Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa)
Lo que no se ve no existe. Lo que no existe no preocupa. Lo que está lejos, tampoco. Para lo que no preocupa no se busca solución.
Pensadores, aventureros y periodistas recorren los caminos de la vida poniendo al descubierto que hay un mundo más allá de las cortinas de las ventanas y de los muros culturales e ideológicos. Lo que no se quiere que se vea, existe.
En el mundo global y plural existen diferentes etnias, tradiciones, riquezas reales o potenciales, creencias y culturas, en las que la diversidad de evolución han condicionado las manifestaciones de la libertad social y personal.
Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa)
Lo que no se ve no existe. Lo que no existe no preocupa. Lo que está lejos, tampoco. Para lo que no preocupa no se busca solución.
Pensadores, aventureros y periodistas recorren los caminos de la vida poniendo al descubierto que hay un mundo más allá de las cortinas de las ventanas y de los muros culturales e ideológicos. Lo que no se quiere que se vea, existe.
En el mundo global y plural existen diferentes etnias, tradiciones, riquezas reales o potenciales, creencias y culturas, en las que la diversidad de evolución han condicionado las manifestaciones de la libertad social y personal.
El poder y la avaricia han sometido a los pueblos hasta llevarlos a una confrontación engañados con las promesas de bienestar y de progreso. El miedo y las creencias han dejado en manos de algunos, las decisiones de muchos, condicionando su vida y poniendo en riesgo su libertad. Y tanto al norte como al sur, en oriente como en occidente, el poder deshumaniza y embrutece.
Las Naciones Unidas, que podrían y deberían jugar un papel decisivo y pacificador, están en manos de lobbies a quienes interesa medrar y crecer en influencia, sin implicarse en educar y solucionar conflictos sobre el terreno.
Por eso estamos en manos de reyezuelos, dictadores y terroristas por un lado, y por otro, en manos de las superpotencias armadas. Las armas en manos de éstos, cada vez más potentes y destructivas, y la falta de consciencia, pueden llevar al desastre de la Humanidad, o por lo menos, a una parte importante de ella. Se habla ya del inicio de una tercera Guerra Mundial, más devastadora que las anteriores.
Dos periodistas como ejemplo.
Un periodista y un estudiante de periodismo, son ejemplos del horror y el fanatismo.
La imagen del fotógrafo ha dado la vuelta al mundo, el sábado día 15 de abril.Son dos instantáneas. La primera, muestra al fotógrafo Abd Habak segundos después del atentado contra un convoy de personas que esperaban a ser evacuadas cerca de Alepo. El reportero corre desesperado entre el horror y las llamas, llevando en sus brazos a un niño.
En la foto posterior, el héroe humano se derrumba y rompe a llorar desconsoladamente, abatido y de rodillas, con su cámara en la mano, junto a un cadáver. Es el llanto de un hombre, ante la locura de una matanza de seres inocentes. «No tengo palabras para explicar lo que ocurrió«. Algún compañero captó los momentos de desesperación de este reportero sirio.
Siria lleva 7 años de conflicto que nadie ha sabido parar. Aunque la reacción del reportero suponga una decisión rápida, algo así no se improvisa. Se ha pensado y archivado interiormente, como dijo hace un año:»Si estás en un lugar donde tiene lugar una matanza, estás obligado a hacer algo«. Hizo lo que le salió del corazón. Por la profesión estaba allí, pero primó la humanidad, ante el brutal atentado con más de 126 muertos, la mayor parte niños. 68 menores que cuando soñaban escapar fueron masacrados, junto con familiares y vecinos de Fua y Kefraya, además de voluntarios de la Media Luna Roja y algunos combatientes.
El coche bomba se había introducido en el lugar de la tragedia con la diabólica excusa de entregar ayuda humanitaria en el área de Al Rashidín, localidad al oeste de Alepo.
El propio reportero lanzó un escueto mensaje a través de Twitter: «Lo que mis colegas y yo hemos hecho hoy es inspirar humanidad a los socios de quienes matan niños como los de Khan Sheikhan«.
Su imagen se ha convertido-para el mundo entero- en el icono del dolor y la tragedia en el avispero de Siria; y una denuncia ante la pasividad de los líderes y gobiernos mundiales. En su cobardía, se culparán unos a otros, ya que nadie ha reivindicado la autoría.
Sin embargo, el gesto del periodista sirio, inspirador de humanidad, por su ayuda en la tragedia, y su impotencia ante el bárbaro atentado con furgoneta cargada de explosivos, será universalmente reconocido; tal vez premiado también por la Asociación de Periodistas, o por Naciones Unidas, aunque la recompensa es hacer lo que le pidió el corazón. Otro fotoperiodista captó los dos gestos, y gracias a él ha llegado, como noticia, al corazón de todos.
La enseñanza vital del estudiante de periodismo.
La libertad de expresión forma parte de los derechos humanos de las personas y está protegida por la Declaración Universal de 1948 y las leyes de todos los estados democráticos.
La libertad de pensamiento y la libertad religiosa, son la otra cara de la misma moneda.
Para ello, el respeto y la tolerancia son principios básicos de una sociedad democrática que respeta los derechos y valores de sus conciudadanos. Los gobiernos tienen medios para que todos y cada uno de los ciudadanos puedan ejercer sus derechos.
Aparentemente en el siglo XXI la evolución social y los avances de la nuevas tecnologías serán más liberadoras. Pero sucede todo lo contrario. La ideología, el fanatismo religioso y los gobiernos son liberticidas.
Flemming Rose investigador en el Cato Institute de Washington, DC, periodista danés y autor de La tiranía del silencio (Oberon 2016), dice que:»En todo el mundo se consolidan nuevos sistemas de control. Los periodistas sufren una represión sin precedentes. Los Gobiernos ejercen cada vez más soberanía sobre la Red, establecen fronteras nacionales e imponen sus propias leyes y restricciones».
Cualquiera puede interpretar como un ataque, lo que se diga en público o en privado. Incluso puede inventarse la calumnia de que una persona, -en público o en privado- ha dicho algo contra los derechos de los demás, contra la ideología de género, o contra la fe religiosa, y ser condenada a la cárcel o linchada literalmente.
Es muy grave la situación, porque la víctima no puede defenderse. La libertad de expresión no ampara el derecho a la difamación o la calumnia. pero se usa para eliminar a quien se odia. Asia Bibi, -una madre de familia, campesina y cristiana-, lleva 6 años en prisión, acusada de blasfemia. ¡Nadie ha podido probarlo! Sin embargo su abogado y un ministro han sido asesinados por intentar defenderla.
Juzguen ustedes lo sucedido al estudiante de periodismo, en el campus de la universidad Abdul Wali Khan, en Mardan, en el noroeste de Pakistán. Según ha explicado un responsable de la universidad, el estudiante de periodismo, llamado, Mashal Khan “era criticado por los otros por sus opiniones liberales, laicas y por no participar en el rezo del viernes”.
En clase, la polémica subió de tono. Al parecer los profesores, en lugar de abrir las fronteras de las mentes de quienes lo criticaban, lo encerraron (físicamente) en una habitación para tratar de preservar su integridad.
El gobierno pakistaní lleva años en una ofensiva de la «Ley Antiblasfemia». Los fanáticos compañeros, le acusaron de haber insultado al islán y al profeta. Es sabido que los extremistas musulmanes utilizan la Ley Antiblasfemia para acorralar a minorías religiosas y personas disidentes. Acusar de insultar o criticar al islan es condenar a muerte.
Así que los mismos compañeros se tomaron la justicia por su mano. Fueron a por él. Lo desnudaron entre gritos de «Allahu Akbar» (Alá es grande), incluso le pegaron un tiro tras la mortal paliza. (Luego, alguien tenía un arma). Fue torturado y golpeado hasta la muerte el jueves 13 de abril de 2017. Una horda estudiantil -centenares, según la policía-, participaron en su linchamiento. Su cuerpo fue arrojado desde el segundo piso de su residencia estudiantil. Los estudiantes quisieron quemar el cuerpo de Khan después de matarlo, según Reuters. Hay algunos detenidos.
«El brutal asesinato de un joven estudiante en Mardan muestra la sociedad sedienta de sangre en que nos hemos convertido», señala en un comunicado la ONG Comisión de Derechos Humanos de Pakistán (HRCP).
La libertad y la vida, son derechos inalienables, ante los partidarios del pensamiento único, la religión única, y los fanatismos totalitarios y excluyentes. Nadie puede imponer a otro sus ideas, ni acabar con la vida de nadie, en nombre de unas creencias. Pretender defender a dios matando, es un oxímoron. La crueldad de los que gritan»Allahu Akbar» (Alá es grande), es exactamente un absurdo, por la Vida matar.
Lo primero que debe aprender una persona en su familia, un estudiante en su clase de primaria o en cualquier universidad es el respeto y la tolerancia. Si no se aprende, ni la familia ni la universidad, ni la sociedad saldrá de la edad de piedra.
“En una época de universal engaño, decir la verdad constituye un acto revolucionario” (G. Orwel). Todos parecen legitimados para engañar o hablar de engaños. Muy pocos se atreven a pensar. A quien lo hace, los intolerantes, le dan ese final. Hay que denunciar, el sectarismo y la cobardía ambiente, (local e internacional) ante la vigencia de leyes sectarias y xenófobas, que alimenta la fobia cultural o religiosa que mantiene a inocentes en la cárcel y que un grupo se crea con el derecho de linchar al discrepante. El silencio y la indiferencia ante la injusticia, son cobardía o respaldo.
NOTA: Las imágenes captadas, seguramente por otro estudiante de periodismo, son muy duras. El VIDEO debe hacer pensar y acabar, de una vez por todas, con la «La tiranía del silencio«.