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Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa)

El 5 de junio, se celebra cada año el día del medio ambiente. En España, salvo alguna referencia puntual, ese día pasó totalmente desapercibido.  Seguían en la  retina las imágenes de humo negro y fuego de los vertederos del centro de España.

El presidente de Iberdrola, Ignacio Galán, ha defendido en París el principio de «quien contamina, paga», en referencia a la necesidad de cambiar el modelo energético. Lo cual debería aplicarse no solo a los combustibles fósiles, sino también a  las administraciones.  La amenaza para el medio ambiente y la salud de la población era real, en los vertederos de Seseña.

Si las muertes por contaminación del aire habían alcanzado ya casi los 3 millones, en el mundo (2012), la cifra aumentará, si no cambiamos de actitud.

Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa)

El 5 de junio, se celebra cada año el día del medio ambiente. En España, salvo alguna referencia puntual, ese día pasó totalmente desapercibido.  Seguían en la  retina las imágenes de humo negro y fuego de los vertederos del centro de España.

El presidente de Iberdrola, Ignacio Galán, ha defendido en París el principio de «quien contamina, paga», en referencia a la necesidad de cambiar el modelo energético. Lo cual debería aplicarse no solo a los combustibles fósiles, sino también a  las administraciones.  La amenaza para el medio ambiente y la salud de la población era real, en los vertederos de Seseña.

Si las muertes por contaminación del aire habían alcanzado ya casi los 3 millones, en el mundo (2012), la cifra aumentará, si no cambiamos de actitud.

Generamos montañas de basura cada día. El término «basura» se refiere a cualquier residuo inservible  que se tira. Cada español genera al año unos 450 kilos de desperdicios, de los que el 40% es materia orgánica, según el dato estadístico.

El problema es que las administraciones vuelven locos a los ciudadanos diciendo lo que deben hacer con los residuos, pero no tienen claro qué hacer con la basura. Nos recuerdan que los residuos caseros hay que clasificarlos: 1) vidrios, 2) plásticos, 3) papel y cartón, 4) latas y botes, 5) pilas, 6) bombillas y fluorescentes, 7) orgánicos, 8) telas, 9) sanitarios, 10) aceites, 11) poliestireno o resina sintética que se emplea para aislantes térmicos y eléctricos, así como protectores de embalaje, cascos de los ciclistas, o espuma de plástico  para utensilios de comida rápida, etc.,  12 ) madera, 13) hierro. Y si eso no fuera suficiente, hay que llevar el resto («otros») a los  Puntos Blancos.

No presentan proyectos capaces de incentivar y mejorar la colaboración ciudadana para reciclar o reutilizar. Gastan el dinero del contribuyente, cambiando los contendedores que servían hasta ahora, por otros nuevos. Luego, y en la misma legislatura, cambian y los entierran, eliminando aparcamientos, para que además de pagar la basura, se pague por aparcar. No esnormal que la gente se pregunte ¿para qué sirven la basura y los políticos?

En las naciones más ricas de Europa, los ciudadanos no solo ganan más que en España -en general-, sino que gastan menos y contaminan menos (por ejemplo en transporte). Tienen menos accidentes y éstos son menos graves.

Pero para ello los regidores han adaptado las ciudades para poder utilizar la bici  como medio de transporte, de forma general. No un «carril bici» que circunvale la ciudad, para uso de deportistas. Holanda o Dinamarca tienen más millones de bicicletas que habitantes. Las ciudades están pensadas y preparadas para circular y para aparcar. La gente va al trabajo, a la compra o llevan a los niños a la escuela, en bici, en invierno y en verano. Supone más ejercicio, más calidad del aire y medios de trasporte públicos más rápidos y menos contaminantes. El coche se usa, pero no habitualmente. La circulación se adapta y el coche no tiene prioridad.

En España, según datos oficiales, 42 millones de ciudadanos, sufrieron en 2015 problemas sanitarios por la contaminación, principalmente como consecuencia de la circulación y de la combustión.

No basta con decir, que las ciudades de esos países, son más llanas. Si hay voluntad, los desniveles se salvan  o  las bicis se adaptan. Se puede «cambia una rueda y convierte tu bici en un vehículo eléctrico, inteligente y social«.  Surgida en el laboratorio de ‘Senseable Cities’ del MIT:como afirma su inventor Assaf Biderman : «se trata de una rueda trasera que puede adaptarse a cualquier bicicleta convirtiéndola en un vehículo eléctrico inteligente que, además, se recarga aprovechando la energía de la pedalada. Lo que la diferencia de otros transportes similares es que la Copenhagen Wheel solo utiliza el motor cuando sus sensores detectan, a través del esfuerzo que está haciendo el ciclista, que es necesario. La novedad más llamativa, además de la sofisticación de sus sistemas de ingeniería, es que puede ser sincronizada y controlada desde una aplicación en el smartphone».

Si se quiere, se puede acercar el futuro pensando en los ciudadanos. No está el futuro en el ayer escrito. No es lo mismo prohibir los coches cuando hay elevados niveles de contaminación, que priorizar vehículos no contaminantes, adaptar las vías para su circulación y además producir el combustible.

Si a las familias se le pide el esfuerzo de poner la basura en bolsas y en el contendor correspondiente,  ¿no es normal preguntar dónde termina la montaña de basura que producimos?  ¿Qué se saca de ella o a quien aprovecha el esfuerzo de reciclar la basura?

Cualquiera puede entender  que no es lo mismo reciclar que no contaminar. Ni es lo mismo producir energía limpia que sacarla de la basura.

En Europa, Austria produce un 70% de energía limpia y Suecia, Portugal, Letonia, Dinamarca, Croacia e incluso Rumanía están produciéndola por delante de España. Gracias al sol y al aire, nuestro país produce el 38% de la que consumimos. Siendo el 10,8% es eólica. Pero una cosa es, que como nación tengamos un nivel aceptable de energías renovables y otra la utilización de la basura abundante que producimos. Recordemos que de los 450 kg de basura/año, 180 son de materia orgánica. Es un dato importante.

En países que tienen nivel de dependencia energética similar o menor que España, llevan décadas educando a sus compatriotas a generar su propio combustible. El coche de familia, los autobuses, los camiones de recogida de basura e incluso taxis y algunos trenes, funcionan con basura. Sí, con los desechos de los alimentos que generan las familias y la ciudad. Por ejemplo en Suecia, menos del 1% de los residuos domésticos terminen en el vertedero. El biogás es la revolución de la basura. Es rentable y procede de una materia prima casi inagotable.

Con esa perspectiva, clasificar los desperdicios, depositarlos en la bolsa o el contenedor adecuado para ser incinerado y adecuar los coches para cargarlos con biogás, es un proceso que redunda en interés propio y en beneficio social. Son las bacterias las que convierten la basura orgánica en gas metano que tratado se convierte en combustible.

Para que este beneficio llegue a todos y sea social, las administraciones deberían retomar el control al 100% de los residuos orgánicos, adquirir la maquinaria de reciclaje adecuada para convertirlos en biogás y asegurarse de que el proceso sea rentable. Los pasos serían formación, información, adaptación, tratamiento y por último distribución  a los puntos adecuados para su uso. Un esfuerzo mental previo, de regidores y equipos de asesores.

En los mataderos, granjas, comedores públicos, comercios donde se procesa o se venden alimentos, colegios, residencias de ancianos, centros penitenciarios, etc., el manejo de alimentos es grande y, por lo mismo, los restos de alimentos también lo son. Esos desechos son rentables, son energía potencial con un coste mínimo. No se puede tirar ni desperdiciar lo que ya no se use. Para ello hay que saber qué hacer y cómo. Y decirlo adecuadamente al ciudadano.

Es tan importante el tema que, debería generar un amplio consenso de todos los políticos, porque aunque se necesiten cambios de mentalidad, se trata de pensar en el medio ambiente, en la salud de los ciudadanos y en la conveniencia de utilizar lo que tiramos para poder circular. Si se utiliza para el trasporte público, y/o privado y con ello llegamos a donde necesitamos ir, al viajero le importa poco el combustible que el vehículo necesita para moverse. O sí le importa, porque el viaje puede ser mucho más barato y menos contaminante. Se coinvertiría en un colaborador más eficiente.

Si no hemos llegado a donde están otros países es que falta preparación y voluntad de innovación. Cuando toda Europa  está apostando fuertemente por el biogás España estaba a punto de descender a la 3ª División en biogás. No puede extrañar que Rumanía, Croacia, Bulgaria, Serbia estén  por delante de España. Estamos muy lejos de  Alemania, Holanda o Austria con una implantación masiva de biogás. En Alemania hay 5.000 plantas de este tipo.

Y hay algo más. No hace mucho he tenido ocasión de visitar un vivero de plantas para el consumo y alguna explotación agrícola particular. Desconocían que con el tratamiento de los desechos de alimentos, se podrían generar, además, toneladas de  fertilizante orgánico, como subproducto del biogás. Se encontraban  a  20 Km de una planta de reciclaje de basura. En dicha planta no se producía ninguna aportación a las renovables, ni apoyo al sector primario.

Así que gestionar los residuos que generan la industria alimentaria y el sector agrícola y ganadero es una oportunidad para los propietarios agrícolas. España ha apostado muy poco en subsidios de este tipo, y en las comunidades autónomas, aún no se ha generalizado. Se podrían obtener cosechas de alimentos nuevos con el tratamiento y reutilización  de alimentos  que arrojamos a la basura.

Producir luz y gas, reciclando basura es una apuesta de futuro. Apostar por el ecologismo, no solo es proteger el medio ambiente, con transporte limpio, sino es aprovechar lo que tenemos para ganar el futuro. Google ha apostado fuerte para dominar  el transporte  y llevan 6 años trabajando en el coche volador impulsado eléctricamente.

Hay ya en marcha un proyecto de «ecoaldea», a las afueras de Ámsterdam  que se inaugurará en 2017.  Se trata de un conjunto de viviendas sostenibles (25 ampliable a 100) capaces de generar su propia luz, cultivar sus propios alimentos orgánicos, reciclar su propia agua, etc., según su desarrollador «ReGen Village».

El futuro no está escrito, hay que apostar con imaginación por él con todo lo que disponemos. De hecho, ReGen, tiene pensado crear más «ecoaldeas» en países como Suecia, Noruega, Dinamarca y Alemania y (si el proyecto funciona), exportarlo fuera de Europa.

No es invención lo que digo. Trato de que, como ciudadanos, nos demos cuenta del retraso y exijamos a  los políticos y a las distintas administraciones que se pongan las pilas y pongan los medios para estar en la división de honor para ganar el futuro. Esa actividad genera puestos de trabajo. ¿O tampoco eso importa?

BELMONTE
BELMONTE
Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CíViCa