Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa)
Ajena a los bombardeos, una yedra ha escalado el muro de separación. Una mancha verde que trepa, se alza y grita muda su esperanza. Nadie sabe dónde se alimentan sus raíces, porque nadie la riega, porque a nadie importa. ¿O sí? Algún artista aprovechó los paneles de hormigón para dejar sus sueños en forma de grafitis.
Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa)
Ajena a los bombardeos, una yedra ha escalado el muro de separación. Una mancha verde que trepa, se alza y grita muda su esperanza. Nadie sabe dónde se alimentan sus raíces, porque nadie la riega, porque a nadie importa. ¿O sí? Algún artista aprovechó los paneles de hormigón para dejar sus sueños en forma de grafitis.
Lo cierto es que se ha vuelto a armar la gorda. En la franja, unos y otros, hacen silbar en el cielo sus mortíferas armas, que explotan destructoras en los lugares más increíbles. Columnas de humo y fuego, sirenas, gritos, carreras, dolor y muerte.
Leila y Ariel tienen nombres míticos. Se conocieron en un hospital, donde apenas pudieron intercambiar unas palabras y un teléfono o su wasap. Nunca han hablado por teléfono por miedo; por miedo a propios y extraños. Están atrapados y separados por el muro. Ella en Gaza, él, en Israel. El móvil de Leila lo encontró hace unos días una periodista italiana, tirado junto a los escombros donde había caído una bomba. Increíblemente no estaba roto, pero quedó abierto y funcionando el wasap. Esta es la transcripción:
-Pero ¿por qué?
-Sabes que nosotros no hemos roto la tregua.
-Pero, han muerto demasiados, y sobre todo niños.
-Laila, a nadie le gustan las muertes y menos de los niños. Pero había armas en los sótanos y en las escuelas. De allí lanzaron los ataques.
-Es una locura, Ari. No quedan edificios en pie, ni comida, ni nada. La gente está huyendo hacia los campos de refugiados…
-Toda guerra es una locura. Esta también. Se pueden hacer las cosas de otra manera. Tendremos que aprender a convivir.
-Cuándo, cuándo, dime cuándo?… a este paso, nunca.
-Hay que intentarlo, por todos, por vosotros y por nosotros, y sobre todo por ti y por mí.
-No creo que a mi padre, ni a mi pueblo les importemos nada. No veo más que odio, deseo de que Israel desaparezca, todos alzan las manos al cielo pidiendo venganza.
-Nuestros soldados confirman lo que dices, pero creo que el camino del entendimiento es posible. Somos humanos ¿no? Y tú y yo nos queremos. El amor es más fuerte. Todo es posible.
-Pero eso no para la guerra, y está empezando el corazón a entrar en crisis. Me duele todo, no duermo, no puedo por las bombas, las sirenas y las ambulancias y tenemos que vivir en una especie de agujero por donde lo único que veo es un poco de cielo, pero estoy aterrada. Esto no es vida.
-Lo siento. Tal vez sea una buena idea no aventurarse por las calles. Dicen que hay muchos túneles, que terminan en Israel, y que ahí también hay armamento. Quieren volar los túneles.
-¿Tendremos que volar también nosotros? Estamos abandonados. Esto parece un campo de exterminio.
-Cariño, yo no te abandono, lo sabes. Cuando puedes hablar me encuentras. Ahí, han bloqueado la llegada de la Ayuda Humanitaria. ¿Cómo se puede ser tan fanático?
-No sé si es el fanatismo o qué, pero esta situación de destrucción no creo que la tengáis ahí vosotros.
-Cierto, pero en la televisión el mensaje es que el país tiene derecho a defenderse de los ataques terroristas y a existir.
-Ya, pero…esta escalada no parece proporcional. El mundo debería parar esto. ¿Qué autoridades hay que no detienen esta masacre? Esto es tremendo. Me ahogo aquí metida, esto no es vida, amor.
-Deberías escapar por el túnel para acá, aquí estarías segura. Te estaría esperando.
-Mi padre me mataría si se entera de mis intenciones… también te mataría si supiera que existes, aunque me quieras. No lo puede ni entender ni permitir. Lo nuestro, si no me raptas no podrá ser. La guerra es solo matar y ser matado. Y tal vez lo mejor sea acabar pronto.
-La guerra no puede matar el amor. Por favor, no te hundas. Seguro que ahí las sombras te entristecen, pero tendremos una casa llena de luz, donde el amor llene cada rincón y donde todos sean bienvenidos. Somos jóvenes. Deberíamos de tener futuro, Leila.
-Esta sombra fría, penetra hasta los huesos y destruye sentimientos. Tendré que llegar al muro, para escalar y darte un beso, y recuperar las fuerzas.
– Dispuesto estoy a saltar el muro si estás tú al otro lado. A ver si esto acaba, y cesa el peligro para que puedas salir y sacudirte el entumecimiento, mi pequeña heroína.
-¡Qué más quisiera yo que ser una heroína! Mis hermanos sólo quieren que me ponga un cinturón cargado de bombas y hacerlo explotar cuando haya muchos judíos.
-¿A eso le llaman heroísmo?
-Sí. Pero el otro día cuando llevaban un herido al hospital, no se dieron cuenta que tenía un cinturón de esos, y como iban a la carrera explotó y murieron muchos de los que le llevaban. Mi padre dice que fue horrible.
-¡No me extraña! ¡Cuídate! Por cierto, han anunciado que Hamas acaba de romper la tregua de alto el fuego que habían acordado de 72 horas. Seguro que Israel no va a cruzarse de brazos.
-¡Que locura! ¡Ojo por ojo! Otra vez. Y …más vidas, más familias rotas, más dolor y más odio. ¿Qué podemos hacer para detener esta escalada?
-No lo sé Leila. Creo que tenemos que seguir queriéndonos, esperarnos, pensando en un futuro más humano, un futuro en paz, donde vosotros y nosotros podamos vivir sin sobresaltos.
-Ari, ¿lo veremos tú y yo? ¡Dime que no es una utopía!
-No lo es Leila. Tenemos que hacer que sea posible. Tiene que ser posible por nuestros hijos. Seguro que el terror no arregla nada, las armas no arreglan nada.
-Me alegra que pienses así. ¡Seguro que tienes un gran corazón, aunque seas tan joven!
-Siempre lo he creído, siempre creo que la utopía de una vida en paz, tiene que ser posible. Si no te lo he dicho antes es, porque tal vez no hubo ocasión.
-Pues yo te voy a decir algo que estoy viviendo, en lo más hondo. Lo peor de la guerra no son las bombas, ni siquiera la carga de muerte cuando explotan. Lo peor es la falta de amor, y la muerte de un amor tan grande como el nuestro. Me muero a cada paso, pensando en ti. Es horrible pensar que no podamos hacer realidad lo que sentimos.
-Seguro. Tienes razón. Yo también lo creo…. Leila, Leila… ¿estás ahí? Dime algo, por favor, por favor….¡¡¡¡maldita guerra!!!
¿De verdad esto ha existido? La periodista extranjera no sabe qué pasó, ni dónde está Leila. Señala que su pretensión era la transcripción del wasap que pudo enviar a algunos medios. Ella se limitó a decir:
-“¿Qué fue más real, la guerra de los Montesco y los Capuleto, o el romance narrado en la obra shakesperiana? En todo caso, yo me limito a decir lo que encontré en un móvil. ¿Puede negarse que estos jóvenes sean reales?”.