La sin razón, en las fronteras de estos Reinos.

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Confrontaciones y contrastes
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Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa)

¡La vida está en juego en la frontera! La descentralización del Estado de Derecho, no puede dejar a nadie a merced de reyezuelos, leguleyos y funcionarios nacionalistas o partidistas. Un derecho y un bien inalienable e intransferible, no se puede dejar en manos de ineptos. Hay que protegerlo siempre. Hay bienes vitales, sociales, ambientales, nacionales, que no pueden quedar al albur de un partido, ni de un Reino de Taifas Autonómico.

Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa)

¡La vida está en juego en la frontera! La descentralización del Estado de Derecho, no puede dejar a nadie a merced de reyezuelos, leguleyos y funcionarios nacionalistas o partidistas. Un derecho y un bien inalienable e intransferible, no se puede dejar en manos de ineptos. Hay que protegerlo siempre. Hay bienes vitales, sociales, ambientales, nacionales, que no pueden quedar al albur de un partido, ni de un Reino de Taifas Autonómico.

¿Cómo que no hay responsables? ¡Hay mentes obtusas a las que no se les puede pedir ni principios solidarios, ni éticos, ni siquiera universales! El fanatismo y la ceguera histórica no son buenas consejeras. Por eso, ¡tiene que haber responsables, porque los hay! 

Viene esto a cuento de la niña, Anna, de Treviño, de 3 años. Por vivir en uno de esos lugares de frontera, ni fue atendida como debía, ni cuando debía. Ha muerto. Tenía varicela, pero murió por el “mal autonómico” de vivir en la frontera. Treviño es una localidad española, en un enclave burgalés, y como tal perteneciente a Castilla y León, pero que está situado dentro de la provincia de Álava (País Vasco), cuyas tierras la rodean completamente.

Treviño contaba a 1 de enero de 2010 con una población de 211 habitantes, 129 hombres y 82 mujeres. Los vecinos, por razones prácticas vienen pidiendo su incorporación a la autonomía vasca, -no por considerarse vascos-, sino por razones prácticas. Los hospitales vascos están a un  paso. La proximidad, sin embargo, no fue suficiente  para salvar a uno de sus vecinos.

De hecho, los padres de la niña la llevaron en un principio al Hospital de Vitoria. Allí, tal vez no la evaluaron bien. Lo cierto es que la enviaron a casa.  Pero,-y aquí viene la tragedia-,cuando los padres, comprobaron que su hija empeoraba, pidieron allí ayuda urgente. Y entonces, la fatalidad hizo que se interpusiera la maldita burocracia de fronteras, la sin razón, contra su hija.

Como su localidad, pertenece a Burgos, es decir a Castilla-León, les dijeron que tenían que atender a la niña desde un centro de esa Comunidad Autónoma, y no en el hospital de la Comunidad Vasca, que está a menos de 15 km y que antes la había atendido.

Con un poco de sentido común y con un poco de humanidad lo primero sería atender a la niña enferma y luego arreglar los aspectos burocráticos, costes incluidos. La niña desatendida, falleció.

Las 2 Autonomías, tienen delegada la Sanidad. Pero, lo peor que podía suceder ha sucedido. El derecho a la salud de la niña, y el principio de cualquier ciudadano a recibir asistencia allí donde se encuentre, se incumplió.

Lamentos a parte, alguien es responsable, en la medida que el juez dictamine, porque el caso será llevado ante la justicia. No dispongo de elementos para saber si hubo o no negligencia en el diagnóstico y en el envío a su domicilio, lo determinará la justicia. Pero ese hecho ha podido desencadenar o hacer aflorar otras responsabilidades. La lumbrera que se negara a enviar una ambulancia, para trasladar a la niña y los responsables de salud en las Autonomías, no tienen que dar explicaciones, tienen que asumir responsabilidades. Porque cuando los padres, angustiados y perplejos y desesperados decidieron correr el riesgo de llevarla por sus medios al Hospital, era ya demasiado tarde. Y al llegar, la niña murió.

La burocracia se ha impuesto a la necesidad y al derecho. Esa vida, no puede salir gratis, ni sentar precedente. Hay que ver más allá del hecho mismo y pensar en el futuro.

Hay casos, tal vez no tan dramáticos, pero elocuentes.  Cuenta en su columna El Faro, Cesar Vidal, que: ”Hace algunos años, había ido a pasar unos días de asueto a una población situada en la raya de dos comunidades autónomas… en la población de al lado, de la que apenas nos separaban un par de kilómetros… se produjo un incendio…me aseguré que mi hija avisara al servicio de extinción de incendios”. No acudió nadie. El y los suyos, como otros muchos, tuvieron que abandonar precipitadamente el lugar. “Los gobiernos autónomos no habían colaborado al estimar que el problema no les correspondía en exclusiva…pero sí sé que a cenizas quedó reducido el lugar donde pensaba descansar y que los destrozos sufridos por el bosque resultaron cuantiosos”(Un fuego de verano).

En Guadalajara, a 55 km de Madrid, hemos tenido ejemplos parecidos de partidismo. Un ejemplo: el gobierno de nuestra comunidad autónoma, presidido por Barreda, colocó inhibidores para que no pudiéramos ver la televisión de Madrid y forzarnos a ver la Televisión de Castilla la Mancha. ¿Respeto a la información? Si es la que se sirve por el canal autonómico.

Ahora mismo, en lugar de favorecer y apoyar la colaboración sanitaria con Madrid, como venía siendo habitual, se obliga a desplazar a los enfermos de cáncer y otras patologías, en unos casos a Toledo y en otros a Ciudad Real,(100 ó 200 kilómetros). Añádase el inconveniente para familiares o acompañantes, para alojarse y pernoctar. Mientras para ir o volver de Madrid hay servicio, de trenes y autobuses cada hora. El trayecto dura menos de una hora.

En Cataluña, el castellano que hablan 300 millones de seres humanos, la enseñanza en castellano, y la rotulación en este idioma está siendo sistemáticamente marginado y perseguido. Las sentencias judiciales obligando a enseñar, al menos cierto número de horas en la lengua común de todos los españoles, está siendo reiteradamente incumplido por el gobierno autonómico catalán. La sombra del empecinamiento separatista es perversa.

Los 17 Reinos de Taifas, con sus respectivos parlamentos, gobiernos y políticos, sus medios de comunicación de autobombo, son insaciables y no tienen techo en sus reivindicaciones. Cuando suceden casos como los que antes se han descrito, incluso con fallecimientos de niños, desastres ecológicos, etc., nos damos cuenta que los políticos piensan menos en los ciudadanos, que en su poder y sus poltronas. Sin embargo, hay costosísimos aeropuertos, inaugurados a bombo y platillo donde nunca ha pisado un viajero. Y trenes de alta velocidad, sin pasajeros.

Es hora de denunciar la existencia del sistema autonómico, más ruinoso que eficaz, más para medrar y enchufar y promocionar el amiguismo, que para el bien común de los ciudadanos.

Si hay que realizar una SEGUNDA Transición, en España, tiene que pasar por recentralizar. Hay que abolir los Reinos de Taifas, y volver a un gobierno, una política de respeto a la pluralidad, una sanidad, una educación, etc.etc., para todos. Los ciudadanos pagamos esos servicios con nuestros impuestos. La descentralización, el “café para todos” y “autonomía” a la carta, ha sido un fracaso para los ciudadanos y una ruina para este país.

“La gran tragedia española-decía Juan Manuel de Prada- es que nuestros bienes más altos…son defendidos por gente sin principios que sólo es capaz de defenderlos envueltos en la coartada económica” (Noes la economía, capullos, 15, 03, 2014).

No puede salir gratis el despilfarro, la mala gestión, el enriquecimiento ilícitamente, la quema de un bosque, ni la vida de una niña. ¿Qué pasaría si hubiera sido su hija?

NOTA: El Gobierno Vasco, implicado en el tema, acaba de decir que aunque hubieran enviado la ambulancia, la niña hubiera muerto. Puede decir lo que quiera, por supuesto. Pero nada de lo que diga podrá cambiar los hechos. No es hora de excusas. Es la hora de la justicia. Que la dejen actuar y no la presionen, como suelen hacer los reyezuelos, de las distintas comunidades.

BELMONTE
BELMONTE
Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CíViCa