Por qué un embrión es más que un cúmulo de células
16/06/2014
Lo que dice la ciencia sobre la vida humana
21/06/2014

Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa)

Parto de la base de que en el mundo hay más mujeres que hombres. Luego,  a más de medio mundo, no le importa lo que le pasa a más de medio mundo. O, prefiere no verlo.

El espejo de la Humanidad, se llama noticias. Gracias a prensa, radio, televisión, Internet,  cartas o gritos, la imagen de la Humanidad humillada y doliente llega a los ojos de todos.  Son, mayoritariamente femeninos, según la tesis de que son mayoría.

Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa)

Parto de la base de que en el mundo hay más mujeres que hombres. Luego,  a más de medio mundo, no le importa lo que le pasa a más de medio mundo. O, prefiere no verlo.

El espejo de la Humanidad, se llama noticias. Gracias a prensa, radio, televisión, Internet,  cartas o gritos, la imagen de la Humanidad humillada y doliente llega a los ojos de todos.  Son, mayoritariamente femeninos, según la tesis de que son mayoría.

Algunos de la otra parte de la Humanidad, la masculina, en muchos países  y de muchas formas, producen violaciones de derechos humanos, abusos,  malos tratos,  humillaciones, insultos, e injusticias,  contra la mujer.  A veces deformación física y muerte.

La mayoría de esas violaciones de los derechos humanos de la mujer, en muchos países, quedan impunes.  Y ello, por dos razones, 1) porque  no tienen a quien acudir,  y  se las condena al silencio, pues tendrían que denunciarlo ante los varones y jueces varones, y tradicionalmente no hacen nada para impedirlo; 2) porque las mujeres de su entorno, y aquellas a quienes les llegan las noticias, (estén donde estén), miran para otro lado y no hacen nada. Es decir, ni siquiera la mayoría mundial del mismo sexo, las defiende.

De este modo, los violadores y pederastas, siguen impunes y envalentonados. Hacen lo que les da la gana, amparados por el poder, por leyes que han suscrito los varones. Los desalmados violadores y su entorno, mientras los organismos internacionales y las mujeres no hagan nada, tendrán patente de corso.

Ante esa situación hay mujeres que se desesperan. Algunas se suicidan, porque encima de ser violadas, -incluso en grupo-, pueden terminar en la cárcel, o ahorcadas públicamente. Están perdiendo la fe en la Humanidad, la femenina, y la esperanza en la parte restante de la Humanidad que representan los varones.

No hablamos de la esclavitud ni de la trata de mujeres, aunque no hay que excluirlo, claro. Quiero denunciar, especialmente, lo que está sucediendo en lugares donde hay guerra o donde los conflictos tribales son cada vez más frecuentes.  “Desde Bosnia o la República Democrática del Congo hasta Siria y Sudán, la violencia sexual ha sido y es utilizada de forma masiva como arma o táctica de guerra en los conflictos. Una táctica de terror y sometimiento que traumatiza a las víctimas y garantiza una destrucción de larga duración de comunidades o grupos étnicos” (El País internacional, 10-06-2014).

En general, los varones tienen el poder o las armas, están movilizados y fuera de sus hogares. Cada bando enfrentado es consciente del papel de la mujer. Ellas, salvaguardan la vida: cuidan a los niños y ancianos. Incluso suelen atender a los heridos, en un clima de terror. Y es ahí donde, la sin razón, el salvajismo y la locura diabólica de la guerra trata de causar más dolor al enemigo: humillan, violan o matan a las mujeres y/o hijas. “Así es como usan la violencia sexual como arma de guerra”.

Es inútil recordar que estamos en el siglo XXI,  y que una noticia llega en segundos desde cualquier rincón del Planeta hasta nuestra propia casa. A veces tenemos las imágenes servidas antes que la comida.  Podemos comprobar que están destrozando la vida que precisamente la mujer representa, da y cuida. Destrozan la vida de ellas y su familia, y desde ellas a todo el género humano. Esa tortura sexual, es una violación del derecho humanitario, que no puede quedar impune, ni prescribir.

Puede resultar hasta sarcástico, que la semana pasada, junio 2014, haya tenido lugar en Londres la apertura de una Cumbre para tratar este tema.  “Cumbre contra la violencia sexual como arma de guerra”, organizada por Naciones Unidas.   Se reunieron representantes de más de 100 gobiernos, cerca de un millar de expertos, y los Directores de 8 Agencias de Naciones Unidas.     

De cómico nada, porque el objetivo es más bien dramático, y llega con siglos de retraso. Se trata de intentar alcanzar, por lo menos, un compromiso internacional “para que se investiguen y documenten esos crímenes, para que se persiga a quienes los cometen y se garantice asistencia a quien los ha sufrido: mujeres y niñas”.

William Hague, ministro británico de Exteriores, reconocía la inoperancia de los gobiernos y de la propia Organización de Naciones Unidas, cuando al dar la palabra a  Angelina Jolie, enviada especial del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados(ACNUR ) decía: “Sólo alguien como Angelina puede enviar el mensaje a la gente de todo el mundo…que nunca escucha a los gobiernos, de que podemos actuar”. [enlace]

Al generalizar, intentando que la gente reaccione y haga algo.  Se trata de espolear al feminismo de despacho y subvención, a que se comprometa de una vez con la causa de los débiles. Cuando no se tienen argumentos, el feminismo ideológico, inventa machismos dialécticos, para salir en los medios y salvar la  cara. La realidad occidental va poco más allá del gesto de un minuto de silencio ante el maltrato y la muerte de una mujer. ¿Es suficiente habiendo casi cuatro mil millones de mujeres?

Hay excepciones, pocas, pero algunas hay.  Con una persona que haga algo, ya sería injusto decir que nadie hace nada. A veces es la rabia que producen las atrocidades y  situaciones de injusticia, la que nos lleva a generalizar. La sensación de impunidad que existe, es desalentadora.  Se intenta despertar minorías capaces de cambiar esa violencia y el mundo.

No olvidemos que, “la cita de Londres coincide en el tiempo con el secuestro de dos centenares de estudiantes nigerianas por los islamistas radicales de Boko Haram, un suceso que, al igual que la reciente lapidación de una mujer embarazada en un "crimen de honor" en Pakistán o la violación y asesinato de dos adolescentes en el norte de India, ha arreciado la presión para que los Gobiernos reaccionen. Frente a su gran impacto mediático, subraya Amnistía Internacional, el recurso sistemático a la violencia sexual en los conflictos sigue siendo un crimen silenciado, a menudo por la falta de pruebas a causa del temor de las víctimas y de su estigmatización.

“Una media de 36 mujeres y niñas son violadas a diario en la República Democrática del Congo, según las estimaciones de UNICEF, que cifra en hasta 200.000 el número de víctimas de la violencia sexual desde finales de los años noventa. En el conflicto civil sirio, la agresión sexual es un arma recurrente contra mujeres, hombres y menores durante los registros de viviendas e interrogatorios en centros de detención, confirmaba la ONU meses atrás. Eso ocurre dos décadas después del epílogo de la guerra de los Balcanes, en la que decenas de miles de mujeres fueron violadas y nunca obtuvieron justicia”.   

En Londres Angelina Jolie, síapoya la reunión de la que saldrá un protocolo para combatir estos crímenes.  No me importa transcribir sus propias palabras al abrir ese acto, porque son sinceras y esclarecedoras, y aunque hombre, las suscribo:

 “Es un mito que las violaciones sean una parte inevitable de los conflictos. No hay nada inevitable. Es un arma de guerra usada contra civiles.

“Nada tiene que ver con el sexo, sino con el poder. Se usa para torturar y humillar a personas inocentes.

 “Me he encontrado con supervivientes de Afganistán a Somalia y son como nosotros, excepto por una diferencia crucial: nosotros vivimos en países seguros, con médicos a los que podemos acudir cuando somos heridos, fuerzas policiales  e instituciones que nos protegen. Ellos viven en campos de refugiados o en zonas bombardeadas en las que no hay ley, ni protección, ni expectativas de justicia”.

“Debemos enviar un mensaje al mundo: no hay deshonra en sobrevivir a la violencia sexual. La vergüenza recae sobre el agresor”.

Y en quienes lo consienten, añado. A ver si nos enteramos de una  vez todos. A quien hay que perseguir es al agresor, violador, desalmado, pederasta, criminal o malnacido. Hay que proteger a la mujer, y en su caso al posible hijo concebido, en estas circunstancias. ¿Por qué tiene que morir otro inocente? Que el castigo que caiga sobre los culpables sea ejemplar y disuasorio.  La impunidad o la falta de claridad, es otro oprobio contra el respeto a la mujer, y a sus derechos humanos inalienables. La falta de protección y de esperanza, las mata por segunda vez, las arroja de este mundo. 

Efectivamente, hay que luchar contra la impunidad del crimen. Que las conclusiones no queden en papel mojado. La Justicia Universal debe disponer de medios eficaces. La Corte Penal Internacional, no puede limitarse a desplegar su parafernalia ante algún cabecilla, cuando hay tanto dolor y las agresiones son tan dañinas, traumatizantes de por vida, para mujeres y niñas. ¡Importa poco lo que digan las leyes tribales que protegen a esos canallas!

Y… no seamos ingenuos: están apareciendo “nuevas fatuas” que permiten violar a las mujeres no musulmanas, o a las que dejan el islán o se casan con un varón de otra religión.  Hay ulemas y eruditos del Islam que hablan de la mujer como si de acuerdo a la ley islámica, fueran simplemente “esclavas sexuales”. ¡No hay derecho!

Y no se olvide que los degenerados, reclaman la pederastia, como derecho.

Estos y otros crímenes de lesa humanidad, no pueden salirle gratis a nadie, en ningún país, nunca.

BELMONTE
BELMONTE
Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CíViCa