La comprensión de los valores para el desarrollo humano, y de la ciencia y la tecnología

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Por la Dra. Ana Teresa López de Llergo, ponencia presentada en el XVIII Congreso Internacional Ciencia y Vida:Ciencia, humanismos y posthumanismos, Universidad San Pablo CEU, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Comunicación, Madrid, 23 de julio de 2013.

Postulados iniciales

Después de aproximadamente diez y ocho años de incursionar en el estudio de los valores estoy convencida de que su comprensión desde el realismo ofrece muchas luces para el conocimiento de lo seres que nos rodean y para establecer unas rectas relaciones entre ellos, así como para poder hacer pronósticos rectos sobre sus posibilidades, usos y aplicaciones, según sean los casos. Y, por supuesto, con la meta de diseñar acciones de impulso para la ciencia y la tecnología, dentro de un marco justo y verdadero.

Por la Dra. Ana Teresa López de Llergo, ponencia presentada en el XVIII Congreso Internacional Ciencia y Vida:Ciencia, humanismos y posthumanismos, Universidad San Pablo CEU, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Comunicación, Madrid, 23 de julio de 2013.

Postulados iniciales

Después de aproximadamente diez y ocho años de incursionar en el estudio de los valores estoy convencida de que su comprensión desde el realismo ofrece muchas luces para el conocimiento de lo seres que nos rodean y para establecer unas rectas relaciones entre ellos, así como para poder hacer pronósticos rectos sobre sus posibilidades, usos y aplicaciones, según sean los casos. Y, por supuesto, con la meta de diseñar acciones de impulso para la ciencia y la tecnología, dentro de un marco justo y verdadero.

Cuando se trata de personas, el desarrollo humano está inscrito y, de alguna manera, predicho en los valores que les son propios por naturaleza. Por eso, el auténtico desarrollo consiste en el respeto y despliegue de los valores constitutivos, en esto consiste el desarrollo subjetivo. El desarrollo objetivo es aquel en donde las personas crecen al hacer rendir las bondades que encierran los valores de los demás y de lo demás.

Precisamente, en el empeño por hacer rendir se crea la ciencia y la tecnología. Por ciencia entendemos el conocimiento cierto de las cosas por sus causas o por sus principios. De este modo se estructura un cuerpo de doctrina que constituye un ramo particular del saber (Jolivet). Aunque la inteligencia humana puede equivocarse, tiene la capacidad de detectar las incongruencias provocadas por esa falibilidad,  eliminar el error  y sustituirlo por datos veraces. Así, la construcción de la ciencia depende del ser de las cosas y del proceder humano que articula sus descubrimientos y los aprovecha para mejorar las condiciones del entorno y de la vida.

La tecnología es el conjunto de conocimientos propios de un oficio o de un arte, que facilitan las respectivas actividades gracias a la sistematización racional de reglas para la obtención de ciertos fines especiales. La tecnología es un puente entre el conocer y el hacer (Jolivet). Facilita la actividad práctica y obtiene resultados precisos y con un ritmo acelerado.       
 
Los valores son las perfecciones actuales y potenciales que proceden de la naturaleza y que se apoyan tanto en el ser como en la razón de ser de cada criatura (López de Llergo). Los valores están íntimamente unidos a cada individuo, no se pueden separar, son constitutivos esenciales, de manera que si en algún caso se cambiaran, modificaran, perdieran los que tienen o adquirieran otros, dejarían de ser la criatura que son. Los valores están en el orden de la creación, del diseño original de cada especie. Por eso, individuos de la misma especie poseen los mismos valores que les caracterizan.
 
Los valores tampoco son sinónimo de virtudes, ni las virtudes son el resultado final de la evolución de los valores. Si esto se aceptara habría una contradicción de raíz con la definición que se ha dado de los valores. Las virtudes están en el orden del hacer, de la adquisición voluntaria de hábitos. Los valores no dependen del querer o no querer tenerlos, simplemente se tienen.
 
La realidad de los valores en la estructura de los individuos y en la comprensión del desarrollo humano
 
En el Realismo axiológico, se aplica perfectamente el antiquísimo consejo griego: “conócete a ti mismo”. El papel de la inteligencia, con respecto a los valores humanos, consiste precisamente en descubrirlos y valorándolos comprender cuándo y cómo aplicarlos. Con la voluntad se procede a estimar los valores y actuar con ellos. De esta manera se concreta el desarrollo humano sin estridencias ni fracturas, hay paz gracias a la serenidad natural que produce actuar de acuerdo al proyecto inscrito en cada uno.
 
Además del desarrollo humano de la responsabilidad frente a sí, está el desarrollo humano en relación con el entorno. Cuando se trata de otras personas solamente cabe tratarlas del mismo modo con que cada uno quiere ser tratado, porque se admite en los demás los mismos valores descubiertos en mi. Respecto a las otras criaturas el auténtico desarrollo consiste en descubrir los valores que tienen y aprender a aplicarlos bajo el canon del aprovechamiento benéfico  que cada especie reporta.
 
Esto enlaza con el delicado tema del cuidado del medio, de la ecología humana y de la ecología ambiental. La ecología y el respeto del medio ambiente muestran la dignidad humana. Esto enlaza con los ámbitos de la bioética, del derecho, de la teología y de la intervención positiva del ser humano en la creación, de modo que le lleve a vivir en armonía con la tierra.
 
Esta sensibilidad marca la pauta para romper con las actividades hostiles que la pseudociencia o la tecnología mal empleada atentan contra la naturaleza. Así se garantiza el respeto por la vida humana en todas sus etapas y un recto aprovechamiento de los recursos. Pero en todo esto se impone un orden: respetar primero a las personas –al ecosistema humano-, para luego, o al mismo tiempo, cuidar y respetar a la naturaleza y al resto de las especies.
 
El valor de toda vida humana, por encima de cualquier otro tipo de vida, la convierte en la criatura más excelsa y digna de la creación, entre otras manifestaciones, porque solamente la persona es consciente de los valores que posee y descubre los valores de los demás, y los aprovecha. Todo esto, ofrece una sólida fundamentación jurídica del respeto por la vida humana, en la que califica a la dignidad como el mismo fundamento de los derechos humanos.
 
El valor del desarrollo se concreta en la paradoja de la donación. Cada persona ha de saberse un don para los demás y, por la dimensión social, ese don se expresa en servicio a los demás. Solamente en este movimiento de aportar lo propio a los demás es posible lograr el desarrollo humano integral. Puede pensarse erróneamente que al servir queda un vacío dentro del servidor. Esto es inexacto porque lo que realmente sucede es el fortalecimiento de la dimensión social en las relaciones, las personas aprenden a ser oportunas debido a los diferentes modos de concretar lo humano y de compartir la ayuda mutua. Se amplía la experiencia de la gratitud y del modo de corresponder de los destinatarios. Algunas veces, también se palpa la ingratitud, sin embargo, esto no deteriora al donante sino al receptor.
 
La conciencia de ser criatura subraya la importante correlación que ha de existir entre la ciencia y la fe –actualiza la conciencia de ser criatura dependiente, no independiente-. Armonía necesaria y fructífera que produce mucha luz, por ejemplo en la fundamentación bioética del respeto por la vida y de la naturaleza, que no dependen de la voluntad autónoma de las personas sino de la escucha y puesta en práctica de la Ley de Dios inscrita en la ley natural. La ruptura de este diálogo acarrea serios problemas para el desarrollo de la humanidad pues quedamos bajo los intereses y dictados de distintas voluntades humanas.
 
En la Escuela realista la ciencia y la tecnología están vinculadas a los valores, de ellos dependen las posibilidades de los sujetos de estudio y sirven de orientación para predecir resultados y aplicaciones.
 
Analizaremos ahora, desde la perspectiva realista de este trabajo, las características que suelen atribuirse a los valores (Santillana):
 
·       Objetividad: los valores no son impresiones subjetivas, ni otra forma de realidad. La objetividad consiste en su pertenencia a cada individuo y en poder descubrirlos como se descubren las verdades científicas.
·       Irrealidad: los valores no se demuestran, se descubren o se investigan.
·       Intemporalidad: los valores no pierden o ganan en función del tiempo.
·       Inespacialidad: los valores no ocupan espacio.
·       Inconmensurabilidad: no se pueden medir con un patrón de medida.
·       Absolutismo: no dependen del sujeto que los capta, ni del espacio, ni del tiempo.
·       Polaridad: se presentan necesariamente como positivos o como negativos (disvalores), por ejemplo: buen – malo, útil – inútil.
·       Jerarquía: no todos valen igual, unos son más dignos que otros.
·       Incompatibilidad: no pueden darse simultáneamente todos los valores, de ahí que tengan que elegirse unos con preferencia de otros.
 
La objetividad es una característica en completa concordancia con la postura realista. La irrealidad es un calificativo que puede provocar contradicciones, los valores son inmateriales pero eso no es sinónimo de irrealidad, están vinculados con la esencia de los individuos. La intemporalidad puede quedar expresada mejor como permanentes. La inespacialidad y la inconmensurabilidad quedan comprendidos en la segunda característica. El absolutismo se asume en la objetividad. La polaridad no es adecuada, pues en el orden de la creación todo es bueno, todo es positivo, por eso, no resulta lógico hablar de valores negativos. La jerarquía depende más de los seres que portan los valores que de la comparación de unos y otros, aunque la dignidad sí puede considerarse con relación al fin que persiguen los valores, pero en sí cada valor es incomparable. La incompatibilidad es también equívoca, este contenido se expresa mejor como insustituible.
 
Por lo tanto, las características en el realismo pueden ser:
 
·       Objetividad: no dependen del sujeto que aprecia, ni son otra forma de realidad. La objetividad consiste en su pertenencia a cada individuo y en poder descubrirlos como se descubren las verdades científicas.
·       Esenciales: cada individuo posee los que le corresponden a su naturaleza, se conocen por sus efectos.
·       Permanentes: se mantienen invariables en su sujeto.
·       Positivos: cada valor tiene su propia bondad.
·       Jerarquía: la jerarquía corresponde a la jerarquía de los seres que los portan.
·       Jerarquizables: se eligen adecuadamente cuando la finalidad del repectivo valor satisface las necesidades auténticas.
·       Insustituíbles: los valores no se suplen, cada uno tiene su respectivo campo.  
 
 
Otros planteamientos axiológicos y sus consecuencias en el quehacer científico y tecnológico
 
Además de la escuela Realista, los estudiosos señalan otras cuatro escuelas axiológicas: la neokantiana de Baden, la austriaca y de Praga, la existencialista y la fenomenológica (Diccionario de las Ciencias de la Educación). Aunque cada una tiene su propio perfil, en la práctica los diversos axiólogos suelen adoptar postulados de unas y otras teorías, con lo cual los planteamientos son variadísimos. Además, otro motivo de confusión proviene de la indefinición de valor, casi ningún autor lo hace.
 
La EscuelaNeokantianade Badenconsidera a los valores como formas apriorísticas de la realidad. Entonces estas formas son independientes de la realidad y solamente tienen vigencia cuando influyen en la experiencia. El trasfondo de esta postura se apoya en el concepto de la libertad autónoma del ser humano. La ortodoxia de esta escuela concibe la autonomía de la libertad como tendencia estable al cumplimiento del deber. En este sentido podríamos afirmar que en el ser humano hay coincidencia total en la elección y eso salva del relativismo propio del subjetivismo al defender el pensamiento humano colectivo. Sin embargo, los axiólogos de las siguientes generaciones ya no coinciden en el deber y, en todo caso, lo colectivo se debe a la uniformidad impuesta por una autoridad o una ideología. Aquí queda justificada la dictadura del  relativismo.
 
Para algunos el desarrollo humano es totalmente legalista porque depende del cumplimiento del deber, para otros consistirá en la adopción estricta de las órdenes de la autoridad o de la fidelidad a la ideología. La ciencia y la tecnología serán fruto de proyectos comunitarios previamente diseñados en donde no cabe la objeción de conciencia, se han de seguir secundando la libertad autónoma de los autores del proyecto de investigación o de la aplicación de metodologías.
 
La Escuelaaustriaca y de Pragasubraya el subjetivismo del valor pues los valores son en la medida de la satisfacción de las necesidades de cada persona. El valor es la relación del objeto con la disposición temporal del sujeto. La dispersión de los valores es tanta como variados pueden ser los esquemas mentales, las determinaciones, los afectos, las apetencias. Cada quien diseña su sistema de valores, pero además, si cambia las inclinaciones y preferencias también modificará el sistema antes elegido. En este planteamiento nadie coincide ni conserva. Es el fundamento más radical del relativismo y es la postura más generalizada de nuestra época debido a la falta de exigencia teórica y práctica. El lema más adecuado para ellos es “cada quien piense y haga lo que le plazca”, en esto consiste el desarrollo, consecuencia de un subjetivismo total.
 
La ciencia y la tecnología no cuentan con ningún marco orientativo, ni con principios ni normas, el procedimiento es experimentar y si los resultados satisfacen aquello es un éxito. Con esta postura se justificaría que una esposa engendrara un hijo no con el marido sino con un varón que mostrara una serie de características físicas excelentes. También se adoptaría, sin restricción alguna, el alquiler de vientres o la fecundación in Vitro.
 
La Escuelaexistencialistacomprende pensadores plurales como es la característica de los filósofos de esta línea. Les une la coincidencia en admitir a la existencia como el primer valor, a partir de esto, las divergencias son notorias, por lo tanto, tampoco hay un cuerpo sistemático de pensamiento. Dos autores inscritos en esta escuela son Nietzsche y Sartre. El primero postula el valor supremo del poder por encima del bien y del mal, el segundo con su dialéctica marxista segmenta la realidad en dos sectores: el ser y la nada. El ser es la materia, lo opuesto es la posibilidad o la nada y aquí se localizan los valores que son la nada. También esta escuela fomenta el relativismo pues la línea de pensamiento y de acción depende del axiólogo elegido.   
 
Para los existencialistas nietzschianos el desarrollo consiste en poder alcanzar los propósitos y, quienes no lo logran automáticamente son descartados. Para los sartreanos el desarrollo queda en entredicho pues con la dialéctica no se define algún proyecto. Para los primeros la ciencia y la tecnología proceden de las propuestas de quienes alcanzan sus metas, a los demás ni los escuchan. Los seguidores de Sartre, en el terreno científico y tecnológico secundan los procedimientos que plantean las mayorías, sin comprometerse con principios de cualquier tipo, menos con los morales.
 
El siguiente planteamiento es fácilmente adoptado por los seguidores de Nietzsche: aplicar a los seres humanos la ingeniería reproductiva y la biología sintética, con el fin de dejar de ser meramente humanos para ser posthumanos o transhumanos o superhumanos.
 
La Escuelafenomenológicaes la más conocida porque uno de sus principales representantes es Max Scheler a quien consideran el axiólogo por excelencia. En esta escuela los valores no son reacciones subjetivas como dice la Escuela austriaca y de Praga, no son tampoco formas apriorísticas de la realidad como los entiende la Escuela neokantiana de Baden, son objetos ideales, más allá de la realidad física o psíquica, captados mediante intuiciones emocionales de orden superior, no sensible. Los valores están separados del mundo de lo real, pero tienen objetividad y consistencia propias. De alguna manera, esta postura resulta ser un neoplatonismo, el mundo de las ideas se sustituye por el mundo de los valores.
 
El desarrollo es idealista, vinculado a las intuiciones emocionales o a la sensibilidad. La ciencia parte de un empirismo que no observa varios hechos para abstraer, sino que parte de un solo fenómeno y por él se llega a la esencia. La tecnología articula las experiencias. Respecto a la experimentación científica, basta con que una sola vez haya obtenido resultados satisfactorios para que se generalice sin ninguna prudencia.
 
Para la Escuela Neokantiana de Baden la característica más importante de los valores es la objetividad en cuanto a que son formas a priori de la mente, se dan necesariamente, y la jerarquía porque no todos valen lo mismo. Para la Escuela austriaca y de Praga: la polaridad y la incompatibilidad. Para el existencialismo la incompatibilidad, y en algunos casos la polaridad. Para la Escuela fenomenológica: la objetividad, la irrealidad y el absolutismo.
 
Por lo tanto, queda claro que es falso suponer que cuando hablamos de valores, todos hablamos de lo mismo. 

Conclusiones

La profusión de teorías, los avances científicos y los efectos de la tecnología de punta, hacen que los habitantes del siglo XXI aún no seamos conscientes de que somos testigos de la convergencia de dos etapas históricas: una que agoniza y otra que emerge. La prometedora modernidad muere con la estocada de la inmoralidad, la irracionalidad, y otros desórdenes. Hace falta fortaleza para analizar con valentía y objetividad la realidad presente para asumir la nueva etapa, salvarla de la confusión, vigilar sobre la propia conducta y poder dar ánimo a quienes se encuentren débiles en la esperanza.
La constante referencia a los valores es muestra de que los seres humanos anhelamos el bien, la paz, la justicia. Pero, solamente el conocimiento veraz de los valores hará posible alcanzar esas metas.
 
Cuando se habla de valores es necesario investigar cuál es el contenido de ese concepto, porque suponer que se habla de lo mismo ocasiona respuestas muchas veces diametralmente opuestas.
 
Cuando los valores no se consideran como propios de cada naturaleza, es posible tender al posthumanismo o al transhumanismo, considerados como la última etapa de la evoluciónde la especie humana, que puede variar más o menos drásticamente. Entonces se anhela devenir en androide; se sueña con la transformación de una persona de carne y hueso por alguien mejor con injertos de acero o de otros materiales más resistentes; se admite superar las posibilidades con la estimulación de bebidas energéticas o de drogas.
 
El hecho de hablar de un posthumanismo –como una etapa que evoluciona y deja atrás el humanismo-, y el transhumanismo –como una actividad apoyada en la ciencia y en la técnica para modificar a los seres humanos-, dejan ver lo poco que se valora a las personas.
 
En el Realismo axiológico, la persona es la más digna de las criaturas, precisamente por su diseño y por su finalidad. Ella es la administradora de las demás especies, con el ejercicio del deber de aprovechar cuidando, de utilizar conservando, de distribuir beneficiando a todos. Aquí está un enfoque para dar fortaleza a la ciencia  
 
Si se desfigura la jerarquía de las criaturas y el ser humano es uno más, el ambiente terreno tiende a asfixiar la dimensión espiritual. La tecnología llega a dominar; las luces, la velocidad de información, el atractivo de las representaciones sacan de sí y mantienen en la periferia, estimulan e impiden la interiorización, la reflexión, la ponderación y la toma de decisiones. La Biotecnología, en muchos ambientes, ha trastocado las jerarquías de modo que el ser humano ha sido maltratado por la manipulación. El entorno pierde la armonía y la agitación impide la comprensión y la capacidad de encauzar los planes. En contraste, San Agustín, en la Ciudad de Dios ofrece el siguiente panorama:”descansando contemplaremos, contemplando amaremos y amando loaremos” (I. XXII. C. 30. n. 5). 

Fuentes

Diccionario de las Ciencias de la Educación, Tomo I, Voz Axiología, Santillana, México.

Hipona, Agustín de. La ciudad de Dios, Sepan cuántos… N. 59, Ed. Porrua, México,

Jolivet, Regis. Diccionario de Filosofía, Club de lectores, Buenos Aires.

López de Llergo, Ana Teresa. Educación en valores, educación en virtudes, CECSA, Patria Cultural, México.

López de Llergo, Ana Teresa. Valores, valoraciones y virtudes, CECSA, Patria Cultural, México.

Real Academia de la Lengua. Diccionario de la Lengua Española.

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