya todos son «casta», pues los partidos viejos en declive, aún no han resuelto judicialmente sus cuentas,  ni lo han hecho con Hacienda ni con los ciudadanos; y en alguno de los emergentes comienzan a destaparse las triquiñuelas de los populistas y los cobros ocultos de aquí, de allá y de acullá. La corrupción es un mal que hay que atajar sí o sí.

Julio Anguita decía ya hace años “vamos de cabeza al desastre” porque  “el sistema en que vivimos está enfermo y debemos sacrificarnos para que una clase social y una casta política vivan de lujo”.

Entiendo que si el Sistema está enfermo hay que diagnosticar y operar. Hay que extirpar el cáncer. Más de un millar de políticos con causas judiciales pendientes, colapsan los juzgados. El 95% de ciudadanos piensa que el Sistema favorece la impunidad. El «aforamiento» ha dado mucho juego y el tiempo juega a su favor. Las causas tienen plazo de prescripción. ¿Hay cirujano con sabiduría y temple capaz de extirpar esa lacra?

Algunos no confían, porque  aquí «El golfo, impune. Y el ciudadano, indefenso». Pérez Reverte le dijo a Rajoy: «Usted, señor presidente, como la oposición si gobernara, como cualquiera que lo haga en España, seguirá yendo a lo fácil… A cargar a una población triturada…no se atreven a cargar sobre sus desvergonzados socios y compadres”.

Esos sí, el que se equivoque, como individuo o como partido, lo pagará caro. El riesgo de los partidos nacionales es serio. La traición no se olvida. Los partidos emergentes ¿venden algo más que humo?Lo que piensa la gente, puede parecer simplista, pero no es mentira.

Ojalá la situación  cambie. Una vez más, los ciudadanos, Europa, e incluso Naciones Unidas, tienen los ojos y las esperanzas de que España supere la crisis y salga adelante. Ojalá la recuperación que se venía anunciando y la creación de puestos de trabajo, continúe y llegue a los hogares.

El tiempo siempre ha sido y será testigo de los retos. Estaremos atentos.

BELMONTE
BELMONTE
Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CíViCa