Latidos en el espacio, en un viaje de placer

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Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa)

El universo está lleno de sorpresas. Solo se necesita un rayo de luz para deshacer la oscuridad. La ciencia también ilumina el viaje de la humanidad. Creo que aunque todos disfrutamos de la luz y de los logros de los humanos, pocas veces nos atrevemos a disfrutar de esos avances. Es bueno intentarlo de vez en cuando, para alejarse de la contaminación político ambiental. Hoy invito a mis lectores a un maravilloso viaje de placer.

Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa)

El universo está lleno de sorpresas. Solo se necesita un rayo de luz para deshacer la oscuridad. La ciencia también ilumina el viaje de la humanidad. Creo que aunque todos disfrutamos de la luz y de los logros de los humanos, pocas veces nos atrevemos a disfrutar de esos avances. Es bueno intentarlo de vez en cuando, para alejarse de la contaminación político ambiental. Hoy invito a mis lectores a un maravilloso viaje de placer.

Para dejarse llevar, se necesita una buena disposición mental, más que un billete. La nave de la imaginación nos puede conducir por cualquier espacio y a cualquier lugar, por remoto que sea, como esos vehículos sin conductor, solo con que se programe y se carguen las pilas.

No se pueden llevar en absoluto, maletas de preocupaciones, ni enredos políticos, ni nada que pese sobre el corazón, ni cadenas que impidan el despegue del alma hacia la paz y la belleza. Lo único que se recomienda es que nadie se asuste aunque se pueda sentir vértigo en algún momento.

Con una mente abierta todas las ventanas de la nave permitirán ver y escuchar algo de lo que no estamos acostumbrados. Están todos invitados, se encuentren en el país que sea, y en el punto del planeta en que se hallen. También los ciegos pueden viajar y los que tengan alguna enfermedad que no les impida ser felices. Tengan a mano un buen archivo de memoria, por si desean posteriormente disfrutar con los recuerdos o profundizar en ellos.

Vamos a viajar al espacio, porque somos seres estelares. La nave está dispuesta. Mejor, habrá dos, para que nadie se pierda este viaje hasta los confines del Sistema Solar y más allá. Para que todos puedan entender en su lengua, tendremos saludos en 55 idiomas. Y tomaremos el vuelo donde se encuentre hoy, ya que la nave partió hace tiempo, y se desplaza a una velocidad de 17 km por segundo.

Como si fueran el trofeo de la humanidad, ambas naves llevan consigo un disco de oro con una selección de hora y media de duración con música proveniente de varias partes y culturas del mundo, sin que falte la de maestros como Mozart. Damos por supuesto que ustedes se imaginan que en el proyecto, como el diseño de la nave, realización y equipamiento  -incluido el disco y sus grabaciones, etc.- lanzamiento y control de las naves hay un equipo de científicos y expertos de la NASA.

Así que, pónganse cómodos y presten atención. Nos vamos en el Voyager, rumbo a lo desconocido. La nave mide 3, 35 metros. Y solo pesa 875kg.Tiene un cuerpo central en forma de prisma de 10 caras, y en el interior se encuentran los componentes electrónicos (unos 65.000 elementos electrónicos individuales). Lo que relato es cierto, y se puede comprobar, aunque yo lo narre a mi manera para condensarlo y hacerlo comprensible.

Así que, bienvenidos a bordo. La primera sorpresa es que acaban de entrar en una aeronave histórica, que ya ha marcado un hito para la ciencia y para la humanidad, igual que lo fue en su día el primer paso de Armstrong sobre la Luna. Para que se hagan una idea les diré que  el 14 de febrero de 1990, siguiendo una sugerencia de Carl Sagan, la sonda Voyager1 tomó una foto de la Tierra desde unos 6.050 millones de kilómetros de distancia.  Esa imagen inspiró a Sagan su libro "Un punto azul pálido". De ese punto hemos partido.

Para poder entender esa imagen tenemos que decir que estas sondas fueron lanzadas  en 1977 y no se ha detenido.  Para saber por dónde se encuentra esa incansableViajera o para que nos hagamos una idea, pensemos que si la distancia de la Tierra al Sol es aproximadamente 150 millones de kilómetros, y la tomamos como Unidad Astronómica (UA), la nave se sigue alejando de nosotros a razón de 3, 5 UA por año ( es decir unos 525 millones de kilómetros). Se puede decir que ha recorrido casi 20.000 millones de kilómetros. Con lo que podía haber ido  133 veces a buscar pan al mismísimo Horno de ahí arriba. (No es una imagen muy científica, pero  fácil de memorizar).  Nada nos ha impedido que con nuestra imaginación, y a esa distancia, subamos a esa nave.

Y se preguntarán ustedes ¿quién es ese Carl Sagan que he mencionado?.  Pues fué, lógicamente, un prestigioso astrónomo. Un comité científico presidido por él, fue quien ideó los discos para grabar algo representativo del planeta Tierra y darlo a conocer a otros seres inteligentes que pudieran encontrar las sondas en su camino.  Si bien serían las mismas sondas las que pusieran de manifiesto la existencia de los humanos. Ya he explicado que esos discos de oro, llevan voces humanas en muchos idiomas,  melodías y  música. Pero, también algo más.

Faltaba lo más hermoso, lo más bello, lo más sutil y dulce que tenemos. Y lo condensó en unos minutos de sonido de un encefalograma. ¿Imaginan lo que faltaba?  Pues, las vibraciones de un corazón enamorado. Ann Druyan, su colaboradora, enamorada de Sagan, dejó ese sentimiento reflejado en el electroencefalograma que le hicieron y viaja en el disco. Es lo más alegre y femenino de esta maravillosa expedición hacia los confines del universo, viajando en estas naves. Son las vibraciones de las 100.000 millones de neuronas que componen el cerebro humano con la chispa de la llama que les transmite un corazón enamorado. Algo de nuestra esencia canta en la inmensidad. Algo que no se aprende. Nació y se siente. Es como un astro encendido, cuya energía se transmite a cada átomo del ser. Y hoy, sigue vibrando ante el asombro de las estrellas, como la canción de un cerebro enamorado.

Pero, las naves Voyager además de esa parte romántica de Sagan y de Ann, fueron concebidas para ver o captar lo que pudieran y hacérnoslo llegar a nosotros. Viajaron a Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno antes de aventurarse en su misión interestelar en 1990. Ahora intentan dejar la heliosfera después de haberla medido e ingresar en el espacio interestelar. Por todo ello se consideran uno de los mayores éxitos de la NASA.

"Para darse una idea de la importancia de la misión Voyager, basta decir que ambas naves han enviado a la Tierra un total de cinco trillones de bits de datos científicos, han descubierto 21 nuevos satélites en los cuatro planetas estudiados, descubrieron que los anillos de Saturno están formado por millones de pequeñas partículas de hielo, vieron volcanes sobre Io, descubrieron los anillos de Neptuno, caracterizaron los campos magnéticos de Urano, …. y la lista sigue. Los datos aportados por las sondas Voyager dieron para reescribir todos los libros de planetología existentes en el momento de su lanzamiento". Estos datos y estas fotografías enviadas han revolucionado el conocimiento del sistema solar y darán para muchos años de investigación.  Y como además es el objeto artificial más alejado de la Tierra, podrá revelar aún nuevos descubrimientos sobre el espacio exterior,mientras sus fuentes de energía nuclear puedan aportar suficiente energía para mantener encendidos los equipos de comunicación.

Y una cosa más, para terminar el viaje. Seguro que alguno piensa que  el medio inter estelar es tranquilo y silencioso. No es así. Hay ondas que chocan, incluso verdaderos tsunamis de ellas. Eso se produce cuando el Sol emite una eyección de masa coronal, arrojando una nube de plasma magnética desde su superficie. Esto genera una onda de presión. Cuando la onda ingresa al plasma interestelar (las partículas cargadas que se hallan en el espacio que hay entre las estrellas), se produce una onda de choque que altera el plasma. “El tsunami hace que el gas ionizado que está ahí afuera resuene; que ‘cante’ o vibre como una campana”, dijo Ed Stone, un científico del proyecto de la misión Voyager.

Y bien, gracias a la ayuda de un físico que además es músico, las naves cuentan con una canción propia.  "Cada sonda Voyager, posee un detector de rayos cósmicos que mide la cantidad de protones en el lugar donde se encuentran. Durante los últimos 37 años, las Voyager han registrado más de 320.000 de estas mediciones. Domenico Vicinanza, músico con un Ph.D. en física, asignó a cada valor una nota de la escala musical, con los conteos más altos asociados a notas más altas. Luego, Vicinanza mezcló la “música” de ambas naves, asociando el piano a las notas de Voyager 1 y los instrumentos de cuerdas a Voyager 2. Cada superposición de notas corresponde a mediciones simultáneas de los rayos cósmicos". El resultado es una canción espacial.

En una ocasión, alguien me regaló un libro con la siguiente dedicatoria: "Si quieres soñar, sueña; pero procura cumplir el sueño". Lo recuerdo hoy aquí, para que también se cumpla el sueño de los lectores que me han acompañado en este viaje.

Mientras lo escuchan vamos descendiendo a Tierra, para cambiar de vehículo y que cada uno prosiga su viaje. Recuerden que en la Nave Azul seguimos viajando en el espacio, para dar una vuelta cada 24 horas, a una velocidad de 1670 Km por hora, o lo que es lo mismo, a 0,5 Km por segundo. Y aunque a muchos les parezca que tampoco nos movemos respecto al Sol, viajamos nada menos que a 30 km por segundo, para completar una órbita anual de la que depende nuestra vida. Eso demuestra que nada se detiene. Pero hace falta la referencia de algo que permanece inmóvil, mientras viajamos. Hemos conocido el vértigo de un horizonte  sin fronteras ni límites. Hemos sentido el soplo de la libertad y de la búsqueda, de la luz y el infinito, en la totalidad de los mundos a través de los cuales  avanzamos.

Vamos a escuchar en silencio esa música, para que cuando lo deseen puedan seguir soñando o viajando por los sueños. Si aman la música seguro que les encantará. No olviden que el camino a las estrellas está lleno de música, que unas veces va de nosotros hacia ellas y otras regresa de ellas a nosotros. Más que caminantes, somos "viajeros". Para disfrutar del viaje lo importante es saber a dónde se quiere ir. Si crees en ti y sabes dónde vas, la vida es bella. Seguro que hay otros mundos y otras vidas.

PARA ESCUCHAR LA MUSICA: Pinchar en el enlace siguiente y luego pinchar en reproducir [enlace]

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BELMONTE
BELMONTE
Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CíViCa