Declaración de CíViCa sobre la retirada del Anteproyecto de Ley Orgánica para la «Protección de la vida del concebido y de los derechos de la mujer embarazada»
15/10/2014
60 preguntas sobre ciencia y fe respondidas por 26 profesores de Universidad
15/10/2014

José María Montiu de Nuix, sacerdote, doctor en filosofía, miembro de CiViCa

Como todo el mundo sabe, estamos ante un gran evento: el día 19 de octubre de 2014 es el de la beatificación del Sumo Pontífice Pablo VI. Pablo VI, Sumo Pontífice durante los años 1963-1978, ha pasado a la historia como un astro rey. Él, con sus potentes rayos de oro, ha acariciado y ha iluminado grandemente a la familia. Es tal el interés, la juventud, la grandeza y la eterna actualidad de su enseñanza, que, dicha beatificación, a las familias, les viene como anillo al dedo.

Queda aún muy reciente en la memoria, ya que fue el 27 de abril de este año, la canonización de san Juan XXIII, Sumo Pontífice durante los años 1958-1963, y la de san Juan Pablo II, Papa desde 1978 hasta 2005. Varios decenios antes había sido canonizado san Pío X, Sumo Pontífice durante los años 1903-1914.

José María Montiu de Nuix, sacerdote, doctor en filosofía, miembro de CiViCa

Como todo el mundo sabe, estamos ante un gran evento: el día 19 de octubre de 2014 es el de la beatificación del Sumo Pontífice Pablo VI. Pablo VI, Sumo Pontífice durante los años 1963-1978, ha pasado a la historia como un astro rey. Él, con sus potentes rayos de oro, ha acariciado y ha iluminado grandemente a la familia. Es tal el interés, la juventud, la grandeza y la eterna actualidad de su enseñanza, que, dicha beatificación, a las familias, les viene como anillo al dedo.

Queda aún muy reciente en la memoria, ya que fue el 27 de abril de este año, la canonización de san Juan XXIII, Sumo Pontífice durante los años 1958-1963, y la de san Juan Pablo II, Papa desde 1978 hasta 2005. Varios decenios antes había sido canonizado san Pío X, Sumo Pontífice durante los años 1903-1914.

San Juan XXIII fue el Papa que convocó e inició el Concilio Vaticano II. Al fallecer dicho Papa, el Concilio fue proseguido por el Papa Pablo VI. El mismo Concilio, en la constitución pastoral Gaudium et spes, trató ya de modo muy luminoso sobre la familia en el mundo contemporáneo. Gran aportación de Pablo VI a las familias de todo el mundo fue su encíclica Humanae vitae. El Papa san Juan Pablo II recordó la importancia y la validez perpetua de la enseñanza contenida en esta encíclica. San Juan Pablo II aportó, entre otros importantes documentos, la exhortación apostólica Familiaris consortio. De este modo queda descrito un armónico arco de luz sobre la familia, el cual llega hasta el actual Sínodo de los Obispos.

La Humanae vitae, al ser una encíclica, es el documento más importante después de las definiciones dogmáticas. Dicha encíclica nos da la verdad definitiva sobre el amor conyugal. La misma llegó a ser incomprendida por no pocas personas. No obstante, el Papa Pablo VI se mantuvo firme en medio del temporal, firme como una roca. La barquichuela de Pedro, venciendo sobre el gigantesco oleaje del mar, indicaba claramente un camino. ¡Aquí está el dedo de Dios! Así, S. S. Pablo VI llegó a prestar a las familias un servicio de inestimable valor. 

Hay perfecta coincidencia entre las conclusiones de dicha encíclica y las tesis de la sola razón natural. Lo que aquí afirma el Papa Pablo VI es lo mismo que afirma una antropología filosófica correcta. En definitiva, lo que el documento hace es simplemente lograr salvaguardar la dignidad del amor conyugal. En la donación propia del amor conyugal se ha de seguir el plan trazado por el Creador. Dicho plan se halla inscrito en la naturaleza humana, resultando reconocible por la misma conciencia moral. La donación, en el amor conyugal, ha de ser una verdadera y digna donación.  

En esta encíclica se dice, por ejemplo, lo siguiente: 1) “La Iglesia, (…), enseña que cualquier acto matrimonial (quilibet matrimonii usus) debe quedar abierto a la transmisión de la vida” (n. 11). 2) “Esta doctrina, muchas veces expuesta por el Magisterio, está fundada sobre la inseparable conexión que Dios ha querido, y que el hombre no puede romper por propia iniciativa, entre los dos significados del acto conyugal: el significado unitivo y el significado procreador.” (n. 12). “Efectivamente, el acto conyugal, por su íntima estructura, mientras une profundamente a los esposos, los hace aptos para la generación de nuevas vidas, según las leyes inscritas en el ser mismo del hombre y de la mujer. Salvaguardando ambos aspectos esenciales, unitivo y procreador, el acto conyugal conserva íntegro el sentido de amor mutuo y verdadero y su ordenación a la altísima vocación del hombre a la paternidad. Nos pensamos que los hombres, en particular los de nuestro tiempo, se encuentran en grado de comprender el carácter profundamente razonable y humano de este principio fundamental” (n. 12).

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