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Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa

Era ya la noche mágica de Reyes, la noche de las ilusiones  y el encanto de las familias. Me vino al pensamiento el final de la novela de Mamen Sánchez que había terminado de leer, gracias a que me había quedado sin ordenador. "La tierra es un planeta grande, las mareas son caprichosas, los niños nacen cuando les da la gana y los corazones se ablandan del mismo modo que el agua..."

Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa

Era ya la noche mágica de Reyes, la noche de las ilusiones  y el encanto de las familias. Me vino al pensamiento el final de la novela de Mamen Sánchez que había terminado de leer, gracias a que me había quedado sin ordenador. "La tierra es un planeta grande, las mareas son caprichosas, los niños nacen cuando les da la gana y los corazones se ablandan del mismo modo que el agua…"

De pronto comenzaron a llegar al móvil un gran cantidad de fotos de niños que habían recibido sus regalos en la Sede de una ONG humanitaria la tarde misma del día 5.  Eran fotos de niños alegres. Yo sabía, sobre todo, que eran de niños que "nacen cuando quiere" porque sus madres quieren. ¡Qué coincidencia! Aunque… no hay casualidades, hay milagros.

Me explico. Esos niños que aparecían en las fotos, son un regalo de la vida y un regalo a ellos de su familia, sobre todo de su madre. ¡Sí ya sé que todos los niños lo son! Pero éstos son algo más. Tienen mucho de especiales: son casi un milagro.  Sus mamás son muy jóvenes, algunas incluso son menores de edad. Algunas son madres sin pareja. Algunas han tenido que enfrentarse solas a la decisión de llevar adelante su embarazo. Otras además tuvieron que dejar la casa de sus padres, porque ante el dilema terrible que les plantearon sus familias, eligieron la vida de su hijo, y pasaron algún tiempo en casa de alguna familia amiga que decidió ampararlas y acogerlas.

Esos niños tan queridos y tan alegres, aunque tienen la suerte de contar con un papá y una mamá valientes, tampoco tuvieron nueve meses especialmente tranquilos. En algún caso, sus padres se quedaron sin trabajo, Habían decidido formar una familia, pero al caer las ganancias, se enfrentaron al drama del desahucio, por no poder pagar los recibos del banco, o el alquiler de la vivienda.

Esos niños felices, con el Rey Mago, como millones de niños en estas fechas, fueron acogidos y amparados por una Asociación en la que sus mamás o sus padres fueron acogidos. Puede decirse que son los niños de la gran familia Providav. Asociación por el Derecho a Vivir, sin recursos y sin ánimo de lucro, que no ha tenido ayuda de ningún organismo estatal, pero cuenta con el inmenso corazón de otras mujeres valientes, dispuestas a echarles una mano.

No hay casualidades, decía. Los hilos de  la vida de estos niños , y sus padres, y de los miembros de esta asociación, los mueve  y sustenta quien mueve y sustenta los astros, guía la estrella que ilumina a cada uno de los seres.

Esta asociación, que abre sus puertas, de lunes a viernes, en un local alquilado, todos los días, y tiene un teléfono disponible las 24 horas. Pensaron que había que implicarse diariamente y no era suficiente una manifestación, de vez en cuando, en contra del aborto. Ellas saben, lo que a nadie se le oculta, que lo  que más necesita una mujer, ante un embarazo inesperado, es la comprensión, la acogida, y la ayuda humana y material. No estar sola, sin información y sin apoyo ante la alternativa de abortar,  que le ofrecen gratuita y machaconamente desde todos los organismos del estado, en cuanto se confirma su embarazo y la ven sin recursos.  

Estos hermosos niños, son hijos de nativas y de emigrantes, de familias creyentes, bien católicos o de otras religiones. A estas mamás no se les pregunta de dónde vienen, ni cuál es su credo. Sólo de qué forma pueden apoyar la decisión que vayan a tomar o hayan escogido. En todo caso, que no estén solas, perdidas o angustiadas,

Aparentemente poca ayuda puede brindar una Asociación que nació oficialmente hace 2 años, el día de los Inocentes, y que en este tiempo ha visto nacer a la mayoría de esos niños. Pero dice el refrán, que "hace más el que quiere que el que puede". Las pocas personas voluntarias de que dispone la asociación, con las pequeñas aportaciones de algunos socios y de personas ajenas, a día de hoy ayudan a 138 personas (entre adultos, bebés y hermanos de los bebés).

La vida nos sorprende con toda la belleza, nos enseña la alegría de dar y recibir lo que se tiene, y los diferentes caminos de la integración y la solidaridad. Seguro que esta asociación, estas mamás, estas familias, y estos niños, necesitan muchas más cosas. Pero, lo entendamos o no, estas familias, estas mamás y sus hijos son un regalo para la sociedad, en estos momentos y de cara al futuro.  

Les aseguro que el día de Reyes, este año, ha sido inolvidable. Por eso escribo estas líneas, en primer lugar como agradecimiento a esas jóvenes mamás; en segundo lugar para compartir la alegría que veo en el rostro inocentes de sus hijos.

Gracias a Providav-Lugo Por el Derecho a Vivir y a cuantas asociaciones similares trabajan, a lo largo y ancho de éste gran país. Ayudan, enseñan y apoyan a la mujer, y a los niños en la primitiva etapa de su vida.

Seguro que la recompensa interna por el trabajo bien hecho les compensa de todos los sacrificios y desvelos. Ojalá los ayuntamientos y los demás entes estatales no fueran tan cicateros para apoyar la vida y fueran menos generosos para eliminarla.  Posiblemente las caras de estas criaturitas con sus sonrisas inocentes lleven un mensaje para todo el mundo, incluidos sus gobernantes y sus legisladores. ¡Ojalá!

Gracias a la vida por todas estas vidas, y por las que no vemos pero están ahí haciendo el mundo más humano.

BELMONTE
BELMONTE
Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CíViCa