La estadística alerta de la miopía política y social.

LIBRO: DERECHOS HUMANOS DEPREDADOS. HACIA UNA DICTADURA DEL RELATIVISMO
07/04/2016
Un Sí a la Vida “sobre ruedas”
10/04/2016

Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa)

Aunque tarde, algunos se dan cuenta que el tiempo pasa para todos. Cuando la demagogia y el populismo prometen la utopía del bienestar social,  no es fácil llamar al realismo y a la sensatez. Tiene que ser la dura realidad fraguada en la estadística quien haga bajar de la nube a los políticos y a  los ciudadanos. Y aún así, la mayoría, (de izquierdas y derechas) sigue alentando la miopía y la ignorancia. Son incapaces de reconocer  y asumir su error.

Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa)

Aunque tarde, algunos se dan cuenta que el tiempo pasa para todos. Cuando la demagogia y el populismo prometen la utopía del bienestar social,  no es fácil llamar al realismo y a la sensatez. Tiene que ser la dura realidad fraguada en la estadística quien haga bajar de la nube a los políticos y a  los ciudadanos. Y aún así, la mayoría, (de izquierdas y derechas) sigue alentando la miopía y la ignorancia. Son incapaces de reconocer  y asumir su error.

El futuro y el entusiasmo para alcanzarlo entre todos exige, primero despertar, decir lo que hay y,  después implicarse para cambiar. La historia avanza no de la mano de quien menos se equivoca, sino de quien aprende de sus equivocaciones e incluso de sus errores y fracasos. Así se sale de la crisis económica pero también de la atonía ética actual. Hay que potenciar la voluntad de reaccionar física y moralmente ante la vida.

Sí, ante la vida, porque Europa en general y España en particular, han empezado un largo invierno. Hay que dar pasos que generen energía (como el invento de Laurence Kemball-Cook, (fundador de Pavegen)  pero pasos que alienten y generen vida.

Según la estadística, en Europa y en España , baja el número de nacimientos y crece la esperanza de vida y la realidad de que hay más gente «mayor»,

Respecto a lo primero: se ha venido alertando a la sociedad, si bien no ha tenido mucho eco. Pero en 2015 ya se preguntaba: si la crisis de natalidad que se venía padeciendo desde hace años podría desencadenar en algo grave. «¿Va España hacia el suicidio demográfico? La crisis de la natalidad». Ese era el título de una conferencia que auspiciada por una asociación independiente, tuvo lugar en Madrid en la que intervinieron  Joaquín Leguina, economista, estadístico y demógrafo, y Alberto Ruiz-Gallardón, cuyo proyecto de ley para la modificación de la ley del aborto fue retirado por Mariano Rajoy en 2014 provocando su dimisión como Ministro de Justicia. Lo moderaba Alejandro Macarrón, director de la Fundación Renacimiento Demográfico y autor del libro El suicidio demográfico de España.

El hecho es que el pasado año en muchos pueblos no ha habido relevo generacional. Eso hace que muchos empiecen a ver «el riesgo de convertir el «Viejo Mundo» en la reserva anciana del planeta».

La sociedad lleva años perdiendo población. El INE prevé  que para 2023 de las 50 provincias españolas, 22 de ellas superen los 45 años de media. Y la previsión para dentro de 50 años, casi la mitad del país lo compondrán personas mayores de 64 años.

Hasta hace poco el problema estaba camuflado con la inmigración, y el número de hijos de las mujeres inmigrantes. Pero la prolongación de la crisis ha hecho que muchas de ellas retornen a sus países de origen. Añadir también, que muchos jóvenes, (ellas y ellos) se hayan visto obligados a emigrar en busca de trabajo.

El vivir más, no supone en general un gasto mayor en sanidad o medicamentos, pero sí supone un mayor incremento en las pensiones, tanto por el mayor número de pensionistas cuanto por los años en que hay que satisfacer la pensión de los mismos.

Ello se agrava por el hecho de que muchos jóvenes se incorporan muy tarde al mercado laboral, no pueden emanciparse y tienen complicado crear una familia. Al haber menos trabajadores cotizando disminuirán los ingresos para sostener el sistema actual.

Luego es necesario plantearse  de hacia dónde vamos  y si somos conscientes  de la gravedad del futuro del estado de bienestar.

Tras la carrera proabortista desatada por los partidos políticos hasta 2010, plasmada en leyes que, permiten y favorecen la interrupción del embarazo, es difícil revertir sus consecuencias. Ni siquiera los políticos de derechas lo han intentado de forma convincente. El PP se negó, como hemos dicho, a cambiar la ley Aído, pese a que lo llevaba en su programa.

Pero  la vida y la natalidad no es un asunto de derechas ni de izquierdas, sino de supervivencia y por tanto de sentido común. Los medios de comunicación han hurtado el debate a la sociedad y se limitan a vender lo que les interesa a ellos y a quienes les pagan.

Algunos siguen insistiendo,  «porque a pesar de que el problema más serio que tiene España es la caída de la natalidad y el envejecimiento de la población, es el menos evidenciado por los medios de comunicación y el debate político» (Tomás Gómez).

Ante la realidad  estadística,  darse cuenta de esos hechos supone la oportunidad de ver el problema con nuevos ojos, menos apasionados que cuando se aprobó la controvertida ley del aborto.

En consecuencia y cuanto antes, hay que sacar el problema del debate ideológico y centrarlo en un debate de ideas y de futuro. Un Parlamento y un Gobierno que quiera defender la sostenibilidad del sistema de bienestar debe promover políticas que promuevan e incentiven el aumento de la natalidad. Pero de ese tema ni se habla por la inestabilidad política y el estar en campaña electoral.

Lo que es aún más grave, los partidos ante riesgo de la consulta electoral, han renunciado a llevar la propuesta en sus programa. De ahí que los máximos responsables de los partidos piensan más en sí mismos que en lo que le conviene a la sociedad. Una vez más en sus cortas miras, renuncian a situar el problema de la defensa de la vida y la natalidad en el centro de las prioridades sociales.

Deberían saber todos, en cualquier rincón de España, y sobre todo las cabezas pensantes y cabezas de las listas electorales que, apostar por más vida, más niños, más población, más fuerza laboral, es más crecimiento económico y mejor futuro para todos.

Curiosamente algunas personas de la izquierda de toda la vida están comenzando a caer en la cuenta del problema. Es más, se empiezan a fijar en el ejemplo del gobierno danés. «En los colegios daneses se ha comenzado a tratar el embarazo como algo positivo. El año pasado se produjo un repunte de  su natalidad», señala Tomás Gómez, en un artículo interesante titulado «Cigüeñas y miopia«, del pasado 25 de marzo 2016.

Para ser sinceros, habría que decir lo que ni la izquierda ni la derecha dicen, aunque lo sepan, porque lo saben, que  esa caída estadística de la natalidad, en parte, está producida por los abortos quirúrgicos realizados. Se ha pasado estadísticamente, de 9 en 1985, a 69.857 en 2001, a 111.482 en 2009 etc.

Los datos oficiales son reales, pero no se ajustan a la realidad. «El Instituto de Política Familiar ha realizado una prospección estadística que presenta un panorama desalentador: España, según el estudio, será en 2015 el país de la Unión Europea en el que se realicen más abortos», según señaló el presidente del IPF,Eduardo Hertfelder.

El aborto libre y sin causa justificada, ha sido nefasto.  Y  Hertelder  dice el por qué:  «Porque pierde la madre -que se ve abocada al drama del aborto-, pierde el niño -que no nace- y pierde la sociedad -que se ve privada del niño y tiene madres con graves problemas psicológicos-«.

De hecho el aborto se encuentra entre los asuntos más polémicos de las Naciones Unidas. Lo vienen diciendo sin mencionarlo; solo aluden a él como  «salud reproductiva» o «derechos reproductivos». Y sin embargo durante la sesión anual de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, celebrada recientemente  algunos países europeos se han dejado de «eufemismos» y han declarado que el aborto es «condición esencial» para la plena materialización de los derechos de la mujer. Así que la guerra  ideológica está servida.

Por mi parte, sólo quiero añadir, que cuando T. Gómez y otros muchos hablan de «miopía», por la falta de nacimientos, para sustentar la economía y las futuras pensiones, solo ponen el acento en el «aspecto económico». No hay por qué negarlo. Ese aspecto existe. Pero «es curioso cómo los hombres muchas veces solo ven lo que han decidido ver y no lo que hay realmente ante ellos» (S.Posteguillo).

Así, en efecto, nada se dice del aspecto ético, de la destrucción de miles y miles de seres humanos, del dolor de las madres, del engaño a la sociedad con el invento de falsos derechos de la mujer y de la desprotección del derecho a la vida. Nada se dice de hurtar dineros públicos para apoyar el progreso y el bien de todos, dejando desprotegida económicamente la fuente de la vida, que es la maternidad. Por contra, desde las mismas administraciones se han volcado, para enriquecer a los mismos centros abortistas que están destruyendo a la vez a los niños, al progreso y a la economía de la nación. Y sin embargo“Son los hechos y no la ideología”, afirman, “quienes determinan la realidad”.

Y esta realidad es así desde el principio, es decir, un proyecto bien informado genéticamente. «El segundo estudio de Zernicka-Goetz, publicado en «Nature Communications», viene a poner en tela de juicio otra de las cuestiones que teníamos asumidas sobre el destino de esas células incipientes. En las primeras fases de desarrollo, la presencia de células defectuosas no implica necesariamente que vaya a nacer un individuo con algún defecto genético, como el síndrome de Down. Al contrario, algunas células anómalas halladas en esa etapa inicial pueden ser eliminadas de forma espontánea y reemplazadas por células sanas. Así, un embrión que, en teoría, estaba condenado a producir un feto anómalo se puede autorreparar».

No todo vale, ni siquiera eliminar una vida por tener alguna célula defectuosa. ¡Solo las cigüeñas descubrirán la miopía! Lo han hecho siempre. Lo siguen haciendo. Ahí están para contarlo María y Tomás. Cuando  ella esperaba un bebé, dice Tomás Páramo “Se ofrecieron a pagarnos el aborto pero eso era implanteable, el niño tenía que nacer”. Tenían 19 años. El escribió una carta: «Siempre hay vida«. Hoy, la pareja está feliz con su hijo. Pero además, gracias a su carta, ha sido galardonado con el Premio a la Creatividad en Defensa de la Vida.

BELMONTE
BELMONTE
Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CíViCa