La llama de la paz sigue encendida, felizmente.

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Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa)

La mantienen encendida la voluntad de concordia y la justicia. La llama de la paz es internacional, nacional, familiar y personal. Por eso es de todos y de cada uno. Y puede arder en todos y en cualquier país, pero... arde en un lugar concreto: La Haya. Es una llama venida de los cinco continentes que se unieron para crear Theworld Peace Flame o  Llama de la Paz del Mundo.

No es sólo un deseo, que lo es, sino que es más, ya que es el camino. El camino de la paz del mundo The World Peace Pathway. El camino nunca es la meta. Hay que andarlo primero.

Está escrito ese deseo, en piedra, en todos los idiomas porque, en los corazones aunque también esté, no puede verse. En Holanda puede verse y fotografiarse. Yo lo hice.

Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa)

La mantienen encendida la voluntad de concordia y la justicia. La llama de la paz es internacional, nacional, familiar y personal. Por eso es de todos y de cada uno. Y puede arder en todos y en cualquier país, pero… arde en un lugar concreto: La Haya. Es una llama venida de los cinco continentes que se unieron para crear Theworld Peace Flame o  Llama de la Paz del Mundo.

No es sólo un deseo, que lo es, sino que es más, ya que es el camino. El camino de la paz del mundo The World Peace Pathway. El camino nunca es la meta. Hay que andarlo primero.

Está escrito ese deseo, en piedra, en todos los idiomas porque, en los corazones aunque también esté, no puede verse. En Holanda puede verse y fotografiarse. Yo lo hice.

Cuando hoy se habla de que estamos ya en la III Guerra Mundial, convendría detenerse ante esa llama, sobre todo al comenzar el año y celebrar el día de la paz. Porque la paz del mundo, es cosa de los pueblos, de todos y de cada uno, de su voluntad de concordia, de la voluntad de justicia de los hombres y mujeres. Posiblemente sea el mejor deseo al comenzar el año nuevo. No es cosa de pacifistas, que se oponen a la guerra, sino de quienes hacen la paz porque  quieren la vida y la alegría.

El camino de la paz,  y esa llama tienensu historia y su por qué. Se encuentra en la Haya, como digo. Un letrero en el mismo monumento, informa a quien llega hasta allí. Recuerda que la paz es más un proceso que una conquista, algo que todos debemos conseguir. Pensaban, quienes lo levantaron, que una paz que no es justa no puede llamarse paz. La paz depende de los hombres pero no solo de ellos. Para abrazar la paz hace falta un corazón y unos sentimientos de respeto y de concordia, por eso se solicita una oración a quien lo lea.

El monumento y la llama están al lado de la Biblioteca del Palacio de la Paz. El principal objetivo del Palacio, es hacer posible la paz mediante la justicia o el arbitraje. La biblioteca trata de dar servicio a las instituciones que residen en el Palacio de la Paz, incluida la Corte Internacional de Justicia, La Corte Permanente de Arbitraje y la Academia de Derecho Internacional, en la Haya. Está abierta a los académicos y estudiantes de Derecho Internacional, además de los funcionarios.

Visionarios pacifistas pusieron las bases.

 En el siglo XIX, un hombre y una mujer y sus libros, tuvieron una influencia decisiva en Europa.  Primero fue el banquero ruso polaco J. S. Bloch, quien en 1888 publicó «La guerra futura«.  La obra anunciaba o vaticinaba, para un futuro próximo, una cruel guerra, y el consiguiente colapso económico tanto para vencidos como para los vencedores.

Al año siguiente, 1889, una austriaca culta, escritora, periodista y pacifista llamada Berttha Kinsky Von Suttner, a sus 46 años, publicó la novela Die Waffen nieder! (¡Abajo las armas!). Ella describe la guerra desde el punto de vista de la mujer, tocando la fibra sensible de la sociedad y suscitando numerosos debates sobre el militarismo y la guerra. Su influencia fue enorme y decisiva.

En 1905, su trabajo y su lucha, son reconocidos oficialmente, por lo que ella recibió el premio Nobel de la Paz.

Viajera incansable, gracias al francés Ernest Renan conoce la existencia de la «International Arbitration and Peace Association«, fundada por el británico Hodgson Pratt en 1880.  El pacifismo de Suttner es un pacifismo ético fundado en la capacidad moral del hombre para comprender que la guerra no debe seguir utilizándose porque no es la solución. Fue una de las más destacadas figuras del movimiento internacional por la paz. Cuando vivía en Venecia, impulsó la creación de la «Sociedad de la Paz de Venecia«. Pudo conocer las «conferencias interplanetarias» que, en 1910 reciben el nombre de «unión Interplanetaria«.

En ese clima propicio a la paz, el Zar Nicolás II, a través de su ministro de Relaciones exteriores, Muraviev, propuso a las naciones europeas la conveniencia de reducir los armamentos y de celebrar una conferencia de distensión.  La reducción de armas aún no ha tenido  éxito. Y es una puerta abierta a desastres mayores.

La otra invitación rusa fue acogida con entusiasmo, más o menos sincero, por los gobiernos europeos. La conferencia se celebró en mayo de 1899, en La Haya.

El fruto de la Conferencia.

Las potencias occidentales acordaron levantar en La Haya el Palacio de la Paz.  La idea era presionar a los parlamentos para que se firmaran acuerdos entre las naciones aceptando someter sus conflictos al Tribunal de La Haya. El Palacio sería financiado por el estadounidense Andrew Carnegie.

Cuando se inauguró el Palacio de la Paz, en 1913 se intentaba dotar a esa sede de una Biblioteca especializada. Nadie imaginaba el auge posterior del Palacio de la Paz y la Justicia, pero los acontecimientos mundiales jugaron a su favor. Después de las dos Guerras Mundiales,  con el nacimiento de la ONU, llegó el Tribunal Internacional de Justicia en 1946. Así que, ironías del destino, el Palacio que parecía absurdamente grande en su origen, muy pronto resultaba pequeño.

Las guerras han proporcionado a la Humanidad las pruebas documentales de los acontecimientos militares, de los horrores de los campos de batalla y campos de concentración.  Había carteles que llamaban a la participación en la guerra o apelaciones de los pacifistas a la paz y acabar la guerra; es decir, a la convivencia en paz y progreso. EL progreso y el desarrollo posteriores, han sido el triunfo de un mundo en paz. O, como dice el monumento, por lo menos  ha mostrado el camino de la misma: The World Peace Pathway.

La Haya ha acogido, en otros edificios, el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia, la Corte Penal Internacional y el Tribunal Especial para el Líbano. Todos juntos, forman hoy un ramillete justiciero que ha elevado el estatus de la ciudad y su Ayuntamiento. Hasta tal punto que el escudo de armas de la villa, ha añadido el lema «Paz y Justicia».

Hoy en día,  el Palacio de la Paz y la Corte Internacional de Justicia  son  uno de los monumentos más visitados de Holanda.

Yo había visitado primero, Las Ardenas belgas, luego, las Casamatas en la misma ciudad de Luxemburgo y posteriormente, como no está lejos, visité el Memorial Cementerio Americano, impresionante y sobrecogedor. Existen en el recinto esquemas con el avance de la guerra desde el desembarco de Normandía. Las tumbas y cruces alineadas, tienen una mínima deferencia para el soldado más destacado, el general George Patton.

Y la réplica. A menos de dos kilómetros de este cementerio, también en medio de un frondoso bosque…se encuentra el cementerio de Sandweiler, es decir el German Military Cemetery, no menos sobrecogedor.

Cuando llegué a la Haya pensé que, la Llama de la Paz del Mundo, tiene todo el sentido y su mensaje debería ser conocido por todos los humanos. No está ahí por los caídos de cualquier bando, sino porque los vivos la necesitan. Necesitamos la paz diariamente como el aire para respirar. Necesitamos paz en nosotros mismos y necesitamos la paz y solidaridad para con los demás. Sólo así es posible la vida.

Si hay guerra, si existe el temor a los atentados, si vivimos, como naciones y como ciudadanos en un constante peligro, -como se ha demostrado con las medidas de seguridad  en todo el mundo, a fin de año 2015-, es que la Llama de la Paz Mundial es más necesaria que nunca. Es lo que representa y grita. No olvidemos que el verdadero nombre de la paz , en último análisis, es el amor o la fraternidad. Lo necesitamos como el sol para vivir.

Todas las naciones añoran la paz. Los verdaderos líderes negocian por ella. Los ejércitos y las fuerzas de seguridad luchan por ella. Hay que hacerla. Hay que tenerla y darla. Quienes creen, oran por ella, porque la paz vendrá. Sin embargo parece esquiva.

No deja de ser casualidad que en la misma plaza,  de la Llama de la Paz del Mundo, a la entrada misma del Palacio de la Paz, nos encontramos un panel en el que decía que la ilusión de la paz puede perturbarse.

Si estamos, como dicen en la III Guerra, es más sutil que las anteriores. Ahora el enemigo y la amenaza fundamental es el terrorismo y el fanatismo religioso. Estamos ante el Oximorón de matar en nombre de dios, y hacer esclavas a mujeres y niños en nombre de una fe ciega. «No se pude ser tolerante con los intolerantes», Stuart Mill.

Pero también estamos en una guerra del «todo vale» y quienes alzan supuestos derechos de legalidad para acabar con millones de seres indefensos. Este frente hace más daño aún que el fanatismo, porque ampara la legalidad del fuerte contra el débil. No es progreso, es ilusión. Pueden abanderarse de no matar o no ser beligerantes, en sentido estricto, pero aprueban y votan leyes que lo hacen y lo permiten.

Como si la ilusión de la paz, fuera la paz; o como si la falta de conciencia, fuera menos peligrosa que el fanatismo que destruye y mata por sus creencias. La Humanidad está en una encrucijada. Owen habló de El señor del mundo. Es posible que la verdadera lucha se libre ahora en el interior de cada uno. Parece que el espíritu del bien y del mal son tan fuertes que hasta que no triunfe, en nosotros el uno sobre el otro, no será posible la paz. El cartel que estaba junto al Palacio de la Paz, habla de eso. ¿No es la paz una tarea personal que dura mientras dura la llama de la vida? Habrá que estar en guardia porque como alguien dijo… «no hago el bien que deseo, sino el mal que no quiero» (Romanos 7,19).

Es posible, que como dice E. Burke  «para que triunfe el mal, baste con que los buenos no hagan nada».  Hay que encontrar un motivo para convencer a los beligerantes de que dejen las armas. Pero también  hay que cambiar las leyes que permiten que unos decidan sobre otros. Solo así habrá un nuevo amanecer para los niños y para el mundo. Hasta que podamos emprender un viaje sin ser sometidos a fuertes medidas de seguridad, la paz será una ilusión. Mientras no aceptemos la primacía de la vida y respetemos el derecho de cada uno a estar aquí, no habremos encontrado el Camino de la Paz del Mundo. La violencia y el odio pueden aún acarrear mucho sufrimiento. ¿Cómo seguiremos alimentando la llama de la paz? La respuesta no está en el viento.

Feliz 2016.

BELMONTE
BELMONTE
Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CíViCa